Durante estos últimos días, algunas noticias y determinados recuerdos me conmovieron de forma bastante particular.
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Durante estos últimos días, algunas noticias y determinados recuerdos me conmovieron de forma bastante particular.
En primer lugar, el anuncio de la enfermedad de Pepe Mujica me toca muy de cerca porque mi papá sufrió en carne propia el mentado cáncer de esófago y hoy ya no lo tengo conmigo. Aún con la gravedad del diagnóstico, el expresidente de Uruguay dejó una frase tremendamente valorable y motivadora que se enlaza perfectamente con el tema que estamos investigando en la Universidad con un maravilloso equipo: La Longanimidad.
"Triunfar en la vida no es ganar. Triunfar en la vida es levantarse y empezar de nuevo cada vez que uno se cae...".
Este último cada vez que uno se cae, nos debería resonar profundamente, ya que nos introduce de manera soberbia en la diferencia entre longanimidad y resiliencia (definida esta última por la RAE como capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación desfavorable). La primera contempla justamente a una resiliencia sostenida en el tiempo y hace referencia a la fuerza de ánimo para superar reiteradamente situaciones de adversidad. Es un concepto superador. Ya pasa a ser una virtud, no es levantarte solo en una ocasión y salir fortalecido, representa el hábito de volver a hacerlo una y otra y otra vez ante toda dificultad o revés que se pueda presentar... Vislumbra la esperanza, ansía la plenitud y marca nuestra esencia.
Es tan necesaria en nuestra realidad actual signada por una continua crisis económica como lo ha sido siempre y es la marca inconfundible de alguien con un corazón enorme y con ganas de servir, de dar y de ayudar.
Podremos no haber estado de acuerdo tal vez con alguna decisión de tinte político de Pepe, pero no debemos negar su altruismo ni su humildad, ni tampoco su lucha contra un materialismo excesivo que bastante lejos está de proporcionar verdaderos momentos de felicidad.
Por otro lado, se cumplieron 30 años del fallecimiento de uno de los ídolos más populares de Brasil, el expiloto de F1 Ayrton Senna.
La dimensión de la influencia de Senna en nuestro vecino país es inimaginable. Aquel 1 de mayo de 1994 en San Marino fue un shock para todos los que lo recordamos. Dicen que Ayrton siempre mencionaba que en la adversidad algunos desisten en cuanto otros rompen récords, y la longanimidad muchas veces también representa esa actitud de lucha, de pasión y de entrega.
Más llovía, más difícil estaba todo en la pista y más se envalentonaba y terminaba ganando carreras imposibles.
En ese mayo de 1994 me acuerdo de que estaba esperando ansioso que mi papá regrese de Curitiba en donde estaba trabajando. Lo primero que me dijo cuando me abrazó fue si había visto lo del accidente de Senna. Ahí supimos que esa tristeza iba a cortar muchos mediodías de mirar los grandes premios por TV. No éramos tan fanáticos de la F1, pero sí nos gustaba apreciar las hazañas de ese Superman brasilero que nos ayudaba a creer que muchas cosas podían ser posibles.
En fin, dos ejemplos que valen y mucho para poder explicar de qué va esto de la longanimidad.
Ah... cierto, adivinen de quién trata el último libro que le regalé a mi papá en el Día del Padre del año pasado. Sí, de Pepe Mujica.
Coincidencias...
(*) Estanislao Torres Del Santo es magíster en Inteligencia Emocional. Director de un proyecto de investigación en la Universidad Siglo 21 sobre la Longanimidad en los líderes de la Generación Millennial. Más información en Instagram en @proyectolonganimidad.