Recurro con frecuencia a una frase que resume sabiamente Gregorio Marañón, "Vivir no es solo existir, sino existir y crear, saber gozar y sufrir, y no dormir sin soñar".
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Recurro con frecuencia a una frase que resume sabiamente Gregorio Marañón, "Vivir no es solo existir, sino existir y crear, saber gozar y sufrir, y no dormir sin soñar".
Seguramente que Nelson Mandela, Luther King, Mahatma Gandhi, Teresa de Calcuta, Juan Pablo II, Abrahán Lincoln y mi madre, entre otros, tenían este concepto gravado en el corazón antes de nacer.
En cada palabra se sustancia gran parte del contenido de la vida y su expresión conjunta suena a totalidad. ¿Es esta tu manera de pensar? Seguro que sí, pero ¿tomaste conciencia y lo practicas? La respuesta afirmativa implica compromiso y participación, valores indeclinables que motivan, mueven, porque la vida es ahora, íya!,. . . . y no espera, será por eso que prueba en todo momento quienes están despiertos y atentos.
Asumirla así implica una obligación consigo mismo, forzando y acreditando todos los derechos y deberes a responder, e inmediatamente se debe posar los ojos en el medio que sustenta y en el cielo que ilumina.
Ser "creativo" plantea, ¿en qué serlo? Cualquier lugar y tiempo donde se pare siempre debe cuestionar. De allí que capacitarse sea una necesidad, la vocación está en el corazón y lo rubrica el cerebro en el inquieto pensamiento.
En su seno descubre que a diario exige actitud, disposición, es decir "estar" en la vida con todas las luces encendidas.
El tren de las oportunidades no suele pasar con frecuencia y mantenerse despierto se convierte en una sana costumbre. Eso trae como consecuencia "gozar" o "sufrir" en función de resultados no siempre acordes con nuestras expectativas, ípero en eso consiste la vida!
La alternancia debe provocar y hacer crecer (deprimirse no es lo mejor, es enemiga).
Al final de la vida no preguntarán qué tienes, sino ¿quién eres? Esta frase conmueve y replantea un horizonte que debería ser más que importante, como "ser único e irrepetible", "con dignidad" y la obligación de "ser" (no solo de tener) en el esfuerzo optimista y perseverante de crecer como persona, huyendo del ocio gris y vacío que niega y posterga. Esto nos da identidad y pertenencia, las dos caras de una misma y trascendental moneda.
"En la raíz del árbol está el secreto de la vida, en el corazón del hombre está el secreto de la felicidad". Por eso debemos alimentarnos de lo profundo, no de lo superficial; como lo hace el árbol con sus raíces profundas que crece grande y fuerte. Esto nos lleva con derechos y sin fronteras a "soñar". Entonces acortaremos tiempos y espacios y podremos soñar con un mundo mejor, sin injusticias, sin desnutridos, sin pobres, sin hambrientos ni sedientos de amor, tampoco de bienes materiales (aunque no sea lo fundamental).
Pero en apariencia ya elegimos, y lo que mostramos son resultados. Voy a repetir la frase de Santa Teresa de Jesús "Lee y conducirás, no leas y serás conducido" referencia clara y dolorosa para todos los que anhelamos un mundo de iguales, o al menos vivir con dignidad de "ser".
El derecho a "soñar con un mundo mejor" puede ser el comienzo de un nuevo amanecer, está inscripto en nuestros cimientes, nos pertenece, es algo que ni el más poderoso podrá nunca jamás impedir. Y lo habremos logrado cuando descubramos la sonrisa espontanea de jóvenes alegres (sin drogas), dispuestos a concretar sus ricos y postergados ideales.