Convencida de que las oportunidades se tienen que aprovechar en el momento exacto en el que se presentan, Sara Castro no osciló cuando se enteró que existía una posibilidad de ejercer como profesional de la medicina fuera del país.
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Convencida de que las oportunidades se tienen que aprovechar en el momento exacto en el que se presentan, Sara Castro no osciló cuando se enteró que existía una posibilidad de ejercer como profesional de la medicina fuera del país.
Así es que en el año 2019, asistió a la convocatoria iniciada por el príncipe heredero Mohamed bin Salmán de Arabia Saudita, cuando junto a la comitiva llegó al país para solicitar la ayuda de médicos argentinos especializados. Con la energía puesta en tal fin, se animó a dar el gran salto. Sin embargo, no fue en ese año, pero sí en 2022, cuando en una segunda ocasión, logró aprobar tres entrevistas para viajar, idioma inglés, situación personal y accionar en distintos casos.
"La experiencia fue hermosa, en la primera convocatoria estaba el príncipe y tuvo la humildad de saludar a todos los profesionales", expresó Sara Beatriz Castro sobre la impresión del contacto con la cultura saudita en la nación. Una vez que fue confirmada por la delegación extranjera, viajó con visa y los trámites resueltos. El primer impacto en tierra árabe en el aeropuerto de Riyadh, capital del país. "Al tener que comunicarme con la gente de boletería, me hablaban pero no mi miraban a los ojos, me llegó a desesperar", relató. Se trata de una sociedad que mantiene esa tradición bien arraigada, pero que está en proceso de abrirse al mundo, aceptando a hombre y mujer occidentales. El "crash cultural" junto a sus colegas médicos fue a través de una cena de despedida al profesional que Castro reemplazaría. "Me preparé con un vestido largo y stilettos; sentados en ronda, las mujeres en un lugar y los hombres a cincuenta metros más allá", indicó Castro.
Feliz y sin los stilettos puestos, comenzó a interactuar con sus pares un plato denominado kabsa -carne mechada con arroz especiado- que comían con la mano, costumbre de la comunidad de Al Birk. "Me impactó cómo estaban las mujeres cubiertas con abayas, velos e hijabs, sólo sus ojos están descubiertos, igualmente, ellas entendieron que venía una médica occidental", destacó la profesional formada desde jardín hasta el quinto año en la Escuela Normal Superior "Juan Ignacio Gorriti".
En primera instancia, trabajó en el Al Birk General Hospital de la ciudad Al Birk, donde descubrió el Mar Rojo y las bondades de paisajes maravillosos y gracias a sus compañeros que supieron brindarse el respeto fue mutuo y demostró su impronta a través de la calidez que caracteriza a los argentinos. "El trato del médico - paciente aquí es distante. No es como en Jujuy o cualquier provincia de Argentina, donde el médico te conoce y lo conocés, hay un vínculo. Aquí es distinto porque se limitan a la atención, dar diagnóstico y el tratamiento", expresó. Mediante su labor fue transformando esa realidad y las personas comprendieron que la conexión con los doctores podía ser posible de otra manera. "Me acerqué a los pacientes con una amabilidad que hizo la diferencia porque es diagnosticar pero dar muestras de afecto", dijo. Luego de un año, fue trasladada al Khamis Mushait General Hospital en Khamis Mushait.
Con la mejor expectativa y reconocida porque logró bajar el número de quejas en el servicio 937 y sumar comentarios positivos en atención a las personas, es que llegó a esta ciudad más grande, donde el desafío para su vida cobró más intensidad. "Con mi traslado, me valoraron mis compañeros, mis jefes porque significa que ven un trabajo bien hecho", indicó la especialista en medicina interna. Así, con la premisa del cuidado y la concientización con la energía para humanizar el lazo con los ciudadanos, continuó su obra desde la prevención, para no llegar a las complicaciones de salud más graves. Este camino la condujo a ser distinguida por segunda vez a través de Mohamed Al Sharani, director médico del hospital donde se entrega a la misión.
Hoy la magia de Khamis Mushait, envuelve sus días. "Voy al súper donde se encuentra de todo, de todo el mundo desde mermeladas francesas hasta yerba argentina empaquetada en Siria. Lo que se extraña es el dulce de leche, las galletitas y la comida regional", comentó quien se formó en la Facultad de Medicina en Tucumán. La añoranza por su tierra es nostalgia en su voz, pero la ayuda a mantener la conexión el hecho de sentir el cariño de la sociedad por ser argentina, ya que -de manera automática- los sauditas relacionan a nuestro país con el "10" de la Selección Nacional de Fútbol. "Aquí aman a Argentina, por Messi porque es impresionante la admiración que le tienen", indicó la jujeña orgullosa de su origen y de su formación educativa en instituciones públicas. Egresada de la promo '83, mantiene una amistad con sus compañeros; al igual que con su paso por Tucumán, La Rioja, Córdoba; y Buenos Aires, donde trabajó en la Fundación Favaloro para la Docencia y la Investigación Médica. Con cincuenta y tres años, revela con su experiencia que no existe tiempo, ni edad para cumplir con aquello que se quiere lograr y que solo la voluntad, la constancia y el esfuerzo se precisan para completar un anhelo que, en esta oportunidad, tuvo por destino Medio Oriente.