inicia sesión o regístrate.
Una jovencita se sentó a mi lado con los ojos llenos de lágrimas, nos contó don Braulio. Como tenía la garganta anegada por la angustia, no me dijo nada sino que me mostró su celular, donde su novio le había escrito: te odio. Yo me tomé la libertad de buscar el inicio de la conversación, donde ella le decía que le tenía que confesar algo y él le respondía con esa insólita respuesta.
¿Qué tenías que decirle?, le preguntó don Braulio y ella se secó las lágrimas y le respondió que muchas cosas, porque los sentimientos cambian, no digo que se secan pero se confunden, se vuelven turbios. ¿Y qué esperabas que te respondiera?, le preguntó don Braulio más como un abuelo que como un correctormántico.
Temí que me odiara, le dijo la muchacha, pero no esperaba que me lo dijera porque sabía que me amaba. Quien ama y no es correspondido termina odiando al amado, le dijo don Braulio y ella bajó los ojos y le dijo que cuando leyó ese mensaje supo que lo amaba más que antes, vea como son las cosas. No es nada que vaya a sorprenderme, le dijo don Braulio honestamente.
Pero si te fijás bien, se me hace que cuando le dijiste que tenías algo para decirle él quiso poner: te oigo, pero el corrector puso: te odio, y te mandó el mensaje así nomás, le dijo y ella miró la pantalla de su celular con amargura, porque se daba cuenta de que si su novio aceptaba escuchar esas cosas que ella tenía para decirle, ella ya no lo quería tanto.
Entonces la muchacha le pagó lo convenido y se marchó, quien sabe si a ver a su novio o a su amante.