Antes de ser capturado por efectivos de la policía santafecina,
Martín Lanatta, junto a su hermano Cristian y Víctor Schiallaci, los fugados del
penal de General Alvear el pasado 27 de diciembre, realizaron un largo camino hasta que finalmente en la localidad santafesina de
Castayá, cayera el menor de los Lanatta.
En su recorrido, los tres prófugos asaltaron a Héctor Ferreira, dueño de la Toyota que usaron la mañana del sábado y que luego tuvieron que abandonar. Entraron a su casa y ataron a toda la familia.
La noche de terror que vivieron los tres integrantes de la familia Ferreira fue otro capítulo de la fuga. Durante la madrugada del sábado, los hermanos Lanatta y Víctor Schiallaci, les tiraron la puerta abajo de su vivienda, en un terreno de Campo del Medio y los ataron.
"Agarré la escopeta para tirarles", contó Héctor y agregó: "Querían mi camioneta y llevarme a mi de rehén porque no conocían el camino".
Según cuenta Héctor Ferreira, los Lanatta y Schillaci estuvieron como dos horas en su casa. Estaban vestidos de policías, por eso le sacaron camisas y se cambiaron ahí. A ellos los mantenían atados.
"Los otros decían matalo, matalo", explicó Ferreira, a la vez que resaltó que fue Martín Lanatta quien se opuso a asesinarlo. "Martín Lanatta me perdonó la vida", relató el hombre.
Ferreira también contó: "Me ofrecían dólares, tenían muchos dólares".
Además, según rlato la víctima, los prófugos estaban fuertemente armados. "Estaban armados hasta los dientes, tenían armas largas", señaló Ferreira.
La camioneta que se llevaron es la Toyota Hilux que usaron la mañana del sábado para escapar y que quedó abandonada. En ese vehículo la policía encontró mapas y anotaciones de Schillaci, en lo que fue el último tramo del rastrillaje que terminó con la captura de Lanatta.
Un vecino fue quien dio aviso a la Policía local
El accidente que empezó a marcar el final de la fuga de los Lanatta y Schillaci ocurrió a la madrugada. En las horas siguientes, los tres se trasladaron varios kilómetros por el campo y Martín Lanatta se acercó hasta una vivienda para pedir agua.
Allí encuentra al puestero de un campo y le pidió agua.
Los vecinos de Cayastá sabían de la posibilidad de que los prófugos estén cerca, por eso tenían la consigna de "actuar con normalidad" ante un posible encuentro. Y así fue.
"Vi que venía un señor del medio del campo, y me pidió agua", relató el dueño de la finca y agregó: "Por la pinta que tenía pensé en los fugados, tenía un tajo en el ojo". "Luego saqué a mi esposa por la ventana de atrás", contó el vecino. Finalmente, el hombre le dio agua y algo de comer, y le deseó suerte. En ningún momento demostró que lo había reconocido.
Cuando Lanatta se fue, el vecino llamó a la Policía para dar aviso, y así empieza la persecución final que terminó con su captura.
Por su parte, Verónica Devia, la vicepresidente comunal de Cayastá declaró: "Estaban mordidos por perros, lastimados". La mujer agregó que la familia que los vio por última vez "son amigos y gente del pueblo". "Desde anoche había información". Por último, Devia se mostró "orgullosa de la Policía local porque ha podido resolver la situación perfectamente".