El respeto en el don de la palabra y el esmero por dar un buen servicio a la comunidad, son características de una personalidad que hace especial a Manuel Damián Sajama, un jujeño que tiene vasta experiencia en el rubro de las tijeras pero también un pasado que lo enorgullece, unido a la fuerza.
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El respeto en el don de la palabra y el esmero por dar un buen servicio a la comunidad, son características de una personalidad que hace especial a Manuel Damián Sajama, un jujeño que tiene vasta experiencia en el rubro de las tijeras pero también un pasado que lo enorgullece, unido a la fuerza.
Desde hace veintitrés años que se retiró de la Policía provincial y hacia la mitad de esa carrera, el oficio que aprendió de sus padres y abuelos le abrieron la posibilidad de subsistir económicamente hasta la actualidad. "Para mí es un cable a tierra, una forma de trabajo que me gusta", expresó Sajama, el tilcareño que creció en La Banda y que recuerda con cariño una niñez especial entre la Quebrada y "La ciudad tabacalera". Estudió hasta tercer año en la escuela nocturna de Santa Rosa y después, buscó su futuro en Mendoza durante un año. Al volver, lo movilizó el Servicio Militar Obligatorio que hizo en el Regimiento 20, escuela de valores en tiempos de subversión. "A los 18, siendo muy joven aprendí a valorar la vida, a la familia tanto como a los compañeros. Por eso hay mucha gente que piensa que tiene que volver el Servicio Militar Obligatorio", recordó este exsoldado indicando su experiencia como reveladora.
"Cuando ingresé a la fuerza estaba el gobierno constitucional de Isabel de Perón y como había guerrillas que se movían en contra del estado, ella entregó el gobierno a Videla. Lo que viví en el ejército, era otra manera exigente de ver las cosas", comentó.
Reconocer los valores en las relaciones interpersonales así como de los elementos necesarios para la subsistencia; haciendo labores para el estado, es lo que comprendió en este tiempo.
"Integré una instrucción en el norte y de ahí nos fuimos a Tucumán e hicimos base en Montero. Fui parte de operativos en el medio de cañaverales, donde conocí cómo eran las huellas de guerrilleros-subversivos", aseguró el expolicía que llegó a hacer recorridos de noche, sufriendo emboscadas. "Con mis compañeros sufrimos heridas, los subversivos eran fuerzas que operaban contra el estado y nos atacaban. Todo esto en el marco del Servicio Militar Obligatorio, aprendimos a trabajar en equipo", dijo Sajama que no se olvida de haber dormido en una carpa enfrentando el peligro, ni de haber protegido su armamento "como si se tratara de la madre" porque era lo único que le brindaba protección.
En tierras tucumanas estuvo dos meses y medio. "Llevaba dos mudas de ropa. Hacía frío porque era entre mayo y junio. Me acuerdo que lavábamos la ropa y no se secaba", afirmó Sajama que vivió con sesenta compañeros la misma situación. "Éramos un grupo de soldados que nos acompañábamos", explicó con detalle. Toda una vivencia que guarda en su corazón porque le permitió comprender un montón de cosas que hasta ese momento percibía con cierta inmadurez.
"Cuando me dieron de baja, no me quedé. Me puse a buscar trabajo y como en ese entonces jugaba al fútbol en el Club Deportivo Luján, me conocían y pude acceder a la fuerza de la Policía. Gracias a Dios conseguí lugar y estuve 25 años trabajando ahí", dijo.
A su regreso, lo designaron como agente para trabajar en las comisarías, allí conoció de vigilancias urbanas y de los secretos sobre cómo ser un buen policía.
"En aquella época la Policía tenía un poquito más de autoridad. Hoy en día se perdió, se nota que la prioridad la tiene el delincuente. Pero antes, la gente respetaba más al personal uniformado, sea de la policía, del ejército o de gendarmería, era bien respetado, ahora todo cambió", expresó con nostalgia este trabajador que redescubriría el oficio de peluquero al transitar por la "colimba".
En ese punto de la historia, notó que se usaba el corte medio americano y la romanita. Ahora con una múltiple variedad de modelos y diseños, la peluquería logró evolucionar en un amplio catálogo para todos los gustos. "Cambió mucho el tema de los cortes de pelo. Ahora hay coiffeurs y barberos", dijo Manuel Sajama que se autodefine como un peluquero de la vieja guardia, de la época dorada de los hermanos Chañi como así también de otros colegas que ya no se encuentran en este plano.
Antes de la llegada de las máquinas eléctricas, las que se utilizaban eran manuales y había que regularlas por lo que se trabajaba más con peine y tijera. Así es que a Sajama le tocó atravesar aquellos raros peinados nuevos. "Cuando los varones usaban el pelo largo, llevaban el corte caniche con rebaje arriba y más largo para abajo", rememoró el tilcareño e integrante de ateliers de Salta y Tucumán para aprender mejor.
En su tiempo, trabajó en infantería y radiopatrulla. Hoy sigue firme en la labor a la que concurre desde su hogar en barrio Coronel Arias. "Vienen niños, los padres con bebés recién nacidos y jóvenes que me traen los modelos de cortes en el celular para hacerlos como los jugadores de fútbol", expresó Sajama, indicando que aunque muchos tienen el cabello rebelde o "arremolinado", le piden; "hacé lo posible por dejarlo parecido al de Julián Álvarez, por favor".