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29 de Julio,  Jujuy, Argentina
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Pachamama regada de tradiciones

Miércoles, 03 de agosto de 2016 01:30
<div>TRADICIÓN/ ABUELAS DE LA COMUNIDAD DE TRES CRUCES LE DIERON DE COMER A LA TIERRA, COMO SIMBOLO DE AGRADECIMIENTO.&nbsp;</div><div>
TILCARA (Corresponsal). Después de zigzaguear contra el barranco que cae hacia la naciente del río Grande, la ruta 9 atraviesa un llano que preanuncia el de la Puna. Algunos morros tapan el horizonte cerruno que comienza a arrugarse como si fuera de piel humana, se atraviesan algunos puentes y al fin hay un alto antes de bajar al sitio en que está emplazada Tres Cruces, donde aún queda la vieja estación ferroviaria que despachó el mineral de El Aguilar por más de seis décadas.
Si dicen que la primer Pachamama nos marca el tono de este mes de invitaciones, que los que saben aseguran que señalará el del año que se extiende de agosto a agosto, de modo que haber sido invitados a la ceremonia de la Comisión Municipal de Tres Cruces es por demás halageño. En la noche, apenas entrado al mes de la Madre Tierra se sahumaron los distintos predios municipales, incluyendo los nuevos emprendimientos como la FM Estación Tres y el Museo de la Memoria Visual, y en la mañana se pasó por las distintas oficinas donde la koba y la chaya auspiciaban pidiendo el respetuoso permiso.
Cuando se destapó la Pachamama, la ulpada, la aloja, las chichas de maní y de maíz marcaban el tono tradicional de la invitación. Mientras en parejas se ofertaba la ofrenda, se servía guiso de papa y chanfaina, y no fue de extrañar que las abuelas se sintieran a tono para cantar sus coplas con la tonada de agosto, tan olvidada ya en otros sitios y tan bella con su cadencia de baguala alegre.
Tres horas continuaron con los invitados arrodillados para alimentar la tierra, y tras una amplia ronda que sumó a todos los presentes en el agasajo coplero, el comisionado, Fabián Martínez, saludó a uno por uno para agradecerle la presencia e invitar a los largos mesones donde restaba la tijtincha con su carne casi deshecha en el hervor, el mote, la papa, el haba y la oca, y la calapurca con su sabroso caldo.
La tonada de la copla y el sabor de las bebidas y las comidas no son mero detalle, sino el signo de un sitio que recurre a sus modos antiguos y entrañables para agradecer lo recibido y augurar el por venir. Es el modo en que los trescruceños deciden encarar el futuro con las raíces plantadas en lo seguro de su tierra.

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TILCARA (Corresponsal). Después de zigzaguear contra el barranco que cae hacia la naciente del río Grande, la ruta 9 atraviesa un llano que preanuncia el de la Puna. Algunos morros tapan el horizonte cerruno que comienza a arrugarse como si fuera de piel humana, se atraviesan algunos puentes y al fin hay un alto antes de bajar al sitio en que está emplazada Tres Cruces, donde aún queda la vieja estación ferroviaria que despachó el mineral de El Aguilar por más de seis décadas.
Si dicen que la primer Pachamama nos marca el tono de este mes de invitaciones, que los que saben aseguran que señalará el del año que se extiende de agosto a agosto, de modo que haber sido invitados a la ceremonia de la Comisión Municipal de Tres Cruces es por demás halageño. En la noche, apenas entrado al mes de la Madre Tierra se sahumaron los distintos predios municipales, incluyendo los nuevos emprendimientos como la FM Estación Tres y el Museo de la Memoria Visual, y en la mañana se pasó por las distintas oficinas donde la koba y la chaya auspiciaban pidiendo el respetuoso permiso.
Cuando se destapó la Pachamama, la ulpada, la aloja, las chichas de maní y de maíz marcaban el tono tradicional de la invitación. Mientras en parejas se ofertaba la ofrenda, se servía guiso de papa y chanfaina, y no fue de extrañar que las abuelas se sintieran a tono para cantar sus coplas con la tonada de agosto, tan olvidada ya en otros sitios y tan bella con su cadencia de baguala alegre.
Tres horas continuaron con los invitados arrodillados para alimentar la tierra, y tras una amplia ronda que sumó a todos los presentes en el agasajo coplero, el comisionado, Fabián Martínez, saludó a uno por uno para agradecerle la presencia e invitar a los largos mesones donde restaba la tijtincha con su carne casi deshecha en el hervor, el mote, la papa, el haba y la oca, y la calapurca con su sabroso caldo.
La tonada de la copla y el sabor de las bebidas y las comidas no son mero detalle, sino el signo de un sitio que recurre a sus modos antiguos y entrañables para agradecer lo recibido y augurar el por venir. Es el modo en que los trescruceños deciden encarar el futuro con las raíces plantadas en lo seguro de su tierra.

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