Cristóbal Colón partió del Puerto de Palos con la supuesta intención de encontrar una nueva ruta que condujera a la India. Pero, por esos hechos "fortuitos" del destino, en lugar de llegar a la India descubrió un nuevo continente. Esto es lo que ha afirmado la historia oficial hasta el momento.
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Cristóbal Colón partió del Puerto de Palos con la supuesta intención de encontrar una nueva ruta que condujera a la India. Pero, por esos hechos "fortuitos" del destino, en lugar de llegar a la India descubrió un nuevo continente. Esto es lo que ha afirmado la historia oficial hasta el momento.
Sin embargo, está comprobado que ya se conocía la existencia de lo que hoy conocemos como América desde mucho antes de los tiempos de Colón y que varias civilizaciones visitaban estas tierras, con lo que queda totalmente desacreditado el hecho de que Colón fuera el primero en arribar aquí.
Fenicios, vikingos, chinos, egipcios, hebreos e incluso los templarios visitaron las tierras americanas desde varios siglos antes de que apareciera Colón en escena. Por lo tanto es válido preguntarnos si el viaje del Almirante al Nuevo Continente no fue en realidad un intento de "oficializar" el conocimiento que ya se tenía de América.
Cuando analizamos las similitudes entre algunas civilizaciones americanas en relación con la egipcia, vemos que ambas culturas coinciden tanto en la construcción de pirámides, en sus calendarios lunares de 370 días (con cinco más considerados nefastos), como en la momificación de sus muertos. Además, en muchas momias egipcias se han encontrado altas dosis de nicotina, siendo el tabaco la única planta capaz de poseer tales niveles de esa sustancia; vegetal que sólo se encontraba en América por aquellos días. También existen registros de viajes realizados por los egipcios a la llamada Tierra de Punt de donde regresaban cargados de mirra, incienso, oro, plata, maderas preciosas y esclavos. Las investigaciones realizadas por científicos de todo el mundo, en especial por el belga-argentino Paul Gallez (1920/2007), coinciden en afirmar que la Tierra de Punt se halla en América del Sur, a orillas del río Titicaca, en una región conocida como Puno, en Perú. Las expediciones que más repercusión tuvieron a la Tierra de Punt fueron las realizadas por la reina Hatchepsut (1501-1482 aJ).
Gallez, realizó -asimismo- una amplia investigación sobre mapas antiguos para demostrar que América era conocida mucho antes de la Era de los Descubrimientos, inspirado en trabajos previos realizados por los doctores Dick Edgar Ibarra Grasso y Enrique de Gandía.
También los hebreos se trasladaban a las tierras americanas desde la época del rey Salomón. Ellos la llamaban Tierra de Ofir, coincidiendo en ubicación con la Tierra de Punt de los egipcios. Los fenicios continuaron con estos viajes iniciados por Salomón, y la prueba de su llegada a estas tierras se encuentra en las dos naves fenicias halladas en las estelas centrales del Templo de Sechim, en el valle de Casma, Perú, ruinas que datan de unos 3.000 años.
Entre los años 982 y 985, el vikingo Eric el Rojo fue expulsado de Islandia y se estableció en una isla cercana a la que llamó Groenlandia (tierra verde). En el año 1000, su hijo, Leif Erikson, guiado por relatos de otros navegantes, llegó a una región que llamó Hellulandia (hoy, Labrador), y posteriormente a la actual Terranova y a una zona que denominó Vinlandia o País de las Viñas (hoy, Nueva Escocia). La colonia establecida por Leif en América del Norte fue hallada en L Ans aux Meadows, Newfounland, Canadá por el noruego HelgeIngstad.
También se ha investigado la presencia de los chinos en América antes del primer viaje de Colón. Uno de los hallazgos más significativos que pretende demostrar esta hipótesis es la de unas anclas pertenecientes a embarcaciones chinas, encontradas frente a Palos Verdes, Estados Unidos, que parecen tener entre 500 y 1000 años de inmersión. Y otro dato interesante es que se han encontrado 89 nombres peruanos de tiempos precolombinos que tienen un significado en chino y 118 nombres geográficos de la misma región peruana que poseen su equivalente en nombres geográficos chinos. A más, se ha demostrado que algunos ropajes utilizados por el inca eran de seda china, lo que demuestra que -en efecto- hubo un intercambio entre ambas culturas en épocas precolombinas.
En la provincia de Santiago del Estero (Argentina), el investigador Bernardo Graiver halló que los signos inscriptos en unas cerámicas recogidas en el subsuelo de esa región, llamadas "quilques" (que significa "escrituras" en lengua quechua), se corresponden palabras con alfabetos de distintas etnias de Asia Menor, entre ellas términos en arameo escritas en el Fenicio de Biblos y el Hebreo Arcaico e igualmente el KtavIad o cursivas del siglo II aJ.
También se sostiene que la Orden de los Caballeros Templarios obtuvieron de sus viajes a América el oro y la plata que les permitieron tener gran poderío económico en el siglo XII, y con los cuales lograron financiar la construcción de más de setenta iglesias y ochenta catedrales en Francia. Llama la atención comprobar que en aquél entonces el oro no abundaba y había poca cantidad de plata en circulación debido a las escasas minas explotadas en la Edad Media. Sin embargo, los templarios conseguían ese metal sin ninguna dificultad, luego de los viajes que efectuaban desde el puerto francés de La Rochelle, situado sobre el Océano Atlántico, con rumbo desconocido.
Ahora bien, la pregunta que nace luego de estas apreciaciones es: ¿pudo Colón estar informado de la existencia de América y de la llegada de estas civilizaciones antes de su primer viaje de 1492? La respuesta es: sí, lo conocía, y también los reyes de España. Colón, dentro de las investigaciones que realizó antes de partir, estuvo recabando información en la Orden de Calatrava, en donde fueron destinados la mayor parte de los archivos y pertenencias de los Caballeros Templarios, luego de que esa Orden fuera disuelta. Allí encontró Colón los datos que necesitaba para llegar a América sin contratiempos. Información que utilizó para garantizarles a los Reyes Católicos el éxito de su expedición y convencerlos, de este modo, de la conveniencia de que fueran sus patrocinantes. Recordemos que los barcos de Colón portaban velas templarias, mostrando la cruz característica de aquella antigua Orden, artilugio que utilizó para tener un buen recibimiento de los indios, acostumbrados a la llegada de navíos con esa insignia. Y así fue. Los indios recibieron a Colón con mucha camaradería mostrando, además, conocer perfectamente el sentido de la cruz presente en las velas de los barcos.
Por lo tanto, el viaje del "descubrimiento" tuvo como clara intención "oficializar" el conocimiento del Nuevo Continente para poder apropiarse en forma legal de las riquezas que era conocido que abundaban en estas tierras y, así, recuperar el poderío económico que había perdido España en su campaña contra los moros. Cristóbal Colón fue el astuto navegante que logró el objetivo que muchos hubieran podido alcanzar si hubiesen tenido su misma tenacidad y ambición de prestigio y reconocimiento.
(*) Antonio Las Heras es doctor en Psicología Social, magister en Psicoanálisis, historiador y parapsicólogo. "Masonería en la Argentina: Enigma, secreto y política", es uno de sus recientes libros. www.antoniolasheras.com.