Si dicen que la primer Pachamama nos marca el tono de este mes de invitaciones, que los que saben aseguran que señalará el del año que se extiende de agosto a agosto, de modo que haber sido invitados a la ceremonia de la Comisión Municipal de Tres Cruces es por demás halageño. En la noche, apenas entrado al mes de la Madre Tierra se sahumaron los distintos predios municipales, incluyendo los nuevos emprendimientos como la FM Estación Tres y el Museo de la Memoria Visual, y en la mañana se pasó por las distintas oficinas donde la koba y la chaya auspiciaban pidiendo el respetuoso permiso.
Cuando se destapó la Pachamama, la ulpada, la aloja, las chichas de maní y de maíz marcaban el tono tradicional de la invitación. Mientras en parejas se ofertaba la ofrenda, se servía guiso de papa y chanfaina, y no fue de extrañar que las abuelas se sintieran a tono para cantar sus coplas con la tonada de agosto, tan olvidada ya en otros sitios y tan bella con su cadencia de baguala alegre.
Tres horas continuaron con los invitados arrodillados para alimentar la tierra, y tras una amplia ronda que sumó a todos los presentes en el agasajo coplero, el comisionado, Fabián Martínez, saludó a uno por uno para agradecerle la presencia e invitar a los largos mesones donde restaba la tijtincha con su carne casi deshecha en el hervor, el mote, la papa, el haba y la oca, y la calapurca con su sabroso caldo.
La tonada de la copla y el sabor de las bebidas y las comidas no son mero detalle, sino el signo de un sitio que recurre a sus modos antiguos y entrañables para agradecer lo recibido y augurar el por venir. Es el modo en que los trescruceños deciden encarar el futuro con las raíces plantadas en lo seguro de su tierra.
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Si dicen que la primer Pachamama nos marca el tono de este mes de invitaciones, que los que saben aseguran que señalará el del año que se extiende de agosto a agosto, de modo que haber sido invitados a la ceremonia de la Comisión Municipal de Tres Cruces es por demás halageño. En la noche, apenas entrado al mes de la Madre Tierra se sahumaron los distintos predios municipales, incluyendo los nuevos emprendimientos como la FM Estación Tres y el Museo de la Memoria Visual, y en la mañana se pasó por las distintas oficinas donde la koba y la chaya auspiciaban pidiendo el respetuoso permiso.
Cuando se destapó la Pachamama, la ulpada, la aloja, las chichas de maní y de maíz marcaban el tono tradicional de la invitación. Mientras en parejas se ofertaba la ofrenda, se servía guiso de papa y chanfaina, y no fue de extrañar que las abuelas se sintieran a tono para cantar sus coplas con la tonada de agosto, tan olvidada ya en otros sitios y tan bella con su cadencia de baguala alegre.
Tres horas continuaron con los invitados arrodillados para alimentar la tierra, y tras una amplia ronda que sumó a todos los presentes en el agasajo coplero, el comisionado, Fabián Martínez, saludó a uno por uno para agradecerle la presencia e invitar a los largos mesones donde restaba la tijtincha con su carne casi deshecha en el hervor, el mote, la papa, el haba y la oca, y la calapurca con su sabroso caldo.
La tonada de la copla y el sabor de las bebidas y las comidas no son mero detalle, sino el signo de un sitio que recurre a sus modos antiguos y entrañables para agradecer lo recibido y augurar el por venir. Es el modo en que los trescruceños deciden encarar el futuro con las raíces plantadas en lo seguro de su tierra.