26 de Junio,  Jujuy, Argentina
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La poética de Tito Guerra, según la investigación de la licenciada Silvina Montecinos

Jueves, 09 de octubre de 2014 00:00
SILVINA MONTECINOS SE EXPLAYO EN DETALLES DE SU INVESTIGACION, EN EL ENCUENTRO PROGRAMADO PARA EL SABADO PASADO
”La poética de Tito Guerra”: ese es el tema de la investigación que llevó adelante la licenciada Silvina Montecinos, y que socializó en el marco del Entepola. La profesional demostró que su relación con el trabajo fue muy profunda.
Más allá de la curiosidad académica, se vio inmiscuida emotivamente con este director, que conoció muy poco personalmente.
Montecinos recordó que cuando ella estaba estudiando la carrera en Córdoba, en el año 1993, tuvo oportunidad de viajar a La Plata a un encuentro nacional del teatro, donde lo conoció porque estaba en la grilla con "El imaginero de la Puna", y pudo conversar con él. Pero su contacto no fue mucho más allá de eso mientras vivía Guerra.
El encuentro para entrevistas con cada uno de sus actores y gente de su entorno, fue transformándola en una admiradora enamorada de la impronta de Tito Guerra, hasta emocionarla simplemente hablar de él.
Un clima especial
El martes en la conferencia, el clima fue muy especial. La artista plástica Elisa Barrientos, que participó interviniendo uno de los pares de máscaras repartidos previamente, le obsequió sus obras a la familia de Tito Guerra, porque estaban inspiradas en él en sus textos, en sus obras.
Silvina Montecinos, explicó que su investigación se metió en el proceso de creación, en la cocina de este grupo, y que hablar con los actores le permitió entender como fue hacer teatro en un momento histórico y político muy especial, la Jujuy post dictadura.
Emociones fuertes
Murió en el 1999 por un problema del corazón y su fallecimiento fue muy repentino "por lo que esta investigación significó entrar en un terreno de emociones muy fuertes. En las entrevistas había mucha emoción, y se mezclaba lo que la gente sentía por él", explicó.
Recordó que en La Plata (cuando conoció al director) "me fascinó la emoción con la que dejó a todos los espectadores, porque era un ambiente teatral, universitario", muy lejano a la temática regional que él mostraba en esa puesta.
De las charlas con los actores que mantuvo la investigadora se desprende el espíritu de trabajo. El grupo ensayó hasta en una casa prestada, las anécdotas son numerosas, las empanadas de Doña Carmen donde concluían las jornadas de trabajo, y la "renoleta" de Tito, que repartía a los actores en sus casas de San Pedrito, son algunas de las imágenes que fueron surgiendo para contar que el proceso de trabajo comenzaba con una idea y seguía y terminaba con la interacción con cada uno de los integrantes del elenco.
Lo regional, la identidad, eran sus preferencias en las últimas obras, y de acuerdo a lo que decían sus actores "había que ser muy valiente para hacer de ’coya’ en ese momento" porque la tendencia era hacer el teatro porteño, y las raíces todavía eran motivo de vergüenza socialmente hablando. Hoy es más correcto y aceptado, acertado y hasta inevitable, hacer este tipo de teatro.
Destacó la interrelación con los textos de Rodolfo Kusch, y con el texto de "El teatro salvaje" de Jorge Ricci.
"Me encontré con un montón de posibilidades de generar, a partir de un grupo, a partir de una comunidad, a partir de lo que sería la participación horizontal. Aunque yo venía con una formación que tenía mucho que ver con la creación colectiva (de la Universidad Nacional de Córdoba), descubro cómo Tito habla de nosotros como jujeños, como parte de esta provincia, y su trabajo por eso me llegó a la fibra más íntima", concluyó Montecinos.

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”La poética de Tito Guerra”: ese es el tema de la investigación que llevó adelante la licenciada Silvina Montecinos, y que socializó en el marco del Entepola. La profesional demostró que su relación con el trabajo fue muy profunda.
Más allá de la curiosidad académica, se vio inmiscuida emotivamente con este director, que conoció muy poco personalmente.
Montecinos recordó que cuando ella estaba estudiando la carrera en Córdoba, en el año 1993, tuvo oportunidad de viajar a La Plata a un encuentro nacional del teatro, donde lo conoció porque estaba en la grilla con "El imaginero de la Puna", y pudo conversar con él. Pero su contacto no fue mucho más allá de eso mientras vivía Guerra.
El encuentro para entrevistas con cada uno de sus actores y gente de su entorno, fue transformándola en una admiradora enamorada de la impronta de Tito Guerra, hasta emocionarla simplemente hablar de él.
Un clima especial
El martes en la conferencia, el clima fue muy especial. La artista plástica Elisa Barrientos, que participó interviniendo uno de los pares de máscaras repartidos previamente, le obsequió sus obras a la familia de Tito Guerra, porque estaban inspiradas en él en sus textos, en sus obras.
Silvina Montecinos, explicó que su investigación se metió en el proceso de creación, en la cocina de este grupo, y que hablar con los actores le permitió entender como fue hacer teatro en un momento histórico y político muy especial, la Jujuy post dictadura.
Emociones fuertes
Murió en el 1999 por un problema del corazón y su fallecimiento fue muy repentino "por lo que esta investigación significó entrar en un terreno de emociones muy fuertes. En las entrevistas había mucha emoción, y se mezclaba lo que la gente sentía por él", explicó.
Recordó que en La Plata (cuando conoció al director) "me fascinó la emoción con la que dejó a todos los espectadores, porque era un ambiente teatral, universitario", muy lejano a la temática regional que él mostraba en esa puesta.
De las charlas con los actores que mantuvo la investigadora se desprende el espíritu de trabajo. El grupo ensayó hasta en una casa prestada, las anécdotas son numerosas, las empanadas de Doña Carmen donde concluían las jornadas de trabajo, y la "renoleta" de Tito, que repartía a los actores en sus casas de San Pedrito, son algunas de las imágenes que fueron surgiendo para contar que el proceso de trabajo comenzaba con una idea y seguía y terminaba con la interacción con cada uno de los integrantes del elenco.
Lo regional, la identidad, eran sus preferencias en las últimas obras, y de acuerdo a lo que decían sus actores "había que ser muy valiente para hacer de ’coya’ en ese momento" porque la tendencia era hacer el teatro porteño, y las raíces todavía eran motivo de vergüenza socialmente hablando. Hoy es más correcto y aceptado, acertado y hasta inevitable, hacer este tipo de teatro.
Destacó la interrelación con los textos de Rodolfo Kusch, y con el texto de "El teatro salvaje" de Jorge Ricci.
"Me encontré con un montón de posibilidades de generar, a partir de un grupo, a partir de una comunidad, a partir de lo que sería la participación horizontal. Aunque yo venía con una formación que tenía mucho que ver con la creación colectiva (de la Universidad Nacional de Córdoba), descubro cómo Tito habla de nosotros como jujeños, como parte de esta provincia, y su trabajo por eso me llegó a la fibra más íntima", concluyó Montecinos.

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