La fuerza de la naturaleza maravilló las miradas cuando se representó en el canto vivo desde un trabajo que manos jóvenes realizaron para la Fiesta Nacional de los Estudiantes, en su septuagésima cuarta edición.
Así, colosales seres desplegaron movimientos alrededor de su protector nativo. Y entonces desde su corazón florecieron los colores de la primavera desafiando los vientos, con la enseñanza de respetar a las aves que danzan en los cielos, a los yacarés en el agua, al yaguareté en los montes y a los tigres majestuosos, hermanados en una misma creación. Resplandecieron en esta obra de arte que hecha de bendecidas inteligencias, fue esperanza para los estudiantes de la Escuela de Educación Técnica 1 "Escolástico Zegada".
Los "lobos" de la Industrial regalaron un proyecto que quedará guardado en la memoria de los jujeños para siempre, por la labor que implicó llevarlo adelante y el mensaje de concientización sobre los animales como hermanos que los humanos deben respetar. "Desde el año pasado fue presentado con la idea principal que es dar conciencia sobre los animales en peligro de extinción, como el rinoceronte, guacamayos, flamencos... los primeros depredadores somos nosotros", expresó Fanor Vásquez, uno de los alumnos de la EET1 y que junto a Ignacio Yavi compartió experiencias al realizar esta monumental tarea.
Las emociones que vivieron desde su lugar de carroceros los colman de sensibilidad a la hora de recordar la cercanía con los compañeros, ya que la amistad cobra un matiz distinto, el hacer equipo y, luego, el mirar las luces encendidas de la carroza que reflejó el esfuerzo compartido. "Sentí de todo al ver que la carroza estaba forrada, con los mecanismos listos y que cobró vida, fue hermosa cada etapa", dijo, por su parte Yavi, asegurando que desde 2024 se viene reuniendo material para complementarla y así llegar a las dimensiones y al tamaño justo.
"Tratamos de adaptar lo necesario y que estén los animalitos en la carroza, sin pasarnos de los límites. Iban a venir más piezas, como un puma y cascadas con movimiento cinético, entre otros elementos", reveló. Y es que cada carroza técnica deslumbra por los movimientos pero, sobre todo, porque expone el ingenio de los adolescentes para decorar con materiales originales y reciclados, su creación. Por ejemplo, para resaltar al yaguareté se utilizaron canutillos con los colores de base de latas de bebidas en blanco, en dorado y en negro.
Y recrear el pelaje de la tríada de bengala, fue mejor gracias a la fibra textil vegetal del palo borracho que se dispuso para emular el pelaje del tigre, de la tigresa y del cachorro; y la corteza del mismo árbol, fue con la que se pegó una a una las escamas con textura en los dos yacarés.
Desde las alturas, los guacamayos, se hicieron arte a través de tiras de lana y de papel que prolijamente colocadas, dieron forma a las delicadas alas. Todo iba por su curso normal, hasta que sucedió un episodio que asustó a la comunidad estudiantil. "Cuando tuvimos el accidente con el fuego, tuvimos miedo pero supimos reaccionar al instante. Ninguno se bajoneó e hicimos lo posible por salir adelante, aunque por momentos fue desesperante", explicó Yavi, que luego resaltó a los "profes" y a la gente que acompañó en todo momento.
Se secaron las lágrimas y desde un instinto "lobo" que se renueva en valores humanos, miraron al cielo -como su protector- y con el enfoque puesto en obrar para salir de la situación, retomaron labores. Lejos de dejarse abatir por la circunstancia, los jóvenes lo dieron todo.
La tigresa y su cachorro renacieron de las cenizas y brillaron más que nunca porque las manos hábiles hicieron magia junto a la buena voluntad de quienes colaboraron de corazón. "Lo que valoramos es la empatía que sintieron por nosotros los chicos de los otros colegios, porque no nos dejaron solos", afirmó Yavi, sensible por el instante que junto a sus compañeros revivió y que, al final, con la comunidad "loba" sonrió al recibir la calidez del público. Es que en cada uno de los desfiles, los aplausos no cesaron nunca y el reconocimiento fue la gran felicidad que se generó en el seno del grupo de estudiantes carroceros.
Y los cumplidos para la carroza, aquellos mimos que hicieron más gloriosos sus días septembrinos. La pasión de cada alumno se vio perfecta en la avenida de los estudiantes jujeños, donde la tigresa levantaba con orgullo a su bebé, resplandeciente y erguida... emergiendo de las dificultades en su dignidad animal, ofreciendo a ese pequeño ser entre sus fauces y entregándolo al mundo como lo mejor de sí misma, tal como el espíritu de resiliencia de los estudiantes para no decaer, a pesar de lo compleja que puede resultar una situación inesperada. Y gracias a la visualización, al talento y a la creatividad, pero también a la unión, a la determinación y a la cooperación, el primer premio como carroza técnica fue un hecho que todos celebraron, escribiendo con letras doradas una nueva página en la historia de la tradicional institución educativa.