Ocho días después del bullicio central de la Manka Fiesta, La Quiaca vuelve a reunirse para vivir un momento distinto pero profundamente significativo: la Octava, el cierre ritual y comunitario de una de las ferias más antiguas del mundo andino.
Esta tradición, heredada de las festividades religiosas coloniales que extendían sus celebraciones durante ocho días, fue resignificada por las comunidades de la Puna jujeña y comunidades del vecino país de Bolivia.
En la actualidad, la Octava combina elementos católicos y andinos, en un acto tradicional de agradecimiento, despedida y renovación que congrega a quienes ofrecieron sus productos en la semana anterior.
Durante la jornada, los feriantes y pobladores regresan al predio para compartir comidas, música y coplas, y aprovechar en adquirir, degustar e intercambiar lo poco bueno que quedó después de jornadas de mucha actividad.
Es tiempo de reencuentro donde predomina el afecto, la gratitud y la memoria colectiva. Muchos aprovechan para realizar los últimos trueques, cerrar los puestos y agradecer a la Pachamama por la abundancia recibida.
Más íntima y local que los días principales, la Octava mantiene viva la esencia comunitaria de la Manka Fiesta que es compartida principalmente por los quiaqueños y vecinos de poblados cercanos que se congregan en el predio.
Lejos de ser solo una continuación, representa el retorno a la calma, el agradecimiento por lo vivido y la reafirmación del lazo que une a las comunidades de la Puna con su tierra y sus tradiciones.
A pesar que no se ofrece en gran cantidad y variedad los diversos productos, igualmente el público concurre permanentemente porque sabe que encontrará lo que necesita y que difícilmente tenga la oportunidad de conseguirlo en otro lugar y al precio que allí se ofrece.
Otros concurren en familia a degustar una exquisita elaboración gastronómica típica de la zona, pero también para saborear tamales, picantes, cordero a la estaca, sopas nutritivas, guisos de quinua y de papa verde, y otras preparaciones a cargo de cocineras con sus técnicas y secretos.
Por la jornada comicial del próximo domingo, la Octava se reducirá a la presente jornada y la de mañana, aunque el domingo habrá actividad en el predio pero será seguramente mínimo y se prevé que cerca de las 18 co
mience a reactivarse hasta la medianoche o un poco más mientras los feriantes inician el regreso hacia sus lugares de origen.
Productos agrícolas andinos, especias, harinas, carnes, variedades de papas andinas, tejidos, artesanías en madera, metal y piedra, licores, vinos, chicha de maní y de maíz, repostería regional, ollas y utilitarios en barro se podrán observar y adquirir en estos últimos días de la Manka.
El intendente Dante Velázquez en un recorrido que hizo ayer saludó a los feriantes y les agradeció (nuevamente) su participación, manteniendo viva una vieja tradición que persiste en el tiempo y que quiere revalorizar con conseguir su declaración como Patrimonio de la Humanidad.
Con su secretario de Cultura y Turismo municipal, Dante Dodi compartió el beneplácito de haber concretado una muestra tradicional, cultural y productiva manteniendo la identidad y los principios por los cuales surgió y se mantiene convocando en la región limítrofe.