Del amor y la admiración hacia su abuela, nació la hermosa idea de ser fiel a un estilo propio y desprender luz a través de la gracia personal.
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Del amor y la admiración hacia su abuela, nació la hermosa idea de ser fiel a un estilo propio y desprender luz a través de la gracia personal.
La coquetería, el cuidado de la piel y la peluquería -que siempre procuraba la elegancia para completar su imagen genuina- hicieron de Azucena Inesta Chalabe un sello de indiscutible valor en el corazón y en la retina de Luis Loza. Heredero del buen gusto y dueño de un ojo fino para observar hasta el más mínimo detalle en los looks que se presenten ante su verdeada mirada, este asesor de imagen abrevó de su abuela, la imagen de referencia para su cuidado y estética personal que en la adolescencia se hizo notar con mayor ahínco. "Mi abuela era enfermera, pero para los eventos que tenía en esa época se hacía coser los vestidos. Tenía una modista específica. Ella compraba la tela y diseñaban el vestido a su gusto. Recuerdo que en la época de los '80 se estilaba que la cartera, los zapatos y el cinto combinaran, pero ahora ya no. Ya se descontracturó esa historia, así que hoy combinamos colores y texturas", expresó Loza, abierto a revelar los secretos a través de su rol como profesional de la estética.
La imagen de una persona es fundamental porque es la carta de presentación que la distingue de las demás. Pero para descubrir el aspecto ideal o la mejor versión de acuerdo a la personalidad, estilos y objetivos, existen secretos que se develan a través de la persona indicada para ello.
Es que el asesor de imagen pertenece al selecto grupo que guía y que puede ver más allá en este universo, para nada superficial, abordado como un todo dentro de lo conveniente para la persona que debe aconsejar.
Luis Loza es un experto en belleza, cuyo rol implica investigar y recomendar sobre el estilo que más se ajuste representar a la persona que inspira, gracias a su permanente conocimiento sobre el mundo de la moda. Diez años atrás, el universo del diseño, la estética y la imagen se abrió ante él como un abanico de posibilidades para profesionalizar su labor a fin de ayudar a potenciar la presentación de la cliente que lo requiera.
"Ser asesor de imagen es un trabajo integral que tiene que ver con perfeccionar el look de una persona, de acompañarla y guiarla a que encuentre su estilo en indumentaria, complementando con maquillaje profesional y cosmetología por el cuidado de la piel", explicó Loza. Porque el todo hace al perfil general, no se debe descuidar ningún detalle. "A veces pensamos que el cuidado tiene que ver con el pelo y la piel, nada más, pero hay que tener en cuenta más complementos. Por ejemplo, los colores que vestimos, que pueden favorecer y que no", dijo Loza, que fue descubriendo su actual profesión a medida que pasaron los años. "En Jujuy no es una carrera muy conocida. Antes el papel del asesor era modificar el look, nada más. Hoy eso cambió, porque hay que estar atento a las necesidades del cliente para ver qué necesita cambiar. Hay que conocer su círculo social, si es una persona que tiene mucho evento o no; se analiza todo el contexto", afirmó.
A medida que fue perfeccionándose, Loza fue compartiendo sus conocimientos y, sobre todo, escuchando, dato importante a la hora de reconocer la perspectiva del cliente. "Primero, es una entrevista previa, luego se debe hacer un análisis del guardarropa porque de ahí surgen mil opciones para brindar la asesoría de manera óptima", indicó este joven, cuya función se determina en no criticar, sino acompañar una evolución. "Nosotros como seres humanos sufrimos cambios. Cuando somos niños y pasamos a ser adolescentes, tenemos el período de transición, de la juventud a la adultez; entonces vamos modificando nuestra manera de ser, de sentir y de vestir. Pero también influye mucho la profesión que ejercemos, si tenemos muchos eventos o no. Si se trata de una persona que se maneja en la calle, por eso depende de muchas facetas para poder entender en dónde estamos parados", comentó Loza quien al efectuar su trabajo centraliza su atención en evaluar las características del look actual de la persona, teniendo en cuenta el vestuario, el maquillaje, el peinado y los accesorios.
Nada superficial
Contrariamente a lo que se puede percibir, la moda no es algo superficial sino que tiene su sentido profundo. “El lucir bien nos acompaña, nos ayuda a sentirnos y vernos mejor”, aseguró Luis Loza, mientras su concentración se hacía eco del “ojo fino” que sabe captar calidades, tonalidades y texturas. “Cuando miro las vidrieras, sin tocar, me doy cuenta de las características de la prenda como la confección, los detalles; siempre es mejor que se fijen en la composición total porque bajó la calidad de los géneros.
Si vamos con una marca más determinada, capaz que cobran más la marca que el producto en sí”, indicó, afirmando que existen marcas que no son tan caras, pero la calidad de sus géneros es mejor que otras más reconocidas. Con respecto a la tendencia en Jujuy, lo clásico y neutral es el cuadro recurrente de cualquier paisaje urbano. “Ambos, hombres y mujeres no se animan a salir de su zona de confort. Si sale algo de tendencia por ejemplo, el estilo oversize, sale todo el mundo ‘lookeado’ así; cuando en realidad, con todos no va”, aseguró.
“No tenemos que ser esclavos de la moda, sino adaptarla a nuestro propio estilo. El asesor ayuda a descubrir ese ítem determinado y a generar una conciencia para comprar prendas que se ajusten a las necesidades”, detalló. En cuanto al hombre, va a lo seguro. Es súper clásico. “A los jóvenes, se los puede ver en la Cena Blanca con una marcada tendencia a usar trajes más entallados, optan por líneas más rectas o pantalón tipo chupín. El hombre más maduro, prefiere la línea clásica”, comentó. “Las mujeres van a lo clásico y no deberían exagerar con los accesorios; otras van por lo chic, con prenda más al cuerpo, lo bueno sería que se animen de a poco al cambio”, explicó este asesor que ama su profesión porque le permite lucir sofisticado y ayudar a otras personas a brillar con el look apropiado sin que se destaque la prenda, sino que la persona en sí, resalte por su esencia de ser humano.