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El duro “quehacer” familiar. Espacio, tiempo y diálogo

Lunes, 02 de junio de 2025 01:02

Los complementos para su puesta en acción son espacio, tiempo y modo. Dando respuesta a dónde, cuándo, cómo.

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Los complementos para su puesta en acción son espacio, tiempo y modo. Dando respuesta a dónde, cuándo, cómo.

Comencemos por el espacio: Se lo conoce por hogar. Palabra proveniente del latín, que se traduce como “lugar” donde se enciende lumbre, hoguera. Lo que implica calor, luz, orientación; ambiente que convoca y por sus características es posible sentirse a gusto, contenido, aceptado, protegido. Cuando mencionamos estos conceptos, hacemos abstracción de la idea de confort, que no está de más. Sí queremos en cambio, resaltar el mágico contenido de un “ambiente” convocante desde el amor. Espacio donde el tiempo se detiene para ver y escuchar a todos y cada uno de sus miembros. Secreto confesionario regado de fe, amor y tolerancia, espacio donde su riqueza encierra la buena intención que anima tertulias de atención, comprensión y recomendaciones de sano contenido.

Tiempo: Por lo general no está previsto en el presupuesto familiar un tiempo para compartir. Obviamente que lo queremos, pero suele ser escaso, con frecuencia ni lo pensamos, y esto acarrea a los hijos consecuencias no deseadas desde el momento mismo en que no fueron tenidos en cuenta.

La tecnología groseramente pretende soslayar la ausencia, íno es lo más adecuado! El tiempo para el ejercicio de una paternidad responsable es siempre, en todo momento, porque así lo exige la vida en su dinámica. Minimizar, es ignorar la responsabilidad que la tarea demanda. En esto seguramente estamos de acuerdo. Sin embargo, el posmodernismo propone claramente como opción, dos situaciones extremas.

Una es dar más tiempo a la familia, reconociendo su importancia en la educación de los hijos, además de lo afectivo y el conocerse. Lo otro, entregar el mayor tiempo al trabajo, asegurando el pan y confort a todo el grupo familiar, aunque en ello no se merite su elevado costo. Creemos que los extremos no son recomendables, se debe encontrar el tiempo adecuado. Pero tenemos claro que si algo de esto debemos sacrificar, no es precisamente el momento dado a la familia la mejor de las opciones.

Muchas familias funcionan como pensionado, solo se ven a la hora de comer. Lugar y tiempo que no permite a los integrantes del grupo familiar conocerse. Saber su estado y situación. Interiorizarse por su salud, logros y fracasos.

Ocupaciones y emociones. Hay quienes aseguran que no es tan importante el tiempo dado, como la calidad otorgada, como si ambos conceptos confrontaran absurdamente. Naturales comportamientos que armónicamente deben complementarse. Definitivamente, el tiempo otorgado a la familia es la mejor opción o inversión realizada. Las consecuencias de su mal uso, son muchas veces las tardías razones de irreparables pérdidas

Comunicación - diálogo: “Podemos hablar sin conocernos, pero no podemos conocernos sin dialogar”. Quizá esta expresión sintetice claramente la importancia que significa comunicarse. El lenguaje usado es lo que mejor explica quiénes somos, y aunque no es en sí mismo el pensamiento, es por lo pronto su andamiaje. Y de ello hay mucho que cuidar. Mediante el diálogo atento e interesado, se construye un sólido camino de mutuo conocimiento. Si capitalizamos esta particularidad en la relación padre - hijo, es probable que las sorpresas sean menos frecuentes, y por el contrario haya mucho para festejar. Atentos conoceremos sus fortalezas y debilidades, facilitando la justa y medida presencia entonadora.

Cuando se rompe la comunicación, desaparece la confianza y aparece el temor; entonces las enseñanzas son más difíciles de aceptar, y la imposición realizada desacredita el convencimiento que construye todo niño en su inteligencia.

La autoridad, se suma a dónde, cómo, cuándo. Su ejercicio permite a los hijos crecer, a más de estimular la formación integral. El secreto está en ejercerla con intuición y delicadeza. Lo que significa firmeza en los principios, pero de acuerdo a las circunstancias saber ceder o ser inflexibles. La paciencia, criterio, tiempo y prudencia suelen ser buenas consejeras en la toma de decisiones. Cuando la autoridad está bien fundada y ejercida, es aceptada y reconocida por los jóvenes. De la misma manera que mal ejercida, puede fomentar la crisis de valores, tal como obra el permisivismo.

Mantener coherencia entre fe y vida. Los padres evangelizan cuando rezan y enseñan a rezar, cuando leen el evangelio, cuando saben perdonar. Esto en la vida cotidiana se evidencia en el trato entre sus miembros y con sus semejantes. Por la asistencia espiritual los hijos reciben todo un mundo de fe, toda una jerarquía de valores que se gravan en el corazón: a rezar, perdonar, saberse perdonar, servir, compartir, amar. Actitud que allana el camino de paz y concordia, abre puentes a la felicidad y armónica convivencia. De cómo se haga esta tarea será para bien o para mal, “o se evangeliza o se escandaliza.

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