Cuando, en la vida cotidiana, nos referimos a la importancia de transitar adecuados estados de bienestar tanto como momentos de felicidad surge -casi de inmediato- el tema de cómo lograr construir una existencia armónica. Muchas preguntas y dudas aparecen en ese momento. Pero, a poco de indagar en busca de una respuesta global, se podrá advertir que esa "existencia armónica" (conviene reiterar la expresión, para retenerla) sólo será lograda a través del mejor aprovechamiento que a cada uno le sea posible del poder mental con que todo humano cuenta. Para ello será menester un correcto entrenamiento, una verdadera gimnasia psíquica. A partir de esta comprensión la persona sí puede encaminarse hacia esa deseable "existencia armónica".
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Cuando, en la vida cotidiana, nos referimos a la importancia de transitar adecuados estados de bienestar tanto como momentos de felicidad surge -casi de inmediato- el tema de cómo lograr construir una existencia armónica. Muchas preguntas y dudas aparecen en ese momento. Pero, a poco de indagar en busca de una respuesta global, se podrá advertir que esa "existencia armónica" (conviene reiterar la expresión, para retenerla) sólo será lograda a través del mejor aprovechamiento que a cada uno le sea posible del poder mental con que todo humano cuenta. Para ello será menester un correcto entrenamiento, una verdadera gimnasia psíquica. A partir de esta comprensión la persona sí puede encaminarse hacia esa deseable "existencia armónica".
El disponerse a amplificar hasta cuanto le sea posible a cada persona las posibilidades de su potencial mental, implica abrirse a una nueva actitud frente a la vida. Mirar diferente la existencia, pensarla como un desafío permanente que -siempre- vale el esfuerzo (y no la pena) enfrentar.
Además de practicar ejercicios para el desarrollo del poder mental hay que estar preparado -entonces- para una darle una mirada diferente sobe el mundo cotidiano, permitirse comenzar a entrever otras maneras de acción -aplicar aquellas que nunca antes fueron utilizadas- para llegar, con esto, eficazmente a la concreción de los deseos positivos de vida que cada quien alberga.
Esto conlleva aparejado un enriquecimiento espiritual inusitado y la aparición de una sensación de serenidad que se requiere para enfrentar las dificultades que la vida cotidiana presenta siempre y darles el cauce justo y correcto.
La frase que siempre hay que recordar: "Hoy es el primer día del resto de mi vida".
Además, tenga en cuenta estas recomendaciones:
1) Haga sólo aquello que sabe que es bueno. De nada sirve buscar excusas. Decir que "tuvo la obligación" de hacer algo aunque conocía lo incorrecto de la acción. Si usted lleva a cabo actos que considera equivocados o malos, la carga negativa que estos acarrean se volverá contra usted.
2) Aprenda a decir no en el momento oportuno. Si alguna situación enojosa le provoca un malestar, canalice de inmediato esas energías que lo perturban. Si debe decir no para evitar un mal momento posterior, no vacile. Diga no.
3) No se "pase de revoluciones". Hay que tener en cuenta la intensidad que damos a nuestras realizaciones. Si nos pasamos de "revoluciones" -como suele decirse usualmente- el logro anhelado se convertirá en una meta no alcanzada, aunque la dirección sea la correcta. Hay que avanzar en la medida de las posibilidades reales e ir avanzando de acuerdo con ellas. Cuidado con las suposiciones imaginarias que uno pueda tener. Si usted se detiene o avanza más allá de las posibilidades reales engendra -sin proponérselo conscientemente- situaciones enojosas e irritantes para Ud. mismo y los demás. (En el lenguaje popular de hoy en día los jóvenes dicen: "hay que bajar un cambio").
4) No permita que ninguna situación lo supere. Una de las peores consejeras es la ansiedad, que sólo indica temor por alguna situación futura. Analice cada situación con el pensamiento racional reflexivo creativo sumado a la intuición; no con la emoción ni el sentimiento. Dará así cada paso en forma correcta y beneficiosa.
5) Cuidado con los impulsos emocionales. Los impulsos sólo originan acciones desproporcionadas, carentes de razón e inteligencia. En ningún aspecto es aconsejable dejarse arrastrar por los impulsos. Por ellos, las personas hacen y dicen cosas de las cuales, al pensar y razonar, se arrepienten.
(*) Antonio Las Heras es doctor en Psicología Social, magister en Psicoanálisis, historiador y parapsicólogo. www.antoniolasheras.com.