La vida de Roy Cleveland Sullivan está escrita con el fuego de los cielos. Su nombre, inscrito para siempre en el Libro Guinness de los Récords, es sinónimo de una supervivencia extrema e improbable: es el único ser humano documentado que ha sobrevivido a siete impactos directos de rayos. Su historia, tan fascinante como trágica, se desarrolló entre las majestuosas montañas de los parques nacionales donde trabajaba.
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La vida de Roy Cleveland Sullivan está escrita con el fuego de los cielos. Su nombre, inscrito para siempre en el Libro Guinness de los Récords, es sinónimo de una supervivencia extrema e improbable: es el único ser humano documentado que ha sobrevivido a siete impactos directos de rayos. Su historia, tan fascinante como trágica, se desarrolló entre las majestuosas montañas de los parques nacionales donde trabajaba.
Como guardabosques en el Parque Nacional de Shenandoah, Sullivan estaba acostumbrado a los caprichos del clima. Pero nada lo preparó para el primero de estos eventos, que ocurrió en 1942. Refugiado en una torre de vigilancia, un rayo alcanzó la estructura y luego lo golpeó a él al salir, quemándole una franja en la pierna y perforando su zapato. Era el comienzo de una relación única y peligrosa con las tormentas.
Los impactos se sucedieron con una frecuencia aterradora. En 1969, un rayo que chocó contra un árbol se desvió hacia la ventana abierta de su camioneta, quemándole las cejas y el cabello y dejándolo inconsciente al volante. Un año después, en 1970, una descarga saltó de un transformador en su jardín y le quemó el hombro.
Cada evento era más traumático que el anterior. En 1972, un rayo incendió el techo de su oficina y le prendió fuego al cabello, obligándolo a apagarlo con una toalla húmeda. En 1973, otro impacto le arrancó un zapato y le recorrió las piernas, obligándolo a usar un cubo de agua para sofocar las llamas de su cabeza. El sexto, en 1976, lo alcanzó mientras intentaba huir de una tormenta, y el séptimo y último, en 1977, lo golpeó en la cabeza mientras pescaba, provocándole graves quemaduras en el pecho y el estómago. A pesar de la gravedad, condujo himself al hospital, demostrando una vez más su férrea resistencia.
Más allá del récord, Sullivan era un hombre dedicado a la naturaleza. Nacido en 1912 en el seno de una familia de agricultores, encontró su vocación como guardabosques en 1936. Sin embargo, su vida personal estuvo teñida de dolor, incluyendo la pérdida de su primera esposa en un accidente automovilístico en 1967.
La paradoja final de su vida llegó en septiembre de 1983. El hombre que sobrevivió siete veces a la furia del cielo, no pudo soportar el peso de una depresión y falleció por una herida de bala autoinfligida a los 71 años. Su legado, sin embargo, permanece intacto: el de un hombre que, una y otra vez, se negó a ser alcanzado por el destino.