"Sin solicitar, nacemos. . . y un día sin querer, debemos partir". íCet la Vie! (es la vida), dirían los franceses.
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"Sin solicitar, nacemos. . . y un día sin querer, debemos partir". íCet la Vie! (es la vida), dirían los franceses.
Jorge L. Borges dice en "Final de años". "Ni esa metáfora baldía que convoca un lapso que muere y otro que surge. . . aturden y socavan la altiplanicie de esta noche y nos obligan a esperar las doce irreparables campanas. . . "Es decir, de una forma u otra la conmemoración nos convoca, no se renuncia". So pena de ausentarse del mundo. Solo una pequeña introducción alusiva al tema.
Desde luego que muchos escritores, filósofos, sociólogos, están anotados en primera línea. Pero de una forma u otra, todos contribuimos a crear un clima diferente en esa fecha, la gente común dando una modesta opinión o contando experiencias. Es innegable que conmueve, la emoción ocupa a sus anchas un lugar en clima tan festivo como arraigado en nuestra sociedad, embargando a todos y no infrecuentemente hasta las lágrimas cuando aprietan los recuerdos de amores ausentes.
Como vemos, una constante que sabemos es real, no discrimina y abarca a la humanidad en su totalidad a lo largo de la historia. En el medio, es decir durante la existencia de sus días, ocurren innumerables acontecimientos que serían imposibles medianamente recordar. Pero hoy nos convoca ese "día", el del resumen anual. El calendario inocente y pragmático acompaña, deja caer sus páginas tras las sombras de la noche y la eternidad como una aspiradora gigante acumula y ordena en silencio sucesos olvidados.
Quiero decir que todo cuanto ocurre queda registrado para siempre; no solo en la distancia de lo desconocido, también en lo íntimo de la conciencia, o mejor dicho, de la inconsciencia.
Y ahora que "el año se fue" y "uno nuevo" deslumbra con presencia, esplendor y personalidad, un rosario de pensamientos se amontona y desbordan ansiosos sobre el escenario de luces, comidas y copas. En realidad el festejo materializa una alegría postergada por adversidades y otras yerbas, nace en el pecho y en segundos se extiende por el cuerpo queriendo abrazar a todos, e incorpora igualmente bajo el mismo sentimiento de afecto al conjunto por igual. No solo por lo vivido, también en la copa que se eleva se suma como una proeza haber "logrado llegar".
Estrenar un nuevo año no es poco, obviamente con lógicos misterios encerrados en 365 días. Como lo miremos, "fin de año" es una fiesta donde la vida expresa su saber y memoria abriendo un abanico de esperanza a proyectos nunca archivados.
El resultado es variado, tanto como el silencio del que sufre la ausencia de un ser amado y en el otro extremo, la alegría del hombre feliz. Es decir, el profundo goce que otorga el bienestar a quien todo lo tiene en lo humano y da gracias a Dios por el año que se va y previsiones por el que se inicia.
Todos experimentamos un gozo particular en estas fiestas, no sé si por haber "llegado" o porque emocionalmente contagia la humanidad que alborozada festeja. Con ese sentir depositamos en el inmutable calendario un rosario de esperanzas, propósitos, alegría y sobre todo buena salud.
Es importante la referencia matemática, porque se reflotan intenciones a veces olvidadas en las mil ocupaciones que la vida propone. Además, da lugar al momento y espacio para el abrazo reconciliador o el postergado con un hijo o familiar amado. Todo debe ser acorde y prudente, como una buena manera de valor las licencias que Dios otorga cada amanecer. Feliz Año Nuevo amigos lectores.