Casi lindante con Bolivia, Santa Catalina está ubicada más al Norte que cualquier otro pueblo de la Argentina. Además es uno de los que a mayor altura se encuentra: 3.800 metros sobre el nivel del mar. Se accede por la ruta nacional 40, distante a 70 kilómetros al Oeste de La Quiaca. Su nacimiento, data del siglo XVII, y obedeció, como muchos otros pueblos de la región, a la necesidad de asentamiento de mano de obra para la explotación minera. Allí la manifestación de fe asombra, el recuerdo de la Pasión y Muerte de Jesús el Viernes Santo se vive intensamente. Los pobladores desde hora temprana arman las 14 estaciones o calvarios con molle y flores amarillas, en diferentes sectores del poblado. Por la noche, a pesar de los 3 grados de temperatura, los fieles llegan hasta la iglesia de Santa Catalina de Alejandría, cuya construcción data del siglo XVII. El templo se destaca como la construcción más imponente, constituye una pieza arquitectónica sumamente original en la zona. Tiene una torre única de tres pisos que decrecen hacia la cúpula, la única nave del templo mide casi 30 metros y desde el siglo XVIII se conservan los tres altares; fue remozado en su fachada, resaltando el color. Los vecinos y desde otras localidades fueron puntuales, porque a las 20 el padre Piotk Rucinki, o Pedro para los lugareños, encabezó la homilía. Los cánticos cristianos conmueven, en un determinado momento una pequeña imagen de Cristo es colocada al pie del altar. La gente se acerca a besar los pies de Cristo crucificado, para finalizar descienden la figura de Jesús de tamaño casi natural para dar inicio al Vía Crucis. Los cánticos de lamento de las doctrinas, se hacen sentir, los “judíos” (4 hombres con túnicas blancas) llevan en andas al Cristo yacente
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Casi lindante con Bolivia, Santa Catalina está ubicada más al Norte que cualquier otro pueblo de la Argentina. Además es uno de los que a mayor altura se encuentra: 3.800 metros sobre el nivel del mar. Se accede por la ruta nacional 40, distante a 70 kilómetros al Oeste de La Quiaca. Su nacimiento, data del siglo XVII, y obedeció, como muchos otros pueblos de la región, a la necesidad de asentamiento de mano de obra para la explotación minera. Allí la manifestación de fe asombra, el recuerdo de la Pasión y Muerte de Jesús el Viernes Santo se vive intensamente. Los pobladores desde hora temprana arman las 14 estaciones o calvarios con molle y flores amarillas, en diferentes sectores del poblado. Por la noche, a pesar de los 3 grados de temperatura, los fieles llegan hasta la iglesia de Santa Catalina de Alejandría, cuya construcción data del siglo XVII. El templo se destaca como la construcción más imponente, constituye una pieza arquitectónica sumamente original en la zona. Tiene una torre única de tres pisos que decrecen hacia la cúpula, la única nave del templo mide casi 30 metros y desde el siglo XVIII se conservan los tres altares; fue remozado en su fachada, resaltando el color. Los vecinos y desde otras localidades fueron puntuales, porque a las 20 el padre Piotk Rucinki, o Pedro para los lugareños, encabezó la homilía. Los cánticos cristianos conmueven, en un determinado momento una pequeña imagen de Cristo es colocada al pie del altar. La gente se acerca a besar los pies de Cristo crucificado, para finalizar descienden la figura de Jesús de tamaño casi natural para dar inicio al Vía Crucis. Los cánticos de lamento de las doctrinas, se hacen sentir, los “judíos” (4 hombres con túnicas blancas) llevan en andas al Cristo yacente