El Carnaval jujeño está a la vuelta de la esquina, y con él llega la emoción de preparar el kit carnavalero. En diálogo con nuestro diario, una comerciante local detalló los productos indispensables: talco perfumado ($2.000 el kilo), papel picado ($6.000), serpentinas ($2.500 la docena), gorritos ($4.500 a $5.000) y nieve ($2.500 por unidad) y el infaltable ramito de albahaca ($1.000). Todos estos precios se pueden encontrar en la zona de la Vieja terminal.
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El Carnaval jujeño está a la vuelta de la esquina, y con él llega la emoción de preparar el kit carnavalero. En diálogo con nuestro diario, una comerciante local detalló los productos indispensables: talco perfumado ($2.000 el kilo), papel picado ($6.000), serpentinas ($2.500 la docena), gorritos ($4.500 a $5.000) y nieve ($2.500 por unidad) y el infaltable ramito de albahaca ($1.000). Todos estos precios se pueden encontrar en la zona de la Vieja terminal.
También destacó la importancia de la venta de los diablitos artesanales, cuyos precios parten desde los $3.000, y de los alimentos típicos como el chuño y el maíz, que acompañan los festejos.
Esta fecha no solo es clave para celebrar, sino también para avivar la cultura norteña, donde la gastronomía juega un rol central con platos como el picante de pollo y la sopa de maíz, que se comparten en un ambiente de alegría y tradición.
- Tradición, alegría y el mágico Pujllay, el diablito que da vida al Carnaval Jujeño
El Carnaval de Jujuy no sería lo mismo sin su protagonista principal: el Pujllay. Este pequeño muñeco, que imita a un diablo, es desenterrado cada año para dar inicio a los festejos. Representa al sol, encargado de fecundar la tierra (Pachamama), y simboliza la alegría, el descontrol y la diversión.
Según las creencias populares, el Pujllay es un espíritu bueno, bendecido para repartir felicidad y alejar las maldades. Por eso, al finalizar el Carnaval, es enterrado nuevamente con ofrendas como comidas, bebidas, tabaco y hojas de coca, para que regrese el próximo año.
El primer acto del Carnaval es el desentierro del Pujllay. Este ritual se realiza en un mojón junto al río, en los altos o al pie de un cerro. El muñeco, adornado con espejos, lentejuelas y cascabeles, es desenterrado para animar los festejos. Con su voz chillona y su traje colorido, el Pujllay invita a bailar, hacer bromas y celebrar. Es el encargado de armar parejas en los bailes, donde predominan ritmos como carnavalitos, taquiraris, cuecas y zambas.
- El Pujllay: Un honor y un misterio
Ser el diablo de una comparsa es un honor que dura un año. Quienes lo personifican ocultan su identidad detrás de máscaras, cuernos y trajes llenos de espejos. El cambio de voz y el anonimato son clave para mantener el misterio. Durante los festejos, el Pujllay se apodera de los cuerpos, uniendo a todos en bailes endiablados donde las inhibiciones desaparecen. Solo al quitarse el disfraz, los participantes recuperan su identidad.
- Una fiesta que fusiona tradición y alegría
El Carnaval de Jujuy es una mezcla de creencias populares, ritos ancestrales y filosofías de vida. Durante varios días, las calles se llenan de comparsas con atuendos coloridos, música en vivo y comidas típicas como picante de pollo y sopa de maíz. Vecinos y forasteros son invitados a compartir la alegría en "fortines" improvisados, donde la música y el baile son los protagonistas.
El cierre del Carnaval es un momento emotivo. Entre llantos y ofrendas, el Pujllay es devuelto a la tierra, marcando el fin de la fiesta. Este acto simboliza el regreso a la rutina y la despedida de la alegría desbordante que caracteriza al Carnaval. Hasta el próximo año, Jujuy guarda en su tierra al diablito que, como el sol, renacerá para fecundar una nueva celebración llena de vida, color y tradición.
Una celebración que fusiona alegría, descontrol y tradición, donde todo vale para divertirse. Todos los años representa una fiesta inolvidable.