Cuando el arte llama desde el alma creativa, aflora a través de una dedicación sobre aquello especial que siempre estuvo presente. Desde lo simple, la inspiración cobra vida y se vuelve tangible en diseños sublimes que se forman gracias a manos artesanas que trabajan en conjunción, para hacer de la belleza una fuente de inspiración reveladora.
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Cuando el arte llama desde el alma creativa, aflora a través de una dedicación sobre aquello especial que siempre estuvo presente. Desde lo simple, la inspiración cobra vida y se vuelve tangible en diseños sublimes que se forman gracias a manos artesanas que trabajan en conjunción, para hacer de la belleza una fuente de inspiración reveladora.
Es que desde su adolescencia, Matías Sebastián Ceballos asimiló un oficio noble en el taller de su padre. Aplicando sus saberes como aprendiz fue descubriendo entre formas y calados, la manera de colaborar con piezas simples sin llegar a realizar la soldadura.
"Me gustaba el oficio y cuando iba a la escuela practicaba, después me fui a la Patagonia. Cuando volví a Jujuy, me puse a limpiar el taller de mi papá y ahí fue donde vi herramientas nuevas y encontré la respuesta a mi inquietud", expresó Ceballos sobre el instante en el que decidió encaminarse por el trabajo en metal.
Fue entonces que las dudas sobre su destino se disiparon y gracias a la guía de su gran maestro en orfebrería Guillermo Petrochelli, comenzó a hacer del arte sobre oro y plata una apasionada tarea que ve la luz día tras día.
"Me inicié con él y fue una experiencia muy gratificante. Hice un curso básico para principiantes y después aprendí técnicas", dijo este joven jujeño que abrevó sus conocimientos de un genio en esta disciplina.
De la transformación del metal a una joya preciosa se encarga este orfebre que trabaja a pedido en diseños sofisticados y con alma propia.
Llenos de una magia única en la que su ingenio dice presente, ofrenda a cada interesado un motivo único para elegir sus labores. Es que su nivel de entrega es al cien porque se concentra tanto en la pieza que la vuelve parte de sí mismo.
El talento brota de sus manos que hacen homenaje a lo artesanal en anillos, aros, cadenas y pulseras que tienen una expresividad digna de destacar. Luego, con el equilibrio entre habilidad y técnica se logran accesorios encantadores que se muestran al mundo de manera especial.
"Uno de mis trabajos destacados fue una rosa de plata por un reconocimiento que me llevó quince días hacer. De altura tenía 26 cm y de ancho 8 cm. y me dediqué todo el tiempo para que sea lo más parecida a la natural", expuso el orfebre que brinda un cuidado en el detalle a partir de una tarea espectacular.
La fuerza de la naturaleza se puede vislumbrar en otro trabajo; un anillo rodeado de uvas y hojas de parra, como también en uno hecho de ramas de plata con una piedra verdeada donde las grabaciones en la nervadura se hacen senderos visibles en preciosos trabajos hechos con el corazón.
Es que cada obra de arte presenta una historia que condensa el cariño por lo que se realiza. "Un lindo dije de zampoña con la cadena me tocó hacer con el desgaste propio del uso como instrumento. El detalle renegrido fue muy particular porque yo también soy músico y entiendo del uso que puede tener", reveló el orfebre que bocetea en un papel para luego ver nacer su idea ya materializada.
Así, su mirada del mundo entiende de originalidades y las expone desde su espíritu genuino, siempre a prueba y error hasta encontrar el punto que desea alcanzar. Y la magia de trabajar en el metal trasciende en rescatar la esencia de lo intangible para volverla una obra corpórea hecha poesía.