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9 de Septiembre,  Jujuy, Argentina
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Laberintos Humanos. Última misión

Domingo, 01 de febrero de 2015 00:00

Matilda vio partir a su amado rumbo a Lima con su burro cargado de vasijas, entre las que estaba la de doble fondo con cartas para el general San Martín. Pero no sabía si esa vez regresaría y debía seguir sus instrucciones de preguntar a cierto viejo en cierta casa por el camino hacia la feria donde comerciaban los indios libres.

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Matilda vio partir a su amado rumbo a Lima con su burro cargado de vasijas, entre las que estaba la de doble fondo con cartas para el general San Martín. Pero no sabía si esa vez regresaría y debía seguir sus instrucciones de preguntar a cierto viejo en cierta casa por el camino hacia la feria donde comerciaban los indios libres.

Kerioco anduvo las tres jornadas pensando en que esa guerra enfrentaba a sus patrones y a patrones de otros indios y no era una guerra suya, pero el amor que lo unía a esa esclava lo hizo andar hacia la ciudad, creyendo que volvería a pasar entre los realistas que la cercaban.

Ya cerca de Lima vio que esta vez no sería tan fácil. Los soldados realistas apresaban a los que querían pasar, sin duda sospechando que algunos llevaban correspondencia al enemigo. Vio como a un indio lo arrastraron hasta perderse de vista, y como a otro lo degollaban allí mismo.

Kerioco tomó una decisión y cambio de rumbo. Enterró, para que no lo comprometieran, las vasijas de doble fondo donde estaban ocultas las cartas. También enterró los doblones potosinos que fue juntando y que, en una carta, el patrón certificaba que eran suyos, y quemó esa carta porque acaso los realistas supieran que estaba firmada por un enemigo del rey.

Y ya vendidas las vasijas que llevaba y el burro que las cargaba, apuró el paso para dar con esa feria en la que comerciaban los indios libres, un lugar que no conocía ningún español ni ningún criollo al que la Matilda tenía instrucciones de ir en caso de que él no regresara.

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