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26 de Junio,  Jujuy, Argentina
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Argentina está en Río de Janeiro y espera por la final

El equipo de Lionel Scaloni se instaló ayer y hoy comenzará a entrenar pensando en el duelo que se jugará en el “Maracaná”. 

Jueves, 08 de julio de 2021 01:03

El seleccionado argentino llegó anoche a Río de Janeiro en su último viaje en esta Copa América antes de la gran final del próximo sábado a las 21 ante Brasil, en el mítico estadio Maracaná, donde el equipo capitaneado por Lionel Messi irá en busca de un título que se le niega desde 1993.
Claro que el rival y el escenario, la ‘casa madre‘ del fútbol brasileño por antonomasia, el estadio ‘mais grande do mundo‘, según lo supieron rebautizar los aficionados locales, convierten a este logro, en caso de alcanzarse, en ‘algo más‘ que una simple Copa América y en ‘algo menos‘ que un Mundial.
En esa estadía intermedia, el significado de un nuevo ‘Maracanazo‘ como el propiciado por Uruguay en la final del Mundial de 1950, cuando se impuso por 2 a 1 ante un estadio ‘explotado‘ de gente y un favoritismo aun mayor para el dueño de casa, también ‘cotizaría en bolsa‘ para Argentina en general pero, y muy especialmente, para Messi en particular.
Y si de Uruguay se trata, será justamente un árbitro de ese país, Esteban Ostojich, el encargado de controlar el encuentro del sábado entre los de Lionel Scaloni y los de Tite, mientras que el brasileño Raphael Claus estará a cargo mañana del encuentro por el tercer puesto entre Perú y Colombia.
‘Argentina-Brasil‘ es, por su sola mención, el clásico que retumba en el mundo entero y genera la máxima atención del planeta futbolístico, aunque en esta oportunidad lo que lo rodea tiene una implicancia mayor que muchos anteriores, porque entre tantas otras cosas es insoslayable que se vaya a jugar sin público, sin un Maracaná colmado como ocurriría si no estuviera la pandemia de coronavirus de por medio.
Argentina viene de perder nada menos que las últimas seis finales a las que accedió en los últimos 20 años, las tres primeras justamente ante Brasil, las Copa América 2004 y 2007 y la Copa de las Confederaciones 2005, las dos Copa América últimas frente a Chile en 2015 y 2016, más el Mundial de 2014 frente a Alemania en el mismo escenario del partido del próximo sábado.
Toda esa carga es la que hace tan especial este partido para los argentinos, además de lo que significa para Messi en su quinta participación en este certamen, así como para Scaloni que, sin experiencias previas, afrontará su primera final con la gloria que otros varios con mucho más recorrido no pudieron atrapar al alcance de sus manos.
Queda poco y la ilusión de cortar la larga sequía es más grande.

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El seleccionado argentino llegó anoche a Río de Janeiro en su último viaje en esta Copa América antes de la gran final del próximo sábado a las 21 ante Brasil, en el mítico estadio Maracaná, donde el equipo capitaneado por Lionel Messi irá en busca de un título que se le niega desde 1993.
Claro que el rival y el escenario, la ‘casa madre‘ del fútbol brasileño por antonomasia, el estadio ‘mais grande do mundo‘, según lo supieron rebautizar los aficionados locales, convierten a este logro, en caso de alcanzarse, en ‘algo más‘ que una simple Copa América y en ‘algo menos‘ que un Mundial.
En esa estadía intermedia, el significado de un nuevo ‘Maracanazo‘ como el propiciado por Uruguay en la final del Mundial de 1950, cuando se impuso por 2 a 1 ante un estadio ‘explotado‘ de gente y un favoritismo aun mayor para el dueño de casa, también ‘cotizaría en bolsa‘ para Argentina en general pero, y muy especialmente, para Messi en particular.
Y si de Uruguay se trata, será justamente un árbitro de ese país, Esteban Ostojich, el encargado de controlar el encuentro del sábado entre los de Lionel Scaloni y los de Tite, mientras que el brasileño Raphael Claus estará a cargo mañana del encuentro por el tercer puesto entre Perú y Colombia.
‘Argentina-Brasil‘ es, por su sola mención, el clásico que retumba en el mundo entero y genera la máxima atención del planeta futbolístico, aunque en esta oportunidad lo que lo rodea tiene una implicancia mayor que muchos anteriores, porque entre tantas otras cosas es insoslayable que se vaya a jugar sin público, sin un Maracaná colmado como ocurriría si no estuviera la pandemia de coronavirus de por medio.
Argentina viene de perder nada menos que las últimas seis finales a las que accedió en los últimos 20 años, las tres primeras justamente ante Brasil, las Copa América 2004 y 2007 y la Copa de las Confederaciones 2005, las dos Copa América últimas frente a Chile en 2015 y 2016, más el Mundial de 2014 frente a Alemania en el mismo escenario del partido del próximo sábado.
Toda esa carga es la que hace tan especial este partido para los argentinos, además de lo que significa para Messi en su quinta participación en este certamen, así como para Scaloni que, sin experiencias previas, afrontará su primera final con la gloria que otros varios con mucho más recorrido no pudieron atrapar al alcance de sus manos.
Queda poco y la ilusión de cortar la larga sequía es más grande.

 

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