Por Emiliano Rodríguez. Secretario general de redacción de NA
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Por Emiliano Rodríguez. Secretario general de redacción de NA
No fue Queen, por mencionar a una de las bandas predilectas del presidente Mauricio Macri, pero sí nuestros más modestos Ratones Paranoicos los que parecen haber sido capaces, aunque sin proponérselo claro está, de concebir una de las canciones que mejor refleja y describe hoy el momento político por el que transita el Gobierno.
Si en algún programa de radio o de televisión fuera necesario musicalizar la actual coyuntura después de las elecciones del 22 de octubre pasado, ¿qué otro hit sino "Para Siempre", ese gran éxito compuesto en forma conjunta con Andrés Calamaro, podría ubicarse al tope de las preferencias?
"Quisiera que esto dure para siempre", dice la letra de una de las canciones emblema del rock nacional; "casi tanto como una eternidad", agrega el tema, incluido en el disco de 2001 "Por Siempre Diego", publicado en homenaje al astro Diego Maradona, que se había retirado de la práctica activa del fútbol un puñado de años antes, en 1997.
El macrismo como sello político no había nacido siquiera en aquel entonces, pero hoy en día, una década y media más tarde, no solo es la agrupación que gobierna la ciudad de Buenos Aires, la Provincia y la Nación, sino que los resultados que obtuvo en los recientes comicios de medio término lo han elevado a un estado de nirvana inimaginable un par de años atrás.
Si antes de las últimas elecciones presidenciales, en 2015, alguien decía no solo que el ganador sería Macri, sino que dos años más tarde la coalición de Gobierno, el frente Cambiemos, se convertiría en la fuerza más votada de la Argentina, igualando un récord de 1985 al haber anudado victorias en los "cinco grandes" distritos del país (Ciudad, provincia de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y Mendoza)... ¿quién iba a creerle?
Lo cierto es que ocurrió y está ocurriendo. El oficialismo se ubica en la cresta de la ola, mientras que son ahora el peronismo en general y el kirchnerismo en particular los que se ven obligados a cumplir ese rol de "oposición deshilachada" del que tanto se mofaban en público algunos aduladores del Gobierno anterior un par de años atrás.
A la luz de la respuesta obtenida en las urnas, le resultó por demás exitosa al Gobierno su estrategia de polarizar con el frente Unidad Ciudadana que armó de urgencia la expresidente Cristina Kirchner luego de romper con Partido Justicialista (PJ), suponiendo que iba a recolectar los votos necesarios para ganar en la provincia de Buenos Aires.
Un "traje de Fernando de la Rúa" a medida
Pero ahora, en esta etapa que se inició después de la compulsa electoral, un nuevo escenario se abre para el oficialismo, que luce más robusto que antes de los comicios, pero que debería resolver qué papel le permite cumplir a Cristina, desde su cargo de senadora, con vistas a 2019: ¿le suelta el carretel para que mantenga un vuelo propio o le manda a confeccionar una especie de "traje de Fernando de la Rúa" a medida? El exmandatario de la Alianza logró sortear las causas judiciales en su contra, pero su vida política quedó acabada. Hace apenas poco más de cuatro años eran los lugartenientes de la expresidenta, sus aliados y admiradores más cercanos los que se ilusionaban con una "Cristina eterna", hasta que un revés en las urnas, propiciado sobre todo por el líder del Frente Renovador, Sergio Massa, echó por tierra aquella quimera.
En la actualidad, quién diría que es al propio macrismo al que pareciera convenirle políticamente que la figura de la expresidenta, de la "jefa", permanezca vigente para continuar dividiendo aguas, como claramente acontece por estos días en la sociedad argentina.
La premisa de "ellos o nosotros" caló hondo en el electorado nacional, que respaldó a Cambiemos -cuatro de cada 10 personas votaron a candidatos del Gobierno el pasado 22 de octubre- y generó que el kirchnerismo quedara reducido a prácticamente una fuerza distrital, capaz de ganar solo donde cuenta con el apoyo de su núcleo duro, o lo que queda de él: allí en la populosa tercera sección electoral bonaerense.
Tras la ruidosa caída de su ex "superministro" Julio De Vido, a quien además de soltarle olímpicamente la mano ni siquiera mencionó en sus recientes declaraciones públicas, el futuro inmediato de Cristina quedó cubierto por un manto de incertidumbre al estar implicada en causas en las que se investigan también presuntos casos de corrupción.
En el corto plazo, de todos modos, la ex presidenta no debería afrontar grandes inconvenientes para asumir como senadora, ya que -a diferencia de lo que ocurre en Diputados-, en la Cámara alta del Congreso los legisladores, respetando una suerte de "pacto de caballeros", son más proclives a desestimar pedidos de desafueros.