Hoy la milenaria Puna abrirá su corazón de par en par para abrazar el recuerdo de uno de sus hijos predilectos, el periodista y escritor Aldo Ábalos, quien supo enaltecerla en sus más sentidas prosas y defender los derechos de sus hermanos de raza con la bravura del arenoso viento de las alturas. Tempranamente, un 27 de febrero del 2011, Aldo partió llevándose tantas historias, tantos sueños por cumplir, dejando un silencio profundo, interrogantes a los que nunca les encontramos respuesta. Hoy, nuestro colega no nos acompaña físicamente, pero su pluma, su palabra, su magia rondan nuestro espacio y las cajas copleras del Carnaval de febrero que resuenan por los cerros, traen su recuerdo y nos dicen que Aldo dejó la tierra para brillar en el cielo límpido de su amada Puna.
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Hoy la milenaria Puna abrirá su corazón de par en par para abrazar el recuerdo de uno de sus hijos predilectos, el periodista y escritor Aldo Ábalos, quien supo enaltecerla en sus más sentidas prosas y defender los derechos de sus hermanos de raza con la bravura del arenoso viento de las alturas. Tempranamente, un 27 de febrero del 2011, Aldo partió llevándose tantas historias, tantos sueños por cumplir, dejando un silencio profundo, interrogantes a los que nunca les encontramos respuesta. Hoy, nuestro colega no nos acompaña físicamente, pero su pluma, su palabra, su magia rondan nuestro espacio y las cajas copleras del Carnaval de febrero que resuenan por los cerros, traen su recuerdo y nos dicen que Aldo dejó la tierra para brillar en el cielo límpido de su amada Puna.
"Hace días atrás escuché y asumí que siete años pueden ser setenta o tal vez setecientos; pero para los que compartimos el tiempo con él, pareciera que transcurrió una eternidad, no solamente porque la presencia física se siente sino por sobre todas las cosas, porque ese tintero con esa mágica pluma y aquellos versos y prosas, esperan para poder revivir con énfasis poético las páginas de El Tribuno de Jujuy o tal vez esperan, aún inocentes e incrédulos, aquellos micrófonos del Festival del Huancar. Eso es lo que más se extraña desde adentro de su entorno, la sapiencia heredada por sus amigos de la vida, esos que fueron más grandes en cronología etaria y a quienes quiso igualarse en el tiempo en conocimientos y en ese ímpetu por defender su terruño, y esa fue una de las premisas que lo llevó a entablar un lazo de amistad enorme con Don Leopoldo Abán, de quien recibió, por ejemplo, un compilado y producciones personales de uno de los primeros periodistas de la provincia como lo fue don Víctor Abán, nombre que además recibió la Sala de Redacción de El Tribuno de Jujuy, matutino en el que se desempeñó por más de dos décadas de su existencia", fueron las palabras de su hijo Guido Ábalos, heredero no sólo de la sangre que corre por sus venas, sino de ese innato talento para dibujar historias y paisajes de la manera más sutil.
Al desandar las páginas del libro de la historia, recordó los primeros pasos de su padre, de aquel niño que irrumpió con su llanto cargado de rimas. "No fue un simple llanto, fue un cántico que le anunciaba a su querida Puna que a partir de ese 1 de noviembre de 1959 y, desde aquella Pan de Azúcar, la América Morena tenía un representante que le cantaría a los cuatro vientos las realidades del día a día". Y el pequeño Aldo transitó por las escuelitas primarias de aquellas regiones mineras como su Pan de Azúcar natal o como la fría Mina Pirquitas, para finalizar sus estudios en los pasillos de la escuela 245 de la Siberia Argentina. Ya en su adolescencia también supo desandar su espontaneidad y su inquietud por las aulas del colegio El Salvador y la escuela Normal Nacional "Gendarmería Nacional", para concluir su formación en la escuela Normal Superior "Sargento Cabral" de Abra Pampa.
Un 7 de enero de 1977, Aldo Víctor Ábalos encabezó un grupo de inquieta jovialidad, daban nacimiento a un evento que hoy por hoy trascendió las fronteras de los cuatro puntos cardinales: el Festival folclórico del Huancar, el documento de identidad de la "Capital de la Puna". "Caminante como muy pocos, recorrió la Puna de palmo a palmo, más allá de los inconvenientes de la presión arterial transitó por los lugares más inhóspitos y agrestes para llevar al conocimiento provincial y nacional las realidades de la América profunda", subrayó. Y las palabras del joven Guido describieron con un dejo de tristeza lo ocurrido aquel 27 de febrero de 2011. "La tarde de aquel domingo fue fatídica, se inició como un calvario en horas de la mañana, luego transitar por los pasillos del improvisado hospital y ya en su domicilio, el "Cóndor cesó su canto en brazos de su amada". Desde aquel momento, en cada uno de los corazones abrapampeños que sí saben de reconocimientos, existe un vacío que no supo regocijarse en algún micrófono. En las alturas de Cusi Cusi, Lagunillas del Farallón o la fría Coyaguayma, no retumba la voz del trovador de la Puna; ya en El Aguilar, en Tres Cruces o en el mágico Huancar, no se conjugan los versos del corazón y la razón; ya la Puna se quedó sin voz", así lo recordó su hijo. Hoy el periodista será recordado porque su palabra trascendió las fronteras, y multiplicados por la geografía jujeña, hay corazones en los que sigue y seguirá intacto su recuerdo.