Por Siletreando
inicia sesión o regístrate.
Por Siletreando
Apenas cruzó el umbral de su casa, Elena se dejó caer sobre el sillón del living, sorteando los juguetes de sus hijos y los zapatos de su marido tirados en el suelo. Estaba exhausta, y aún le faltaba atravesar la segunda mitad del día. Los niños llegarían de la escuela en un par de horas, muertos de hambre, y ella aún no había planeado qué cocinar. El plomero debía acudir en cualquier momento para arreglar la pérdida de agua en el baño y su madre estaría esperando ansiosamente su llamado para escuchar las noticias médicas. Sintió que un ladrillo le aplastaba la cabeza y no tuvo más remedio que permitirse la osadía de respirar para juntar un poco de fuerzas que le permitiera seguir con sus asuntos.
Cerró los ojos. Necesitaba un descanso, un aire fresco, unas vacaciones. Necesitaba escapar de aquella loca rutina diaria, parar un poco. “¿Cómo hago? -pensó-, si tengo a todos dependiendo de mí”. Al cabo de unos minutos, caminó hasta su cuarto, se cambió la ropa por un vestido de entrecasa, se lavó la cara con agua fría, ató su pelo en una coleta y retomó sus quehaceres. Acababa de levantar la ropa sucia del suelo cuando sonó el teléfono.
decía el mensaje de Whatsapp. Elena se quedó inmóvil. Su amiga, Paula, le preguntaba por la consulta a la que había asistido aquella mañana, antes del caos de tránsito, de la llamada del jefe y el resto de los temas que la ocuparon hasta llegar a su casa. Pero, claro, aún no había tenido tiempo de procesar las noticias del médico.
- Bien. No, bueno, no sé. Mal, creo. - Pero, ¿qué te dijo? ¿es benigno? - No. Hay que operar. - Contestó Elena, al momento que sus manos empezaron a temblar y dejaba caer la ropa de nuevo al piso. - Voy. En diez minutos, la amiga, Paula, estaba entrando en su casa. Llevaba un saco de lana lleno de agujeros y arremangado, unas chanclas en los pies y el pelo atado en una coleta desalineada. - Desembuchá, dale. Hago mate y te escucho. - Pero tengo que cocinar, los nenes llegar en un rato. - Hago mate y te pongo el agua para los fideos. Vos sentate y contá, dale.
Una bocanada de aire fresco entró en el cuerpo de Elena y la mareó. Se sentó sobre la mesada de la cocina y, por primera vez, empezó a procesar y traducir en palabras el informe del médico. Que el resultado de la biopsia confirmó que el tumor era maligno, que tenía que operarse, luego le seguiría un tratamiento largo. Que las posibilidades eran alentadoras, pero que se trataba, lamentablemente, de la enfermedad innombrable. Cuando llegó a este punto, la voz se le entrecortó y sus ojos se llenaron de lágrimas. Paula largó el paquete de fideos que tenía en la mano y la abrazó. - Va a estar todo bien, ya vas a ver, vamos a pasar esto juntas. Vos, yo y las chicas.
Elena lloró. No había tenido tiempo de pensar en sí misma, en lo que vendría en los próximos días, meses y tal vez años. Tenía que hablar con sus hijos, su marido, en su trabajo, en su familia. De pronto, el ataque de pensamientos atropellados y atolondrados le causaron un molesto zumbido en su cabeza. Pero Paula la tomó de las manos, las apretó fuerte, y buscó su mirada.
- Mirame, creeme, va a salir todo bien... Así es la amiga “Voy”, una Paula, una Ceci, una Karina. No importa el nombre que le asentaron en el registro civil, es la amiga “Voy”. La que sale corriendo cuando tu hijo menor tiene fiebre y necesitás que alguien te mire a los otros dos mientras volás a la guardia, la que te acompaña al médico, al cementerio o al colegio, la que va al súper y te compra el kilo de papas que te olvidaste, la que te llama para saber cómo le fue al pequeño en la prueba de ojos, o la que te invita un domingo solitario a tomar un mate o un vino y “nos ponemos al día”.
¡Tan imprescindible es la amiga “Voy”! que te escucha sin juzgarte, que te aconseja con amor, que llora con vos, de emoción, de pena y de alegría. La que te dice que ni en pedo te pongas ese vestido que te queda horrible, “por Dios, ¿por qué no me preguntaste antes de comprarlo?”, y la que te acompaña al balcón cuando hacen -7 grados para que te fumes tu cigarrillo. Mujeres Voy, diosas, valiosas, fuertes, necesarias, imprescindibles. La vida sería un plan imposible sin ustedes. ¿No lo creen?