El presidente de la Nación Alberto Ángel Fernández insiste en que su prioridad es cuidar la vida, y sus frases de cabecera son "no me corran con la economía" y "podemos volver de un quebranto económico, pero no de la muerte". Y tiene razón, particularmente después de mostrar el éxito inicial de las medidas de contención de la plaga. Sin embargo, aparece cada vez más expuesta la preocupación por una economía casi totalmente apagada, que se suma a los conceptos presidenciales que cuestionaron fuertemente a empresas y empresarios, y la aparición de proyectos de ley inspirados en el sector más duro de la coalición de gobierno, pretendiendo instalar los que comenzaron a llamarse "impuestos patria" que no son otra cosa que gravar los grandes patrimonios, o las grandes facturaciones. El cuadro se completa con la indispensable monumental emisión de dinero para socorrer a las provincias, sostener la gigantesca estructura de los planes sociales, el consumo de la gente, la supervivencia de pobres e indigentes y el funcionamiento de las pymes más asfixiadas. Concurren a la crisis económica un riesgo país que no baja de los 4.000 puntos, la alta inflación (que se conocería mañana), los reflotados fantasmas de las cuasi monedas y el "runrún" de quejas por el atraso cambiario que deteriora aún más el panorama. Así las cosas, para cuando pase lo peor, quizá encontremos un país en ruinas, con empresas incapaces de producir y sostener el empleo, y con un desprecio total de los posibles inversores cada vez que se les nombre a la Argentina. En este panorama, el equipo económico nacional, no le ha acercado al Presidente ideas y propuestas rápidas y válidas para mostrar un rumbo, como la misma eficacia que lo hicieron desde el área de salud y el conjunto de infectólogos que lo asesoran minuto a minuto. En Jujuy, la situación no es diferente.
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El presidente de la Nación Alberto Ángel Fernández insiste en que su prioridad es cuidar la vida, y sus frases de cabecera son "no me corran con la economía" y "podemos volver de un quebranto económico, pero no de la muerte". Y tiene razón, particularmente después de mostrar el éxito inicial de las medidas de contención de la plaga. Sin embargo, aparece cada vez más expuesta la preocupación por una economía casi totalmente apagada, que se suma a los conceptos presidenciales que cuestionaron fuertemente a empresas y empresarios, y la aparición de proyectos de ley inspirados en el sector más duro de la coalición de gobierno, pretendiendo instalar los que comenzaron a llamarse "impuestos patria" que no son otra cosa que gravar los grandes patrimonios, o las grandes facturaciones. El cuadro se completa con la indispensable monumental emisión de dinero para socorrer a las provincias, sostener la gigantesca estructura de los planes sociales, el consumo de la gente, la supervivencia de pobres e indigentes y el funcionamiento de las pymes más asfixiadas. Concurren a la crisis económica un riesgo país que no baja de los 4.000 puntos, la alta inflación (que se conocería mañana), los reflotados fantasmas de las cuasi monedas y el "runrún" de quejas por el atraso cambiario que deteriora aún más el panorama. Así las cosas, para cuando pase lo peor, quizá encontremos un país en ruinas, con empresas incapaces de producir y sostener el empleo, y con un desprecio total de los posibles inversores cada vez que se les nombre a la Argentina. En este panorama, el equipo económico nacional, no le ha acercado al Presidente ideas y propuestas rápidas y válidas para mostrar un rumbo, como la misma eficacia que lo hicieron desde el área de salud y el conjunto de infectólogos que lo asesoran minuto a minuto. En Jujuy, la situación no es diferente.
El gobernador Gerardo Morales también puede exhibir con orgullo las exitosas medidas de prevención para mantener quietas las estadísticas sanitarias. Hemos dicho desde estas líneas que ante lo inédito de la situación, el virus demanda audacia y aceptar que se debe avanzar a ciegas entre prueba y error, y que por estas razones se lo corre de atrás. Se debe reconocer con claridad, que el GM es uno de los gobernadores que lo corre de más cerca, que a veces hasta se le puso a la par, y llegó inclusive a pasar adelante en algunos momentos (con el cierre de clases, de fronteras, la creación de hospitales de campaña, la obligación de usar barbijos, y otros puntos destacables). De esta manera, el GM puede mirar tranquilo desde arriba muchas críticas que lo muestran autoritario o que lo castigan por el supuesto uso muy "marquetinero" de sus apariciones, y de los "memes" que lo dibujan amenazando a los infractores con un palo de amasar. Quizá solamente quede fuera de la columna de los méritos del GM cierto exagerado maltrato a los jujeños que sin ser turistas permanecen fuera de la provincia sin poder volver y que son maltratados con multas y costos excesivos, como tuviesen la culpa de la maldita pandemia. Pero GM, sus ministros de Salud Gustavo "Bacha" Bouhid, de Seguridad Ekel Meyer y el grupo de COE, han demostrado estar a la altura de la crisis y hasta hoy, todos los datos les asignan la razón. Pero, siguiendo el eje de esta nota, hay dos ministros que comenzaron a enfrentar situaciones que ni ellos ni el propio GM podrán resolver. Al menos no en lo inmediato. Carlos Sadir, el ministro de la plata en una provincia sin plata, y Normando Álvarez García, el ministro de trabajo en una provincia donde casi nadie puede trabajar.
Como es obvio, los reclamos gremiales en el sector estatal, que viven debajo de la superficie comenzaron a aflorar. Los ministros se rompen la cabeza para hilvanar una respuesta cuando los caciques sindicales les reclaman con urgencia cumplir con los demoradísimos pases a planta permanente, con los retrasos salariales de meses (casi años de pérdida del poder adquisitivo). Atsa, Ate, Upcn, Apuap, Soemfa y Apoc ya dialogaron (por separado para evitar aglomeraciones) con los ministros. Y el resto seguirá desde hoy. Los reclamos son -salvo detalles- los mismos. Carlitos y Chiqui no pueden resolver ni aumentos ni recomposiciones, en un momento en que la caída alarmante de la recaudación provincial y la nacional (y mucho menos las administraciones municipales, todas con la soga al cuello), los tiene en ascuas esperando que el prometido auxilio nacional llegue para poder completar -sin sorpresas desagradables- la nómina salarial. Sólo aseguraron por ahora, "analizar los pedidos", corregir salarios liquidados con errores, y la preservación de los puestos de trabajo. Ambos no quieren oír hablar de cuasi monedas, pero no descartan la emisión de un bono para pagar a proveedores del Estado. Y ese es el otro punto que los desvela: el sector privado de Jujuy entró en una lenta y dolorosa agonía. Las empresas importantes de Jujuy no pueden detener su caída sin fluidez de la cadena de pagos. Las pymes, micropymes y monotributistas mostraron la cara más crítica de la crisis en un sondeo de la Unión Empresarios que indicó que casi la mitad analiza cerrar definitivamente y la otra mitad no sabe si podrá recuperarse aun cuando pueda levantar sus persianas. Y los cuentapropistas, los "changueros", aumentan las colas en los pocos merenderos y comedores que siguen abiertos. Los otros ministerios, secretarías y organismos del Estado, por su propia naturaleza, o por la de algunos de sus propios responsables, permanecen imperturbables en sus conos de sombra cada día más oscuros.
En este escenario el Gobierno nacional dispondrá de 60 mil millones de pesos que prestará a las provincias para que paguen la mitad de los haberes de abril. Pero deberán devolver ese dinero (nadie se explica cómo) a partir del 1 de enero y ajustado por inflación. Afirman que otros 60 mil millones se distribuirán vía ATN (Aportes del Tesoro de la Nación). Economistas reconocidos aseguran que el total de esos fondos es el equivalente a 20 días de sueldos. Los otros diez días nadie puede asegurar cómo se financiarán. Lo que es cierto es que el Estado jujeño debería evitar tomar fondos en la banca privada. De hacerlo, se estaría calzando en el cuello el perfecto salvavidas de plomo, y en el peor momento. Por eso, priorizar la vida, es sólo uno de los lados de la pandemia, seguramente el más importante, pero la segunda prioridad, la economía, será la más importante cuando la cuarentena se afloje, y el jefe de Gabinete Santiago Cafiero y el Gerardo Morales acuerden cómo será e Jujuy. Entonces, sólo las empresas, comercios, profesionales independientes que se salven podrán salvar a sus trabajadores en relación de dependencia. Y también volverá a recaer sobre ellos la tarea de sostener las superpobladas estructuras del Estado, y el gigantesco gasto de una "clase" política y judicial que -salvo honrosas excepciones- aún no logra un acuerdo para concretar el simbólico gesto que los acerque al padecimiento de la gente común, contribuyendo con un porcentaje de sus ingresos al fondo que ayude a sufragar los gastos del combate al implacable coronavirus.
Pero mientras el "bicho" siga imponiendo condiciones, ojalá que como hasta ahora, aún con errores, tanto Alberto como el GM, sigan cabalgando sobre él, y no al revés.