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25 de Junio,  Jujuy, Argentina
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Laberintos humanos: Cuando desperté

Lunes, 27 de abril de 2020 01:04

Las cosas, sobre todo las que ocurren en la madrugada, suelen tener comienzo pero no siempre un final. Esto que les digo puede sonar extraño, pero paso a explicarme. Les hablo de esta noche, cuando me despertó el aullar de tantos perros como los hay en la cuadra de mi barrio.

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Las cosas, sobre todo las que ocurren en la madrugada, suelen tener comienzo pero no siempre un final. Esto que les digo puede sonar extraño, pero paso a explicarme. Les hablo de esta noche, cuando me despertó el aullar de tantos perros como los hay en la cuadra de mi barrio.

Capaz que comenzaran antes, quien sabe si media hora o diez segundos, y los aullidos se metieron en mi sueño molestándome tanto que terminaron por despertarme, que es cuando, para mí, realmente empezó la cosa. Porque hay algo que tengo muy claro: puede ser que el día empiece cuando sale el sol, pero para mí lo hace cuando me despierto, no sé si me explico. Desde que me desperté, llené la pipa con tabaco y la pava eléctrica con agua para el mate, entonces fue que sucedieron las cosas. Probablemente un poco antes, cuando aún bajo la frazada supe que ya no podía seguir durmiendo (y soñando con ese zorro que se me metía entre las piernas, como les conté ayer).

Con esa preocupación casi angustiada de seguirlos escuchando aún despierto fue que empezó a suceder esta historia, pero vaya a saberse cuándo terminó. Promediaban los mates, ya iba por la tercera o cuarta pipa, lo que quiere decir que habrá pasado casi una hora, entonces caí en la cuenta que los perros ya no aullaban. Como no soy de mandarme muchas macanas durante el día, soy de buen dormir, y pronto me volvió a dar sueño, pese al mate y al tabaco, y ayudado por el silencio recuperado del final de la noche, cuando ni los gallos aún gritan, volví a la cama y me arropé agradecido.

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