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24 de Junio,  Jujuy, Argentina
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La vida, la muerte

Miércoles, 14 de agosto de 2024 01:04

No son los hechos. Es la mirada que tenemos de los hechos.

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No son los hechos. Es la mirada que tenemos de los hechos.

No son los hechos, son las expectativas que tenemos de cómo deberían ser las cosas.

Hace siglos que venimos confundidos. Desordenados. No salimos del medioevo. Aún creemos que somos el centro del universo. Creemos que podemos salvar al planeta.

A lo largo de la historia el planeta ha vivido a pesar de nosotros. No es el planeta quien no necesita, sino nosotros a él. Por eso es que es importante respetarlo y agradecerle la riqueza infinita, porque la necesitamos. Necesitamos nuestra madre tierra.

Ordenarnos es poder ver quiénes somos, cuál es nuestro lugar, de dónde venimos, a dónde miramos, a dónde vamos, quién es el otro, cuál es su lugar. Ordenarnos es ver ante qué estamos. La vida, la muerte, son más grandes que nosotros. Son misterios a vivir. Ellos suceden, no necesitan nuestro consentimiento.

Kubler Ross hablaba de la rueda de la vida. Einstien decía de la energía que nada se pierde, todo se transforma.

Cuando buscamos entender los misterios de la vida, es como tratar de encerrar el infinito en lo finito. A la mente le excede eso que es más grande. Cuando de todas maneras buscamos hacerlo, no nos queda más que la pena eterna, que vivir sin vivir, con resentimientos que se retroaliementan de días sin sol - sin abrazos. Porque cuando la interpretación es lo injusto, es imposible estar en paz.

La responsabilidad es individual, la comprensión abarca lo colectivo. La vida es un perfecto equilibrio, donde las compensaciones traspasan generaciones. Hay mucho que podrá mirarse y verse, si buscamos la mirada correcta.

Vida y muerte se tocan, así como el inicio y el fin.

Por mucho tiempo me resistí al dolor de lo que fue, a lo injusto que sentí que fue la vida para los que amo. Mi madre perdió a su papá cuando tenía 8 años. Mis padres perdieron una casa que compraron por una estafa de mi tía. Mi cuñado murió de 33 años y junto con su muerte, murieron acuerdos, y algún papel que la empresa "no recuerda". En dos años perdí mis dos tíos, mi nona, sólo por mencionar sólo algunas pérdidas. Cuento esto porque a veces las personas creen que algunas cosas las digo de puro romántica de la vida. Veo el impacto temporal y más allá del tiempo de éstas pérdidas y me duele el dolor del otro, más que mi propio dolor.

No es romanticismo, ni ajustarme a lo que las teorías dicen del duelo.

No concibo la vida sin madurar, sin crecer, sin caminar a la sabiduría.

Dice Hellinger: "La muerte es más grande que la vida. El reino de los muertos es el reino más grande y el que permanece. La vida es algo transitorio, algo que emerge y vuelve a hundirse. Eso de lo cual emerge la vida, eso es lo grande. Y aquello en el que la vida vuelve a hundirse y sumergirse, eso es lo grande... Todo está guardado allí y nada se pierde".

No pretendo que sea un consuelo lo que traigo. Sólo ofrezco. Ofrezco eso que recibí, que me abrazo. Que me hace poderosa y no sólo fuerte. La fuerza que viene de la desconexión, del dolor no tramitado es algo vacío - lo vemos en esa sensación de "tengo todo o mucho o lo que necesito, pero me falta algo"

Poder mirar desde otros ojos es una invitación a la felicidad. "La gran felicidad realmente requiere de coraje" (Hellinger).

Somos ese tejido, ese entramado perfecto donde todo vive en el alma. No conocí a mi abuelo, pero el vive en mí, en parte de mi mirada, en mis pasiones.

Comienzo a reconocer que abrirme a la vulnerabilidad me deja entera. Que la vida es así. Un asentir a lo que fue, a lo que es.

En el reloj perfecto todo tiene su tiempo de ser, de transformarse, de tomar otras formas. Cuanto antes aceptamos esto, nos reconciliamos con el destino.

Nada está más vivo, que lo muerto.

Vida, muerte. Misterios a mirar, a abrazar, a asentir.

Finitud, coraje, vulnerabilidad. Tomar, soltar.

La rueda de la vida. Decía Bernández: "si para recobrar lo recobrado, debí perder primero lo perdido. Si para conseguir lo conseguido, Tuve que soportar lo soportado… Tengo por bien sufrido lo sufrido. Tengo por bien llorado lo llorado. Porque después de todo he comprobado que no se goza bien de lo gozado, sino después de haberlo padecido.

Porque después de todo he comprendido, que lo que el árbol tiene de florido, vive de lo que tiene sepultado".

(*) Licenciada en Psicología; coach ontológico profesional; magister en Salud Pública con mención en Atención primaria de la salud; especialista en Salud Pública; consteladora; facilitadora en procesos de comunicación, resolución de conflictos, expansión de la conciencia, liderazgo; coordinación de grupos y conciencia de redes; y facilitadora en entrenamientos a líderes en gestiones de oratoria y comunicación. [email protected], cel. 3884416256.

 

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