Cuando se habla de materiales para la construcción, resulta imposible dejar de lado a los ladrillos. Estos pueden fabricarse mediante procesos industriales, con hornos especiales y diferentes tecnologías, que permiten obtener distintos tipos y calidades según el uso.
Sin embargo, en nuestra provincia, y en diferentes regiones de nuestro país la producción es principalmente artesanal, con escaso o nulo uso de tecnología. No existen fábricas de ladrillos especiales en Jujuy, y aunque en distintos puntos de la provincia se registran yacimientos de arcilla, no se cuenta con depósitos de volumen suficiente que justifiquen la instalación de una planta industrial.
La elaboración artesanal de ladrillos consiste en extraer la arcilla de canteras o yacimientos naturales, dejarla reposar para homogeneizar sus propiedades y triturar los terrones más grandes hasta obtener una pasta uniforme. Luego se mezcla con agua, hasta alcanzar la consistencia de barro, y en algunos casos se le agrega paja o aserrín para mejorar su resistencia.
El material se coloca en moldes de madera que definen el tamaño del ladrillo. Posteriormente, las piezas se dejan secar al sol hasta perder la mayor parte de la humedad. Una vez secos, se arman hornos con los mismos ladrillos y se cocinan con leña a altas temperaturas hasta lograr su endurecimiento.
En algunas ladrilleras se producen tres variedades: los ladrillos comunes, los ladrillones y los ladrillos para revestimiento. En la provincia se destacan, por su volumen de producción, las ubicadas al oeste de la ruta nacional Nº 9, entre la latitud de los barrios Los Molinos y Alto Padilla. Se trata de pequeñas canteras de distintos productores que abastecen a gran parte de la construcción en San Salvador de Jujuy.
Cuando hablamos de las arcillas utilizadas para la elaboración de ladrillos, no son puras: contienen limo y arena fina. Los depósitos de "arcillas" tienen forma lenticular, originados probablemente en antiguos lagos o depresiones donde se acumularon sedimentos finos.
Estos materiales suelen encontrarse intercalados en capas continuas, caracterizados por la presencia de aluviones y por flujos de barro y piedra. Las capas, corresponden a niveles superiores de depósitos del Cuaternario -Periodo geológico reciente-.
Aunque se trate de una actividad artesanal, la producción de ladrillos implica tareas propias de la minería: extracción manual (y a veces mecanizada) de tierra, generando canteras, obtención de agua, modificación de la geomorfología.
La construcción y manejo de hornos, además del traslado del material. Todo este proceso, en el área de la cantera, corresponde en términos técnicos, a actividad minera. La modificación de la topografía, consumo de recursos hídricos y generación de impactos ambientales requieren ser regulados.
Si bien las canteras son pequeñas, su número en explotación es elevado. Por ello resulta necesario que las autoridades competentes ejerzan un control adecuado sobre la explotación. Dada su naturaleza artesanal, no debería exigirse a estos productores el mismo nivel de trámites que a canteras industriales o de la minería en general, pero sí registrarlos en minería, brindarles asesoramiento y establecer un mecanismo que permita informar estadísticas de producción sin imponer cargas impositivas excesivas.
En un contexto de cambio climático, donde la topografía, la biodiversidad y las condiciones sociales se ven alteradas, se vuelve indispensable reforzar los controles y garantizar que este tipo de actividades se desarrollen de manera sostenible.