En el consultorio es frecuente ver el impacto emocional y social que generan las separaciones. Muchas de ellas son vividas como un abandono. Literalmente, la gente dice: "Me abandonó". Pero, ¿esto es real o es solo una percepción? ¿Qué hace que una separación se sienta como abandono?
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En el consultorio es frecuente ver el impacto emocional y social que generan las separaciones. Muchas de ellas son vividas como un abandono. Literalmente, la gente dice: "Me abandonó". Pero, ¿esto es real o es solo una percepción? ¿Qué hace que una separación se sienta como abandono?
Antes de responder, es fundamental recordar que la construcción de la pareja debería ser la decisión consciente de dos adultos que sean realmente adultos, porque la madurez no viene dada por la edad, sino por el desarrollo emocional. Como decía Bert Hellinger, "El amor entre adultos es un tomar y un dar en equilibrio. Cuando uno solo da y el otro solo toma, el amor no prospera".
Desde dónde elegimos la pareja. Para comprender mejor esta dinámica, podemos recurrir a la Teoría del Análisis Transaccional (AT), desarrollada por Eric Berne, donde la personalidad se estructura en tres estados del Yo.
Yo Padre: Representa las normas, valores y reglas que hemos internalizado de nuestras figuras parentales o de autoridad. Puede manifestarse como un Padre Crítico (juzgador, exigente) o un Padre Nutricio (protector, alentador). Yo Adulto: Es el estado racional, lógico y objetivo. Se basa en la información real del presente, sin juicios ni emociones reactivas. Es el estado ideal para tomar decisiones equilibradas. Yo Niño: Contiene nuestras emociones, impulsos y experiencias de la infancia. Puede expresarse como un Niño Libre (espontáneo, creativo) o un Niño Adaptado (sumiso o rebelde según las normas recibidas).
Que una relación funcione dependerá de desde dónde se eligen, para qué están juntos y hacia dónde miran. Si hay adultos en la pareja, cada uno podrá reconocer tanto lo que va bien como lo que no va bien en su 50% de responsabilidad. Pero si uno dice: "El otro me hizo esto y esto, y yo aguanté por amor", lo que en realidad está diciendo es: "No ejercí mi poder de poner límites, quizás me bloqueé, me paralicé o no lo pude ver". Y cuando esto ocurre, no es solo la pareja lo que está en juego, sino la historia personal de cada uno: experiencias pasadas, traumas, aprendizajes y heridas.
Decía Jorge Luis Borges en su poema El Tango: "No nos une el amor sino el espanto,/ será por eso que la quiero tanto".
Más que el amor, a veces nos une el miedo compartido, el sufrimiento, la adversidad, la soledad, el dolor. Solo con el tiempo y los procesos de autoconocimiento, comprendemos las motivaciones de nuestras elecciones.
Las relaciones no terminan de un día para otro. Generalmente, una relación no se rompe de un momento a otro. Suele haber señales, pero la cultura nos ha enseñado que, una vez iniciada una relación, esta debería durar para siempre.
Lo que sí puede ocurrir de un día para otro es la comunicación de esa decisión: "Hasta aquí", "Se terminó".
Cuando llega ese momento, emergen emociones nuevas y antiguas. Lo inconcluso resurge con más fuerza. Es un instante de poca claridad y mucha intensidad, donde las heridas infantiles y las emociones no resueltas colapsan nuestra percepción.
La pareja entre adultos puede ser un espacio de amor y crecimiento o de dolor y dependencia. La percepción de abandono no es una respuesta adulta. En la vida adulta, las personas pueden retirarse. No se puede sostener una relación cuando ya no hay amor, química o un proyecto común.
Como dice Bert Hellinger: "El amor verdadero es aquel que permite que el otro sea libre".
¿Por qué algunas personas sienten abandono en la pareja?
Vínculos de apego temprano: Nuestra manera de vincularnos se modela en la infancia; si una persona sufrió abandono real o emocional, es probable que desarrolle un apego ansioso o evitativo y reaccione con miedo desproporcionado a la distancia en la pareja.
Creencias sobre el amor y la permanencia: Nos han enseñado que el amor verdadero es "para siempre", lo que puede hacer que una separación se viva como traición en vez de como el fin natural de un ciclo. Esto genera culpa, victimización y dificultad para aceptar el cierre.
Diferencia entre responsabilidad afectiva y obligación. Nadie está obligado a permanecer en una relación que no le hace bien. Pero la responsabilidad afectiva implica cerrar el vínculo con respeto, sin manipulaciones ni desapariciones abruptas.
Duelos no resueltos. Si no se han procesado duelos previos (de parejas o incluso de la infancia), cualquier separación reactivará ese dolor, haciéndolo sentir como un abandono más profundo de lo que realmente es.
Cuando se madura emocionalmente, se libera. Una persona con autonomía emocional y madurez afectiva entiende que una relación puede terminar sin que eso signifique abandono.
Puede procesar el dolor del cierre sin quedarse atrapado en la desesperación o la victimización.
Comprende que el amor no es un contrato de permanencia, sino una elección diaria.
Acepta que el dolor es parte del proceso, sin usarlo como excusa para seguir atado al pasado.
Si logramos madurar emocionalmente, podemos vivir las separaciones como procesos naturales de la vida. Si duele, es porque amaste y perdiste algo valioso. Pero si te quedas en el reclamo, en la queja, en la exigencia de que el otro sea como tú querías, entonces sigues atrapado en la relación desde otro lugar.
Muchos se separan físicamente, pero siguen juntos en el enojo, la demanda y la necesidad de control. Justamente se separaron porque ya no podían acordar ni conversar.
Como dice Hellinger, "El amor entre adultos solo crece cuando hay respeto y aceptación del otro tal como es. Si intentamos cambiarlo, lo perdemos".
Cuando asumes tu adulto, te liberas. Las relaciones que terminan no son fracasos, son caminos recorridos. El desafío es soltar con amor, agradecer lo vivido y seguir adelante sin quedarnos atrapados en historias que ya no nos pertenecen.
(*) Licenciada en Psicología; coach ontológico profesional;
magister en Salud Pública con mención en Atención primaria de la salud; especialista en Salud Pública; facilitadora en procesos de comunicación, resolución de conflictos, expansión de la conciencia, liderazgo; coordinación de grupos y conciencia de redes; y facilitadora en entrenamientos a líderes en gestiones de oratoria y comunicación. [email protected], cel. 3884416256.