Una provincia descarrilada
El tercer descarrilamiento sucesivo de el Tren a las Nubes es un símbolo de la ausencia de políticas públicas en Salta. Hace 16 meses, tras un "incidente", el gobierno provincial anunció la estatización del servicio como "una muestra de que Juan Manuel Urtubey es un gobernador visionario". Pablo Kosiner, entre tanto, afirmaba que "Salta marca el rumbo a las demás provincias". El rumbo ya está claro y es mejor tomar otro. El problema de fondo es que el Tren a las Nubes descarrila porque no hay mantenimiento; para invertir en mejorar los rieles, las autoridades nacionales (Florencio Randazzo) exigen "rentabilidad"; como la provincia no avanzó en producción rural, minera e industrial exportable, no hay qué enviar a la cuenca del Pacífico a través de los puertos chilenos; por lo tanto, el ramal C 14 está condenado a muerte.En ocho años, entre el cepo, las trabas al comercio exterior, las retenciones y el precio del transporte, la producción de Salta languidece, porque no existen políticas provinciales de Estado para compensar los desajustes y apuntalar nuestras ventajas competitivas y comparativas.
Para el campo, el ordenamiento territorial es una calamidad por donde se lo mire. La actividad hidrocarburífera de la provincia fue sentenciada a muerte, la minería está a la espera y el gobierno decidió prescindir de una estrategia turística.
Salta es noticia nacional por los escándalos, pero está afuera del interés estratégico.
A 16 días del balotaje presidencial, más allá de algunos anuncios aislados, no hay indicios de que alguno de los dos candidatos tenga un plan claro para los tres millones y medio de hectáreas que podrían ser incorporadas a la producción; se trata de una superficie mayor que la de Bélgica, pero que en la actualidad expulsa a sus habitantes por falta de oportunidades y donde proliferan la pobreza y el desempleo.
Tampoco es visible la voluntad de invertir en un servicio ferroviario de carga, o en la creación de infraestructura como para que 160 mil hogares salteños que hoy usan garrafa o leña reciban gas natural domiciliario.
Este no es un simple déficit de los candidatos: es que Salta quedó afuera de la agenda.
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Una provincia descarrilada
El tercer descarrilamiento sucesivo de el Tren a las Nubes es un símbolo de la ausencia de políticas públicas en Salta. Hace 16 meses, tras un "incidente", el gobierno provincial anunció la estatización del servicio como "una muestra de que Juan Manuel Urtubey es un gobernador visionario". Pablo Kosiner, entre tanto, afirmaba que "Salta marca el rumbo a las demás provincias". El rumbo ya está claro y es mejor tomar otro. El problema de fondo es que el Tren a las Nubes descarrila porque no hay mantenimiento; para invertir en mejorar los rieles, las autoridades nacionales (Florencio Randazzo) exigen "rentabilidad"; como la provincia no avanzó en producción rural, minera e industrial exportable, no hay qué enviar a la cuenca del Pacífico a través de los puertos chilenos; por lo tanto, el ramal C 14 está condenado a muerte.En ocho años, entre el cepo, las trabas al comercio exterior, las retenciones y el precio del transporte, la producción de Salta languidece, porque no existen políticas provinciales de Estado para compensar los desajustes y apuntalar nuestras ventajas competitivas y comparativas.
Para el campo, el ordenamiento territorial es una calamidad por donde se lo mire. La actividad hidrocarburífera de la provincia fue sentenciada a muerte, la minería está a la espera y el gobierno decidió prescindir de una estrategia turística.
Salta es noticia nacional por los escándalos, pero está afuera del interés estratégico.
A 16 días del balotaje presidencial, más allá de algunos anuncios aislados, no hay indicios de que alguno de los dos candidatos tenga un plan claro para los tres millones y medio de hectáreas que podrían ser incorporadas a la producción; se trata de una superficie mayor que la de Bélgica, pero que en la actualidad expulsa a sus habitantes por falta de oportunidades y donde proliferan la pobreza y el desempleo.
Tampoco es visible la voluntad de invertir en un servicio ferroviario de carga, o en la creación de infraestructura como para que 160 mil hogares salteños que hoy usan garrafa o leña reciban gas natural domiciliario.
Este no es un simple déficit de los candidatos: es que Salta quedó afuera de la agenda.