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27 de Junio,  Jujuy, Argentina
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Gotas y gotitas: Acompañar, sólo acompañar...

Sabado, 31 de octubre de 2015 01:30

Gotas y gotitas: Acompañar, sólo acompañar...

A veces me pasa que como mamá quisiera que mis hijos, ya adultos, fueran pequeñitos toda la vida, que siguieran dependiendo de mis decisiones. Esto me pasa sobre todo cuando están atravesando momentos de dolor, inevitables por cierto. Entonces es necesaria una actitud de respeto, confianza y disponibilidad que a veces no es tan fácil. Hablo de una confianza plena en su naturaleza, en su capacidad de supervivencia, evolución y desarrollo; en su capacidad de discernir sentimientos y necesidades y en el pleno convencimiento de que son ellos los que nos indicarán, si se lo permitimos, lo que necesitan y cuando están preparados para avanzar o no. Cuando acompañamos, debemos estar disponibles y ofrecer ayuda, esperar si la piden y no anticiparnos. Ser afectuosos, pero no emitir juicios de valor ni interpretaciones personales. Ni tomar iniciativas, ofrecer recursos y entender que son ellos los que deciden qué, cómo y cuándo. Todos merecen el derecho de tener sus propias opiniones, incluso si son diferentes a la del otro. Reconozcamos que cada generación toma decisiones distintas, y debe sufrir o disfrutar sus consecuencias. No prohibamos a la otra generación la oportunidad de aprender de cada situación. Construir y mantener lazos intergeneracionales sanos, puede dar a las personas y sus familias la posibilidad de acceder a un mayor conocimiento, respeto, y aprecio entre los unos y los otros. Las habilidades para entender las diversas necesidades, proporcionan también una importante herencia a las generaciones futuras, que también tendrán que ocuparse de las transiciones y de las tensiones de la vida. Los respetemos como personas únicas que son y confiemos en su gran sabiduría. Podemos aprender mucho de ellos, si nuestra actitud es abierta y receptiva. Si somos suficientemente libres, autónomos y fuertes, aprendemos a relacionarnos de un modo más sano y maduro, sin crear funestas dependencias y ataduras. Hasta la próxima. Namasté.
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Gotas y gotitas: Acompañar, sólo acompañar...

A veces me pasa que como mamá quisiera que mis hijos, ya adultos, fueran pequeñitos toda la vida, que siguieran dependiendo de mis decisiones. Esto me pasa sobre todo cuando están atravesando momentos de dolor, inevitables por cierto. Entonces es necesaria una actitud de respeto, confianza y disponibilidad que a veces no es tan fácil. Hablo de una confianza plena en su naturaleza, en su capacidad de supervivencia, evolución y desarrollo; en su capacidad de discernir sentimientos y necesidades y en el pleno convencimiento de que son ellos los que nos indicarán, si se lo permitimos, lo que necesitan y cuando están preparados para avanzar o no. Cuando acompañamos, debemos estar disponibles y ofrecer ayuda, esperar si la piden y no anticiparnos. Ser afectuosos, pero no emitir juicios de valor ni interpretaciones personales. Ni tomar iniciativas, ofrecer recursos y entender que son ellos los que deciden qué, cómo y cuándo. Todos merecen el derecho de tener sus propias opiniones, incluso si son diferentes a la del otro. Reconozcamos que cada generación toma decisiones distintas, y debe sufrir o disfrutar sus consecuencias. No prohibamos a la otra generación la oportunidad de aprender de cada situación. Construir y mantener lazos intergeneracionales sanos, puede dar a las personas y sus familias la posibilidad de acceder a un mayor conocimiento, respeto, y aprecio entre los unos y los otros. Las habilidades para entender las diversas necesidades, proporcionan también una importante herencia a las generaciones futuras, que también tendrán que ocuparse de las transiciones y de las tensiones de la vida. Los respetemos como personas únicas que son y confiemos en su gran sabiduría. Podemos aprender mucho de ellos, si nuestra actitud es abierta y receptiva. Si somos suficientemente libres, autónomos y fuertes, aprendemos a relacionarnos de un modo más sano y maduro, sin crear funestas dependencias y ataduras. Hasta la próxima. Namasté.
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