El año 2018 dejó muchas cosas por recordar, pero indudablemente que para toda la familia del diario El Tribuno de Jujuy y para los amantes del deporte en general, hubo un hecho significativo, marcado por la tristeza de una despedida.
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El año 2018 dejó muchas cosas por recordar, pero indudablemente que para toda la familia del diario El Tribuno de Jujuy y para los amantes del deporte en general, hubo un hecho significativo, marcado por la tristeza de una despedida.
El 15 de junio, a los 66 años, cerró sus ojos Edgar Caballero, mítico periodista deportivo y jefe histórico de la sección deportes de El Tribuno de Jujuy, aquejado por una enfermedad. A pesar de todo esto, hay que resaltar, que hasta el último instante "Cabita" estuvo pendiente de las crónicas deportivas y las tareas de su amado diario.
Se dijeron infinidad de palabras de agradecimiento y reconocimiento para quien en vida, no solamente fue un excelente profesional, sino ante todo una gran persona.
Tipo generoso, y no hablamos de cuestiones económicas, sino con lo más valioso que uno puede otorgar en esta época donde la vorágine de lo inmediato se hace sentir, que no es otra cosa que el tiempo para dar una palabra de aliento, una guía o simplemente escuchar.
Es claro que su ausencia en la redacción se hizo y se hace sentir. No solamente desde lo profesional, donde miles de veces dejó en claro la pasión y el amor que tenía por el periodismo; sino sobre todo desde lo humano, ya que con su sola presencia lograba imponer una calidez que denotaba el gran ser humano que fue en vida.
Compañeros, colegas, atletas, dirigentes lloraron su partida y dejaron en claro que su nombre siempre estará ligado a los grandes acontecimientos deportivos.
Su familia se mostró orgullosa por tanto cariño, pero no sorprendida, ya que esto fue solo una reciprocidad por todo lo que "Cabita" dejó en vida para todos los que los conocieron.
Para mi, que como hijo tuve la dicha de conocerlo dentro de sus grandes amores, que no fueron otros que la familia y el trabajo, solamente me queda agradecerle por todo y recordarlo con el mejor de los cariños. De él heredé la pasión por el periodismo y su nieto sigue sus pasos. "Lo que se hereda no se roba", y uno, todos los que fuimos parte de su vida, heredamos la sencillez y la calidez de ser ante todo una buena persona y volcar todo eso a una profesión. Si logramos entender eso, será el mejor homenaje que le podemos hacer a un tipo que vivió como actuó y jamás retrocedió en sus convicciones. Por todo esto y mucho más a mi jefe, papá, "Cabita", compañero y amigo, gracias.