¡Qué agradable es llegar a un lugar, ingresar en un nuevo espacio y recibir una cálida bienvenida, palabras amables, sonrisas sinceras, gestos de aprecio y cortesía que te hacen sentir que realmente eres bienvenido y aceptado, que tu llegada y tu presencia es valiosa e importante para el resto!
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¡Qué agradable es llegar a un lugar, ingresar en un nuevo espacio y recibir una cálida bienvenida, palabras amables, sonrisas sinceras, gestos de aprecio y cortesía que te hacen sentir que realmente eres bienvenido y aceptado, que tu llegada y tu presencia es valiosa e importante para el resto!
Por el contrario las actitudes de apatía, las expresiones ásperas, la indiferencia, el desprecio, las miradas hostiles nos crean incomodidad y deseos de salir de ahí, de no estar, un anhelo de desaparecer rápido de la escena.
Todo rechazo o desprecio lastima profundamente el alma, genera gran dolor, despierta interrogantes tales como: ¿Qué les hice? ¿Por qué no me aceptan? ¿Qué hay de malo en mí? ¿Qué debería hacer para que me quieran en ese grupo, en ese lugar?
El rechazo instala en la mente pensamientos negativos y cuestionamientos internos más que externos. Creemos que algo está mal, algo está fallado en nosotros mismos, que provocamos el rechazo en el otro. El mayor daño es auto infligido, nuestra respuesta natural es ser intensamente autocríticos y eso es destructivo.
La doctora Gabriela Goldstein explica que el rechazo produce dolor anímico porque rasga el amor propio al no despertar interés en el otro. Por su parte la licenciada Gabriela Martínez Castro describe que el ser rechazado provoca angustia, culpa, tristeza y depresión.
El psicólogo Guy Winch identificó lo que sucede a nivel cerebral a causa del rechazo y señala que estudios de resonancia magnética han demostrado que el desprecio activa las mismas áreas del cerebro que el dolor físico. ¡Por eso duele tanto! El pertenecer tiene además una función vital ya que en la antigüedad que alguien fuera excluido de su comunidad o de su tribu, implicaba casi una sentencia de muerte por la soledad y desprotección que dificultaba la sobrevivencia.
Hay quienes padecen el rechazo desde el vientre mismo, en la temporada de mayor fragilidad del ser humano. No han sido bienvenidos a la vida, no ha sido celebrada su llegada a este mundo, no hubo alegría, expectativa, ilusión, ni aceptación. Por las circunstancias que fueran la recepción no fue la deseada.
Como consecuencia a las personas no bien acogidas o admitidas en esta vida por sus progenitores o cuidadores primarios les cuesta conectarse con la vida misma, viven (o sobreviven mejor dicho) propensos a pensamientos de muerte, depresión, desesperanza, deseosos de ser vistos, de no ser ignorados, de encajar, de pertenecer, de ser amados.
Muchas personas que no se sienten "habilitados para la vida", piden permisos excesivos e innecesarios para todo: permiso para hablar, opinar, entrar o salir de lugares comunes. Piden permiso para ser, para hacer, para vivir... Piden perdón excesiva e innecesariamente, sienten que estorban, que fallan de manera constante, que no merecen nada, que no son suficientemente competentes, que deben ganarse el derecho de todo, deben ganarse el derecho que le negaron de ser, estar de existir. Alguien me dijo una vez: "Yo siento que no pertenezco, que ensucio el aire si voy a ese lugar, que esa gente es demasiado buena para mí, que yo lo ensucio todo... no merezco estar ahí".
El sentimiento de indignidad se convierte en una estructura psíquica muy fuerte. Entonces la vida parece pesar, la vida les duele.
Hoy les decimos desde la Fundación Luz de Vida, a todos aquellos que son atravesados por este sentir y que sufren en silencio: íBienvenido a la vida! íEres muy bienvenido, eres aceptado, eres valioso y muy amado! Dios te ve, te conoce, te formó desde la matriz de tu madre, desde el instante de la concepción Dios estaba ahí feliz por vos. Jer 1:5 "Yo te elegí antes de que nacieras...". Isa 43:1 "Escucha al Señor, quien te creó, el que te formó dice: "No tengas miedo, te he llamado por tu nombre; eres mío". Él no te rechaza, él te llama a una nueva vida plena y abundante. Jesús dijo: "Yo he venido para que todos ustedes tengan vida, y para que la vivan plenamente".
íEl Creador te recuerda que eres bienvenido, habilitado para ser, para crecer en plenitud lleno de sueños y metas por alcanzar con todas tus potencialidades! íDéjate amar, déjate abrazar con su paz y perdón! íRecibe hoy un nuevo soplo de vida!
Culmina este año cerrando ciclos de dolor y tristeza, de fracasos y decepciones y abre un nuevo capítulo resignificando tus vínculos, sanado el pasado, permitiéndote disfrutar el estar vivo con un renovado propósito y sentido. Escucha como el sonido de la voz divina te dice íBienvenido amado hijo! íBienvenida amada hija! íVuelve a empezar! (Patricia Besel, psicóloga social de la Fundación Luz de Vida).