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Ya no está Cristina Kirchner; ahora hay un ingeniero

Miércoles, 02 de marzo de 2016 01:30

Ya no está Cristina Kirchner; ahora hay un ingeniero

La fragilidad de las críticas de los distintos sectores de la oposición fue la prueba más clara del efecto del discurso de Mauricio Macri: el presidente pasó del efectismo de la retórica tradicional de Cristina Kirchner a la contundencia de los números, propia de un gobierno con aspiraciones de desarrollo.
Ingeniero al fin, apeló al realismo y quedó en claro que el país atraviesa "un período de vacas flacas", que obligará a una fuerte disciplina interna y a un replanteo de los vínculos con los otros países del mundo. Además, el presidente definió que frente al déficit no quiere hacer un ajuste feroz, pero que tampoco va a financiarlo con emisión ni con reservas, sino con crédito externo. Para ello hará falta que el Congreso que lo escuchaba apruebe el acuerdo con los holdouts.
Como punto de partida, ningún proyecto de país es sólido si se apoya en la ilusión de que la Argentina es Alemania.
La otra diferencia inherente a la contradicción entre populismo y república la traza la perspectiva de futuro; la tradición kirchnerista se caracteriza por el absoluto presente, con un pasado inventado y un futuro impreciso.
De todos modos, el escenario que describió el Presidente obliga a presagiar una etapa compleja al menos, para los próximos dos años.
La dramática radiografía social SUBT La oposición de izquierda y el kirchnerismo no pudieron desmentir la radiografía social construida desde 2001. "Hay un 29% de pobreza; 6% de indigencia; 42% no tiene cloacas; 13% no tiene agua corriente; y 40% no tiene gas", planteó el presidente. Macri citó como fuente a la Universidad Católica Argentina, pero todos los observatorios sociales coinciden con esa medición.
Tampoco refutaron la estimación de la recaudación de impuestos, que entre 2006 y 2015 superó en 694 mil millones de dólares de la década anterior, es decir, que "no se nos vino el mundo encima". Macri habló de destrucción del Estado, despilfarro, financiamiento con inflación y corrupción, como rasgos determinantes de la gestión anterior.
Esa herencia, está claro, no se resolverá de un día para el otro. La inflación es un flagelo que siempre termina mal.
Déficit, Inflación y buitres SUBT Emitir billetes para gastar lo que no se tiene es un remedio aparente. Alimentar un déficit del 7% es generar una bomba de tiempo. Los economistas ultraortodoxos piden un ajuste drástico del gasto; la izquierda no sabe bien cómo salir del atolladero sin inflación. Pero Macri y Cambiemos no tienen margen para la indefinición ni para un rigor que produzca la debacle social.
Desde que se inventó la economía capitalista, el crecimiento económico tuvo como herramienta el crédito.
En Argentina, medio siglo de atraso en la inversión del crédito para la modernización tecnológica es un lastre; y la palabra deuda es "tabú", con razones históricas.
Si el déficit se financia con inflación, el resultado es el colapso. Si el crédito se usa para financiar déficit y para los negocios financieros, el resultado también es colapso. La única solución es una economía competitiva, financiada con producción y generadora de empleo genuino. Aunque en su discurso no se extendió sobre este punto, Macri abordó el tema tabú: "Mucho se habló sobre la negociación con los holdouts, también conocidos como buitres. Ahora dependerá de este Congreso si terminamos o no de cerrar este conflicto que lleva 15 años".
El presidente recalcó que la demora "favoreció a los tenedores de bonos que se enriquecieron con eso: la deuda pasó de menos de 3.000 a 11.000 millones de dólares". Y agregó que "el no acceso al crédito le costó a la Argentina 100.000 millones de dólares y 2 millones de puestos de trabajo que no se crearon".
La luna de miel no se terminó (SUBT) Macri depositó en el Congreso el desenlace del acuerdo con los buitres. A pesar de las tradiciones argentinas y el discurso kirchnerista, cuenta con una fortaleza en la opinión pública: las encuestas revelan que el acuerdo tiene el 53% de aprobación y el 20% de rechazo. Además, juegan a su favor los gobernadores que, en su mayoría, ya se vieron obligados a realizar ajustes y despidos y necesitan crédito externo.
Por otra parte, los sondeos de opinión indican que la imagen positiva del Presidente y su gobierno se mantiene por encima del 50%, a pesar de que decayó desde noviembre a la fecha.
"Lo primero que tenemos que hacer es reconocer que no estamos bien, aunque nos duela, aunque cueste", dijo el Presidente, dejando sin palabras a la oposición más cerrada, el kirchnerismo, que carga sobre sus espaldas con la responsabilidad en ese punto. Más allá de algunas griterías, poco habituales en el Congreso, nada pudieron objetar frente a la denuncia del ocultamiento de la información y la destrucción del sistema estadístico, ni el deterioro educativo, la inseguridad, el avance del narcotráfico y definiciones como, "un Estado plagado de clientelismo, de despilfarro y corrupción" o "camuflaron el desempleo con empleo público, nos mintieron".
Fue el primer discurso de Macri presidente. Describió la herencia tal cual es, sin sobreactuaciones. Habló del futuro en términos de objetivos, más allá de que algunos opositores le hayan solicitado mayores precisiones. No generó grandes tensiones, ya que el kirchnerismo, único destinatario de sus críticas, parece cada vez más limitado a pataleos como el de ayer, desde las bancas y en soledad. Macri tampoco alimentó grandes expectativas, no despejó las dudas sobre el devenir económico en los meses próximos pero planteó para el largo plazo metas de convivencia y prosperidad que, sin el trayecto no es excesivamente traumático, contarán con el consenso ciudadano.
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Ya no está Cristina Kirchner; ahora hay un ingeniero

La fragilidad de las críticas de los distintos sectores de la oposición fue la prueba más clara del efecto del discurso de Mauricio Macri: el presidente pasó del efectismo de la retórica tradicional de Cristina Kirchner a la contundencia de los números, propia de un gobierno con aspiraciones de desarrollo.
Ingeniero al fin, apeló al realismo y quedó en claro que el país atraviesa "un período de vacas flacas", que obligará a una fuerte disciplina interna y a un replanteo de los vínculos con los otros países del mundo. Además, el presidente definió que frente al déficit no quiere hacer un ajuste feroz, pero que tampoco va a financiarlo con emisión ni con reservas, sino con crédito externo. Para ello hará falta que el Congreso que lo escuchaba apruebe el acuerdo con los holdouts.
Como punto de partida, ningún proyecto de país es sólido si se apoya en la ilusión de que la Argentina es Alemania.
La otra diferencia inherente a la contradicción entre populismo y república la traza la perspectiva de futuro; la tradición kirchnerista se caracteriza por el absoluto presente, con un pasado inventado y un futuro impreciso.
De todos modos, el escenario que describió el Presidente obliga a presagiar una etapa compleja al menos, para los próximos dos años.
La dramática radiografía social SUBT La oposición de izquierda y el kirchnerismo no pudieron desmentir la radiografía social construida desde 2001. "Hay un 29% de pobreza; 6% de indigencia; 42% no tiene cloacas; 13% no tiene agua corriente; y 40% no tiene gas", planteó el presidente. Macri citó como fuente a la Universidad Católica Argentina, pero todos los observatorios sociales coinciden con esa medición.
Tampoco refutaron la estimación de la recaudación de impuestos, que entre 2006 y 2015 superó en 694 mil millones de dólares de la década anterior, es decir, que "no se nos vino el mundo encima". Macri habló de destrucción del Estado, despilfarro, financiamiento con inflación y corrupción, como rasgos determinantes de la gestión anterior.
Esa herencia, está claro, no se resolverá de un día para el otro. La inflación es un flagelo que siempre termina mal.
Déficit, Inflación y buitres SUBT Emitir billetes para gastar lo que no se tiene es un remedio aparente. Alimentar un déficit del 7% es generar una bomba de tiempo. Los economistas ultraortodoxos piden un ajuste drástico del gasto; la izquierda no sabe bien cómo salir del atolladero sin inflación. Pero Macri y Cambiemos no tienen margen para la indefinición ni para un rigor que produzca la debacle social.
Desde que se inventó la economía capitalista, el crecimiento económico tuvo como herramienta el crédito.
En Argentina, medio siglo de atraso en la inversión del crédito para la modernización tecnológica es un lastre; y la palabra deuda es "tabú", con razones históricas.
Si el déficit se financia con inflación, el resultado es el colapso. Si el crédito se usa para financiar déficit y para los negocios financieros, el resultado también es colapso. La única solución es una economía competitiva, financiada con producción y generadora de empleo genuino. Aunque en su discurso no se extendió sobre este punto, Macri abordó el tema tabú: "Mucho se habló sobre la negociación con los holdouts, también conocidos como buitres. Ahora dependerá de este Congreso si terminamos o no de cerrar este conflicto que lleva 15 años".
El presidente recalcó que la demora "favoreció a los tenedores de bonos que se enriquecieron con eso: la deuda pasó de menos de 3.000 a 11.000 millones de dólares". Y agregó que "el no acceso al crédito le costó a la Argentina 100.000 millones de dólares y 2 millones de puestos de trabajo que no se crearon".
La luna de miel no se terminó (SUBT) Macri depositó en el Congreso el desenlace del acuerdo con los buitres. A pesar de las tradiciones argentinas y el discurso kirchnerista, cuenta con una fortaleza en la opinión pública: las encuestas revelan que el acuerdo tiene el 53% de aprobación y el 20% de rechazo. Además, juegan a su favor los gobernadores que, en su mayoría, ya se vieron obligados a realizar ajustes y despidos y necesitan crédito externo.
Por otra parte, los sondeos de opinión indican que la imagen positiva del Presidente y su gobierno se mantiene por encima del 50%, a pesar de que decayó desde noviembre a la fecha.
"Lo primero que tenemos que hacer es reconocer que no estamos bien, aunque nos duela, aunque cueste", dijo el Presidente, dejando sin palabras a la oposición más cerrada, el kirchnerismo, que carga sobre sus espaldas con la responsabilidad en ese punto. Más allá de algunas griterías, poco habituales en el Congreso, nada pudieron objetar frente a la denuncia del ocultamiento de la información y la destrucción del sistema estadístico, ni el deterioro educativo, la inseguridad, el avance del narcotráfico y definiciones como, "un Estado plagado de clientelismo, de despilfarro y corrupción" o "camuflaron el desempleo con empleo público, nos mintieron".
Fue el primer discurso de Macri presidente. Describió la herencia tal cual es, sin sobreactuaciones. Habló del futuro en términos de objetivos, más allá de que algunos opositores le hayan solicitado mayores precisiones. No generó grandes tensiones, ya que el kirchnerismo, único destinatario de sus críticas, parece cada vez más limitado a pataleos como el de ayer, desde las bancas y en soledad. Macri tampoco alimentó grandes expectativas, no despejó las dudas sobre el devenir económico en los meses próximos pero planteó para el largo plazo metas de convivencia y prosperidad que, sin el trayecto no es excesivamente traumático, contarán con el consenso ciudadano.
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