Llega hoy un espacio en las vidas de todos los jujeños, donde debemos dar lugar al silencio, al recuerdo, al amor y dolor por el ser ausente para siempre. Todos tenemos algún ser querido que ya no está. Puede ser una madre, padre, hermano, hijo, amigo o vecino.
Este es un día de profundo simbolismo nos reúne a todos y nos convoca al recogimiento, más allá de las creencias de cada uno; más allá de las convenciones sociales y de las miradas personales, sobre la existencia en esta vida y la continuidad después de la misma. Hoy es un día de respeto universal, nos atañe a todos, y de diferentes formas cada ser se conmueve y su corazón y mente buscan una explicación... diferentes formas de mirar la vida, diferentes formas de mirar la muerte. Busco en mis amigos Poetas esas diferentes formas.
Voy al encuentro de un “Rubáiyat” del poeta persa Omar Khayyám (1040-1123): “Conténtate con saber / que todo es misterio: / la creación del orbe y la tuya, / el destino del orbe y el tuyo. /Sonríe a estos misterios/ como a un peligro / que desprecias. / Nada sabrás al franquear / la puerta de la Muerte. / ¡Paz a los hombres / en el negro silencio / del Más Allá!”. Ahora damos ingreso a un escritor “muy nuestro”, aunque no es jujeño, pero es muy nuestro Atahualpa Yupanqui y un fragmento de un cuento: La Cuna, de “Aires Indios”, (mzo. de 1947- Montevideo):” ¿Recuerdan aquellos baúles antiguos, “cabedores”, cuyas tapas tenían la profundidad de una batea? Bueno: esas tapas de baúles, viejas, quebrajeadas, sirven de cuna a muchos changuitos del cerro... En esa cuna, entre un revoltijo de ponchos multicolores, rotos y sucios pasan los niños los inviernos bravos...
Si les ha tocado “cueriar” una oveja despeñada, el chango tiene una expresión alegre, porque sabe que tendrá “cuerito lanudo” para ablandar su “cama”. La tierra es más blanda que la tapa del baúl. Pero para dormir en la tierra hay que esperar el verano. Porque en invierno, la humedad y el enorme frío hacen toser al muchacho. Vienen las fiebres, los quejidos... y entonces el Tata sale hacia la quebrada a buscar la médica, mientras la madre lo mira a su chango, pensando que la Pachamama lo ande precisando a su hijo: - “Lo ha agarrao la tierra...”.
Si la desgracia ocurre, el chango cierra los ojos, esos ojitos pequeños que sólo vieron miseria de hogar e inmensidad de cerro. Entonces, entre el Tata y otros vecinos, ...comienzan a fabricar el ataúd para el niño muerto. ¿Y cuál puede ser la tabla mejor para ese ataúd? ¡La tapa del baúl! ¡La cunita del chango...!
De Elba Melés, Decires (2010) - Adiós: “Sin despedirte te fuiste, / te fuiste sin decir adiós, / partiste en busca de Dios / la tarde que te perdiste. // Nadie te pudo encontrar / Ni decir dónde estabas, / íAy esposo que guardabas / ese grito sin gritar! // ¿Cuál habrá sido tu frío, / tu temor cuál habrá sido? / ¡Y este dolor que hoy es mío // Y no me quiere dejar! / Recordando lo vivido, / el alma vuelve a llorar”.
Del Poeta de Luz de Otoño, (1984) Carlos E. Figueroa, “Interrogante”: Si vida es ansia, sueño, dentellada, / fragor, espera, vanidad, gemido; / si todo es tiempo, plazo indefinido, / lucha perdida entre pared y espada. // Si lo cierto es la súbita aldaba / con que llama la muerte a su elegido; / si el reverso no tiene más sentido / que lo que entierra la postrer palada, // ¿por qué presumo que no vivo en vano, / que soy designio, móvil de una mano, / pieza de un juego, prenda, desafío? // ¿Por qué creer que cuando muera / comenzará la vida verdadera / y que mi sed, por fin, tendrá su río?
A continuación, la Poeta Graciela Volodarski, de su libro Agosto en la Piel (2014) un frag. de “El mismo cielo”: ...” A esta tierra me trajo el son de la campana / La puesta de la tarde / Los albores tibios de una esquina / El farol Las tinajas La lumbre Las espinas / ... / A esta tierra me trajo un pasaje de ida sin regreso / Me entregué al invierno duro, cotidiano / El viento hachándome los ojos / un día lunes con flores en la mano. // A esta tierra le entregué mis hijos / Enterré mis muertos / Levanté mi casa / Tomé de su chicha, bebí de su vino / Le otorgué mi canto / Renové de su vientre mi palabra”.
De Carlos F. Mallagray, su libro, Vía Muerta (1996) el Poema, ¿Así nomás será la muerte?: “¿Así nomás será la muerte? / Tan mansa... // Un pequeño dolor hacia la izquierda, / después la calma. // Yo le pedí a mi corazón en un poema / que se quedara / quieto de repente y sin aviso. / Sin decir nada. // Cuesta respirar hondo / con esta golondrina dolorida. // A pesar de todo / estoy disfrutando los instantes / más hermosos de la vida”.
Ahora del Poeta Rafael H. Reyes, “En el Cementerio”, del libro Anotando el Tiempo (1996): “En la tarde dormida en la neblina, / con el silencio quieto de los muertos, / al sarcófago bajan las miradas / en el oscuro foso sin retorno. // Triste y gris el cielo permanece / y envuelve en soledad el cementerio, / donde en la noche indefinible yacen, / quienes ayer a nuestro frente hablaban. // Y de ese ya!, que tiene la partida, / del terminal respiro que incinera / el tiempo de mañana para siempre, / sólo unas letras guardan el recuerdo”.
Y cierro Histoletras con un poema de mi autoría, del libro Jaula de Luz, (1998), la soledad lleva al hombre a su ocaso: “el hombre / nace solo / muere solo // cuando llega / hay una luz que lo abraza / y una mano / abriga / su pequeño cuerpo / su corazón caliente // cuando parte / el frío / se adueña de su alma // y hay un entregarse / un extraño duelo / un gesto / quizás una sonrisa vaga / enmudece / en su rostro liberado // porque mira hacia atrás y siente un impulso / un peso / que le dice: puedes // ahora / ya es la hora que buscabas / la soledad / se parte como un rayo / en tu mirada / toma su rienda / y aprieta el paso / la sombra cubre tu nombre / ya es eterno el ocaso”.