Los problemas económicos y sociales que aquejan al país tienen tal magnitud que, a esta altura del partido, ya no habrá recambio de ministros que pueda oxigenar al Gobierno nacional. Por ese motivo, el presidente Alberto Fernández decidió retomar el protagonismo perdido de una forma muy particular: con críticas hacia Cristina Kirchner y muestras de autoridad política que nunca había exhibido hasta ahora. Luego de tantas oportunidades desperdiciadas para armar el "albertismo", con 100% de inflación anual y un alto rechazo en las encuestas no parecería este el momento más indicado para hacerlo.
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Los problemas económicos y sociales que aquejan al país tienen tal magnitud que, a esta altura del partido, ya no habrá recambio de ministros que pueda oxigenar al Gobierno nacional. Por ese motivo, el presidente Alberto Fernández decidió retomar el protagonismo perdido de una forma muy particular: con críticas hacia Cristina Kirchner y muestras de autoridad política que nunca había exhibido hasta ahora. Luego de tantas oportunidades desperdiciadas para armar el "albertismo", con 100% de inflación anual y un alto rechazo en las encuestas no parecería este el momento más indicado para hacerlo.
La asunción de Victoria Tolosa Paz, Kelly Olmos y Ayelén Mazzina le sirvió al Presidente para mostrar una gota de poder ante sus aliados, ya que las tres designaciones se realizaron sin consultas previas a Cristina ni a Sergio Massa. Esto ocurre en momentos en donde la figura del mandatario había quedado reducida a su mínima expresión tras abandonar los rieles del Estado a manos del expresidente de la Cámara de Diputados, quien parece estar ocupando la presidencia de hecho hace más de dos meses.
La última gran ficha que apostó el oficialismo fue la del ingreso de Massa para hacerse cargo de la gestión y, hasta el momento, no le trajo ningún repunte en las encuestas de cara a 2023. Esa situación envalentona internamente a Alberto, que se ilusiona con eliminar a un candidato moderado de la lucha por la presidencia. En el entorno de Massa se limitan a repetir que "Sergio es un político joven y que su momento no es 2023 sino 2027". Más allá de las pésimas noticias que arroja diariamente la microeconomía, el tigrense logró evitar un colapso inminente en el mercado cambiario y encauzar el vínculo con los organismos multilaterales de crédito, lo que representa mucho en medio de tanta malaria.
Si bien es cierto que hace tiempo Alberto Fernández no mostraba un gesto de independencia, también lo es que las nuevas designaciones no le aportaron ni un milímetro de mayor sustento político a su gestión, ya que se trata de tres funcionarias de su confianza pero sin poder territorial ni influencia partidaria. ¿Oportunidad desperdiciada para ampliar la base electoral del Gobierno? Algunos creen que sí, aunque la mayoría sostiene que ningún extrapartidario se sumaría a la Casa Rosada con tantos problemas por resolver y a sólo un año del final del mandato.
"Alberto hizo lo que tenía que hacer, elegir él a sus colaboradores con los que siente más cómodo. La lapicera la sigue teniendo el Presidente, a pesar de que muchos ya lo den afuera de cualquier disputa política", señaló ayer un funcionario albertista que pidió reserva de su identidad. Fernández aún sostiene sus ambiciones reeleccionistas y por eso prepara un equipo que lleve adelante ese proyecto, que a prima facie parece imposible de concretarse debido a que el kirchnerismo no validará nunca su nombre en una boleta presidencial.
La apuesta del "albertismo" es bajar la inflación en enero al cuatro por ciento mensual -cifra exorbitante si las hay- y luego competir en una Paso contra Cristina o "Wado" de Pedro apostando a que la imagen negativa de la exmandataria vuelque la balanza a su favor.
En ese contexto, no fue casualidad que el jefe de Estado haya aludido elípticamente a Cristina en el coloquio de Idea al afirmar que él nunca pidió nada a cambio de una obra pública y que nunca mandó a la Afip a molestar a ningún empresario. También hubo un palo para Mauricio Macri, a quien acusó sin nombrarlo de realizar espionaje ilegal durante su Gobierno. El comentario sobre las obras es, por lejos, el que más molestó en el entorno de la vicepresidenta, ya que dentro de poco se conocerá el fallo por la causa Vialidad, en la que los fiscales solicitaron doce años de prisión contra ella.
Con el diálogo totalmente cortado con Cristina y con Massa pagando el costo del ajuste, Alberto siente que esta es su última chance de reivindicar su imagen ante la sociedad, duramente afectada por la crisis económica y por el polémico manejo de la pandemia. El levantamiento del perfil también le trajo algunos problemas al Presidente, como el negativo impacto social que tuvo su reunión con representantes mapuches en medio de las tomas de terrenos y vandalismo que atraviesa Villa Mascardi. El objetivo de Alberto fue dar una señal hacia los sectores más radicalizados del Frente de Todos luego del desalojo que derivó en la renuncia de la ministra de la Mujer, Elizabeth Gómez Alcorta. Sin embargo, el hecho de mostrarse con personas acusadas de violar la propiedad privada e intimidar a los vecinos de la zona colocó al mandatario en un lugar difícil de sostener en un estado de derecho. Si lo que Alberto busca es mostrarse como la contracara de Cristina en el oficialismo, ¿qué sentido tiene seducir a un electorado que juega a ciegas con la vicepresidenta y que lo aleja de los sectores independientes que él busca representar? Error de cálculo.
En el Frente de Todos saben que la única forma de recuperar competitividad electoral es mejorando los niveles de vida de la población, pero eso será muy difícil en medio de un ajuste en las cuentas públicas y de una grotesca escalada inflacionaria, que llevará por primera vez en décadas el índice cerca de los tres dígitos. La leve baja que hubo en la inflación de septiembre no puede tomarse como una tendencia, teniendo en cuenta que aún no impactaron los aumentos en las tarifas de los servicios públicos.
El revoleo de porcentajes que se está viviendo en todas las paritarias preanuncia una presión inflacionaria importante para el año próximo. El desconcierto es tan grande que se vuelve a hablar de congelamiento de precios en la Argentina, una iniciativa fogoneada desde el Instituto Patria pero resistida desde el Palacio de Hacienda, quien quiere limitar eso sólo a algunos sectores particulares de la economía. Uno de ellos fue el sector de la indumentaria, donde muchos de sus productos tienen acuerdos de precios con el Gobierno, y pese a eso fue el rubro que más se incrementó en los últimos dos meses. A confesión de partes, relevo de pruebas.