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25 de Junio,  Jujuy, Argentina
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“Soy un orgulloso excombatiente, los héroes quedaron allá”

El maimareño Ramón Clemente Méndez, tripulante de un Hércules C-130, recordó el Bautismo de fuego de las alas patrias.

Miércoles, 08 de mayo de 2024 01:04
“EL PULSO DE LA SEMANA” | EL EXCOMBATIENTE DE MALVINAS, RAMÓN MÉNDEZ, JUNTO AL CONDUCTOR CARLOS FERRARO.

Ramón Clemente Méndez, oriundo de Maimará, hoy suboficial principal retirado de la Fuerza Aérea Argentina, jefe de una hermosa familia con ocho hijos (siete varones y una mujer), que fue convocado a un encuentro en el programa “El Pulso de la Semana” que cada lunes se emite por el canal de streaming de El Tribuno de Jujuy en simultáneo con El Tribuno digital y Jujuy FM, en 101,7 mgz. La idea, explicó el conductor del ciclo, y director editor del Grupo Tribuno, Carlos Ferraro, era rendir un homenaje a dos fechas gloriosas de la historia argentina reciente, como son el 1 de Mayo, Bautismo de fuego de las alas argentinas, y el 4 de mayo, día del criminal hundimiento del Crucero General Belgrano. Y para ello, el suboficial Méndez, un excombatiente, ayudó a recordar anécdotas de su vida civil y militar, con inocultable emoción.

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Ramón Clemente Méndez, oriundo de Maimará, hoy suboficial principal retirado de la Fuerza Aérea Argentina, jefe de una hermosa familia con ocho hijos (siete varones y una mujer), que fue convocado a un encuentro en el programa “El Pulso de la Semana” que cada lunes se emite por el canal de streaming de El Tribuno de Jujuy en simultáneo con El Tribuno digital y Jujuy FM, en 101,7 mgz. La idea, explicó el conductor del ciclo, y director editor del Grupo Tribuno, Carlos Ferraro, era rendir un homenaje a dos fechas gloriosas de la historia argentina reciente, como son el 1 de Mayo, Bautismo de fuego de las alas argentinas, y el 4 de mayo, día del criminal hundimiento del Crucero General Belgrano. Y para ello, el suboficial Méndez, un excombatiente, ayudó a recordar anécdotas de su vida civil y militar, con inocultable emoción.

“Un día partí de Maimará, en vísperas del carnaval. Mientras escuchaba los sonidos de las anatas, yo me vine a Jujuy, y desde aquí, en el histórico tren ‘Cinta de Plata’, tres días viajando, llegué a Buenos Aires, y a la Escuela de Suboficiales de la Fuerza Aérea”. Toda una odisea para un provinciano quebradeño, que “nunca había conocido otros lugares que no fueran Maimará y San Salvador de Jujuy”. Ya siendo cadete Ramón Méndez relató que se deslumbraba escuchando las charlas de los oficiales y pilotos. “Contaban de sus viajes por todo el mundo. Y uno de ellos al verme tan atento me preguntó: ‘¿Usted quiere volar, Negro?’. Respondí que sí, y me indicó los trámites y los cursos que debía realizar”. “Casi abandono, porque no entendía nada, pero mi jefe, el oficial Juan Marnoni me ordenó: ‘No vamos a hacer la pausa para almorzar, vamos a ir al Casino y yo le voy a dar un doble comando para que entienda’. Así aprobé el curso”.

“Ya en el año 1976, comencé a volar, en los aviones F-27 (Fokker Frienship biturbohélice), los más chicos que tenía la fuerza. Después pasé al F-28, que ya era un jet y seis años después pasé a volar el Hércules C-130. Ese sí que es un avionazo, pero... te desangra...”, evocó Méndez. “Seguíamos las normas estrictas de la FA norteamericana. Muy rigurosa, muy estricta. En un Hércules, se aprende todo y ahí uno se siente realmente un tripulante de la Fuerza Aérea”. Así llegó el excombatiente maimareño a los días de la guerra. “Dos o tres días antes, el jefe de Escuadrón ya sabía de la recuperación de las Islas.

El 1 de abril, ordenaron que todos estemos a las 6 de la tarde en el Palomar. Recién entrada la noche, avisaron que al día siguiente debíamos volar a Río Gallegos y de ahí, cruzar a Malvinas. En un primer momento no sentí ni emoción ni miedo, estaba en el fragor de preparar todo. Después cuando íbamos volando a Malvinas, ahí comencé a sentir lo que venía. Era un movimiento intenso, todos los aviones de la Fuerza y también los de Aerolíneas Argentinas y de Austral. Era un ir y venir, llevando personal, cargas, de todo. A mí me tocó salir hacia las Islas, a las seis de la tarde despegamos. La gente que había llegado con los barcos tuvo que limpiar la pista, porque los ingleses habían tirado tanques de combustible y tractores. Nosotros volábamos una hora y media, descargábamos todo y volvíamos al continente, se recargaba y el avión volvía a salir. Todo era intenso y frenético”, relató Méndez.

“Ya en el año 1976, comencé a volar, en los aviones F-27 (Fokker Frienship biturbohélice), los más chicos que tenía la fuerza. Después pasé al F-28, que ya era un jet y seis años después pasé a volar el Hércules C-130. Ese sí que es un avionazo, pero... te desangra...”, evocó Méndez. “Seguíamos las normas estrictas de la FA norteamericana. Muy rigurosa, muy estricta. En un Hércules, se aprende todo y ahí uno se siente realmente un tripulante de la Fuerza Aérea”. Así llegó el excombatiente maimareño a los días de la guerra. “Dos o tres días antes, el jefe de Escuadrón ya sabía de la recuperación de las Islas. El 1 de abril, ordenaron que todos estemos a las 6 de la tarde en el Palomar. Recién entrada la noche, avisaron que al día siguiente debíamos volar a Río Gallegos y de ahí, cruzar a Malvinas.

En un primer momento no sentí ni emoción ni miedo, estaba en el fragor de preparar todo. Después cuando íbamos volando a Malvinas, ahí comencé a sentir lo que venía. Era un movimiento intenso, todos los aviones de la Fuerza y también los de Aerolíneas Argentinas y de Austral. Era un ir y venir, llevando personal, cargas, de todo. A mí me tocó salir hacia las Islas, a las seis de la tarde despegamos. La gente que había llegado con los barcos tuvo que limpiar la pista, porque los ingleses habían tirado tanques de combustible y tractores. Nosotros volábamos una hora y media, descargábamos todo y volvíamos al continente, se recargaba y el avión volvía a salir. Todo era intenso y frenético”, relató Méndez.

Con orgullo recordó: “El avión Hércules hizo historia y asombró incluso a los norteamericanos. Se transformó en bombardero. Le sacaron los tanques del costado y ahí conectaron bombas y salieron a buscar la flota inglesa. Vieron un carguero que justo se llamaba Hércules, contratado por los ingleses, que llevaba helicópteros, todo tipo de pertrechos y municiones. Nuestro avión lo inutilizó y debió volverse a Brasil donde quedó encallado. Nosotros peleamos contra los ingleses, contra Estados Unidos, contra la Otan, y contra los chilenos, a los que todavía les dicen ‘los hermanos chilenos’, y no sé por qué, ellos no nos quieren”. Ramón valoró el coraje y la destreza de los miembros de la FAA, aún de los jóvenes alfereces recién egresados: “Con 23 años guerreaban volando los A4C, aviones poderosos de millones de dólares”.

Ramón Clemente Méndez mostró con orgullo las cinco condecoraciones que luce en su pecho de excombatiente. Y luego de explicar el origen de cada una (incluso la que recibió del gobierno de Kuwait por haber colaborado con las fuerzas transnacionales en la recuperación del país). Y al cerrar su charla lamentó que se haya desmantelado a la FAA. Finalmente, rechazó el apelativo de “héroe de Malvinas”. “Héroes, son los que quedaron allá, en las Islas, en las profundidades del océano. Yo repetiría todo lo que hice, sin dudar. Lo que uno hizo allá fue una pasión que volvería a vivir con muchísimo orgullo. Haber participado en la recuperación de un pedazo de tierra nuestra, claro que volvería a hacerlo. Juramos defender la Bandera hasta perder la vida y cuando llegó el momento aprendimos a defender la Patria, de esa manera, sea donde sea”.

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