No siempre es sinónimo de desorden comenzar por el final así que, haciendo uso de dicha facultad, transcribiré la última décima de Milonga del Peón de Campo, un tema musical Yupanquiano, si los hay: "Que puede ofertar un peón / que no sean sus pobrezas. /A veces me entra tristeza / y otras veces, rebelión. / En más de alguna ocasión /quisiera hacerme perdiz, /para ver de ser feliz, / en algún pago lejano / pero la verdad paisano, /me gusta el aire de aquí".
Y en esta ocasión es el aire ese invisible fenómeno atmosférico, motivo de mis desvelos. Tratando de hilar fino, fíjese el lector que no ha sido el paisaje, ni la buena camaradería con los demás peones de la estancia, tampoco infiere el autor que el Peón de la Estancia Vieja haya nacido en las inmediaciones o ¿por qué no?, algún caballo a cargo del cual despedirse, en suma, todo ello y más, podría llegar a convertir en un penoso momento, las posibles causas del final a un aquerenciado permanecer. Trazando un paréntesis con las presunciones, se impone recordar que es el aire y no otra cosa lo que, al hombre, lo retiene en dicha Estancia.
Cosa que en principio y paradojalmente hablando, esto sería el final. Algo bastante cercano a un: "y no se hable más del asunto", quiero decir, una sumatoria de sensaciones aquí descriptas y otras que, al vicio, debo admitirlo, abundaré más adelante y que por consiguiente determinen un, no innovar. Aunque como quien bolea cachirlas sume hipótesis de razones es, en sus ociosas variantes, que trataré de introducirme. A diferencia del viento el aire, ¿su pariente pobre? al parecer, prevalece menos en las sensaciones atmosféricas.
A ambos y aunque no los veamos, es posible sentirlos en nuestra humanidad sobre todo cuando ahora devenido en viento o ventarrón, sopla a velocidades considerables y más. Queda claro que el autor no dice, "la brisa de aquí" y tal vez sea dicha expresión, una delicadeza que no hace a los habituales cánones expresivos de un hombre de campo. Dice, el aire y como será de contundente su afirmación que el mismo, pasa a ser el remate de su poema en décimas. De modo que aquí, queda expuesto que no hay un elemento que pueda tildarse de tangible. El aire es sin dudas, el motivo decisivo por el cual se impone permanecer en el lugar.
A propósito, recordemos que no hace mención a ninguna mujer, presente o cercana a La Estancia Vieja, cuestión valedera en muchísimos casos, para clavetearse al piso o, por el contrario, trasladarse a miles de kilómetros. O tal vez sí, no lo sabemos y es evidente que no hay la más mínima alusión al respecto. De modo que sigue siendo el aire la razón metafórica y determinante, lo que al Peón lo retiene en zona.
Se ha dicho muchas veces que, en la gente de pata en el suelo, existe una constante que lo identifica y es su dificultad para expresar con sentimental precisión, sus íntimas alegrías y desvelos, me estoy refiriendo al pudor. No de balde en la poética tradicional gauchesca con sus primigenias influencias del antiguo Alto Perú y como una manera de extrapolar los asuntos del alma, este recurre por ejemplo a las aves, siendo la paloma, *El zorzal y la calandria y en determinadas circunstancias hasta los sinónimos de mala prensa, me llevan a citar al tordo y al cuervo, por ejemplo, todos ellos y otros finalmente, como sus connotados alter egos, humanos.
Queda explícito en la letra de dicha milonga que, estamos hablando de un intangible cuando el autor se refiere al móvil de su permanencia en el Partido de Magdalena. De manera que, ¿habrá sido el ya mencionado pudor, expresado en el aire un modo de, dejar un final abierto a especulaciones diversas? Una vez más, es dicha cuestión la que nos anima a seguir arriesgando opiniones motivacionales como quien infructuosa e impunemente, se entromete en otras probables razones para un rural sedentarismo. Está claro que el hombre no es echado del establecimiento y si así fuere tal vez, no nos hubiésemos enterado. Al respecto, obran suficientes causas para, aunque implícitamente, dejar en claro que se cumple eficientemente, con las funciones asignadas. Se da por hecho además que, no son cuestiones de dinero traducidas en una buena paga, lo que, al Mensual, lo retiene en el lugar. El Aire sin dudas, ya lo dijimos -mejor dicho- hace valer su explícita preeminencia.
Vuelvo al Partido de Magdalena como queda testimoniado en su discurso poético y que para quien se detiene a escuchar la milonga, pueda ubicarse geográficamente dicho ejido, entra en la zona de influencia del cercano Río de la Plata sumado a, la inminente proximidad de una **geografía inconmensurable. Estamos hablando de un motivo suficiente para poner en valor a un aire costero que, de malquistarse, podría llegar a convertirse en ventarrón, sudestada y demás nefastas categorizaciones. Y cito al mencionado aire costero, como otra posible causa o mero divague de quien escribe, para desentrañar a cuál aire se hace mención. En fin, un "no aclare más, que oscurece" sería -ojalá- un piadoso manto para este final destinado a de algún modo a, "poner aire" entre estas entrometidas especulaciones y el aire de aquí, de Atahualpa Yupanqui. Buenos día/ buenas tardes.
*Triste Pampeano de autor anónimo. Recopilación de Atilio Reynoso.
**Del poema "Elogio de la Pampa". Autor, Atahualpa Yupanqui.