El ejemplar pasó por un procedimiento de anestesia el 10 de mayo por especialistas del zoológico externos de la provincia y de la Fundación Temaikén, de Buenos Aires, para determinar las causas del decaimiento generalizado.
Luego de los estudios, el animal recuperó actividad pero se mostró cada día más renuente a recibir la medicación -la droga ahora se administra de forma inyectable- y últimamente también a recibir los alimentos a pesar de variados intentos del personal para que el animal recupere su apetito, informó la dirección del zoo mendocino.
El oso polar Arturo es un animal de casi 31 años, una edad muy avanzada para la especie, incluso en cautiverio, y no se encuentra en las condiciones físicas necesarias para ser trasladado a otro habitat, porque se pondría en riesgo su vida, señalaron los especialistas que asistieron y asisten al ejemplar.
Esta aclaración se debió al pedido que presentó en la legislatura mendocina el mes de mayo el ambientalista Gabriel Flores, quien inició en 2014 un petitorio en la plataforma change.org.
El petitorio, que juntó más de 420 mil firmas, fue para que el oso polar Arturo sea trasladado a una reserva de Canadá donde el entorno es más similar a su hábitat natural.
Es por eso, señala el comunicado del zoo, que se está trabajando en brindarle toda la atención y comodidades requeridas para superar este cuadro, así como para garantizarle una mejor calidad de vida en su recinto.
"El oso está pasado de edad, ya que el promedio de vida de los osos polares es de 21 años y el ejemplar que está en el zoo de Mendoza tiene 31, por lo que está por encima del promedio de expectativa de vida", afirmó el director de la Fundación Teimakén, Eduardo Enrique Francisco, cuando atendió al ejemplar.
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El ejemplar pasó por un procedimiento de anestesia el 10 de mayo por especialistas del zoológico externos de la provincia y de la Fundación Temaikén, de Buenos Aires, para determinar las causas del decaimiento generalizado.
Luego de los estudios, el animal recuperó actividad pero se mostró cada día más renuente a recibir la medicación -la droga ahora se administra de forma inyectable- y últimamente también a recibir los alimentos a pesar de variados intentos del personal para que el animal recupere su apetito, informó la dirección del zoo mendocino.
El oso polar Arturo es un animal de casi 31 años, una edad muy avanzada para la especie, incluso en cautiverio, y no se encuentra en las condiciones físicas necesarias para ser trasladado a otro habitat, porque se pondría en riesgo su vida, señalaron los especialistas que asistieron y asisten al ejemplar.
Esta aclaración se debió al pedido que presentó en la legislatura mendocina el mes de mayo el ambientalista Gabriel Flores, quien inició en 2014 un petitorio en la plataforma change.org.
El petitorio, que juntó más de 420 mil firmas, fue para que el oso polar Arturo sea trasladado a una reserva de Canadá donde el entorno es más similar a su hábitat natural.
Es por eso, señala el comunicado del zoo, que se está trabajando en brindarle toda la atención y comodidades requeridas para superar este cuadro, así como para garantizarle una mejor calidad de vida en su recinto.
"El oso está pasado de edad, ya que el promedio de vida de los osos polares es de 21 años y el ejemplar que está en el zoo de Mendoza tiene 31, por lo que está por encima del promedio de expectativa de vida", afirmó el director de la Fundación Teimakén, Eduardo Enrique Francisco, cuando atendió al ejemplar.