Con gran sentimiento, la comunidad de Palpalá y de la provincia, despidió los restos del padre Ricardo Agustín Artacho, sacerdote muy querido en toda la Diócesis, quien falleció a los 90 años.
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Con gran sentimiento, la comunidad de Palpalá y de la provincia, despidió los restos del padre Ricardo Agustín Artacho, sacerdote muy querido en toda la Diócesis, quien falleció a los 90 años.
"Hoy queremos agradecerle a Dios por la vida del padre Ricardo, una larga vida de 90 años que fue vivida con mucha pasión, con mucha fuerza hasta sus últimos días. Esa fortaleza, la empleó siempre en su misión, desde sus comienzos de sacerdote en la Diócesis de Morón, donde ejerció sus primeros años de su vida y de su ministerio. Después, la búsqueda de su lugar y de su servicio a la Iglesia lo orientó a explorar todo aquello que lo acercaba a la miseria humana, todo aquello que lo hacía cercano a los pobres, a los que sufren. Tuvo una inclinación fuerte por ellos, por aquellos que necesitaban experimentar la cercanía de Dios", dijo en su homilía monseñor César Daniel Fernández, quien presidió la misa exequial que se ofició en la capilla San Ignacio de Palpalá, ante la presencia de gran cantidad de fieles que se acercaron a darle el último adiós al querido sacerdote.
En otro tramo el obispo refirió que el padre Ricardo Artacho, sentía admiración por la obra de la Madre Teresa de Calcuta, por la obra de Manos Abiertas aquí en Jujuy y su presencia siempre con corazón tierno ante las necesidades de los demás y con los sacerdotes de nuestra Diócesis. "Siempre decía que se quedó en Jujuy por los sacerdotes. Fueron innumerables los gestos, las obras de bondad, de misericordia en su ministerio sacerdotal, de los que fuimos testigos. En su paso por Jujuy, fue muy querido el padre Ricardo y fue grande su obra. Quiero agradecer a los sacerdotes y a los fieles que lo acompañaron y lo cuidaron hasta sus últimos días, fue un ejemplo hermoso de fraternidad".
El padre Ricardo Agustín era oriundo de Buenos Aires, particularmente pertenecía a la Diócesis de Morón, donde a la edad de 23 años sintió el llamado de Dios a consagrarse al servicio de la gente. Tras una particular amistad con el recordado monseñor Marcelino Palentini, arribó a Jujuy a los 62 años y fue nombrado Rector del Santuario de Río Blanco. Murió en la paz del Señor a los 90 años de edad y 58 años de vida consagrada, luego de atravesar diversas enfermedades que, sin embargo, no fueron impedimento para sonreír constantemente. Es recordado como el "padrecito de la sonrisa" y fue despedido por centenares de fieles y sacerdotes, junto al Obispo César Daniel Fernández, quienes, finalizada la misa, acompañaron procesionalmente sus restos hasta el cementerio del Santuario de Río Blanco, donde fueron inhumados.
La Diócesis de Jujuy lamentó su partida y ofreció misas por su eterno descanso y por el papa Francisco, con quien el padre Ricardo compartió años en la formación sacerdotal y un poco más de una década ya en el ejercicio propio del ministerio sacerdotal, en una parroquia de extensa jurisdicción del área bonaerense.