La milenaria ceremonia a la Madre Tierra se vivió en La Quiaca de manera muy especial, revalorizando las costumbres ancestrales puneñas.
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La milenaria ceremonia a la Madre Tierra se vivió en La Quiaca de manera muy especial, revalorizando las costumbres ancestrales puneñas.
Desde las primeras horas de la madrugada la gente comenzó con la corpachada y a sahumar, con coa e incienso, los hogares e instituciones, celebraciones que en algunos casos duraron hasta los primeros rayos del sol.
Por las calles el aroma característico de los sahumerios hacía recordar que ya se transita el octavo mes del año.
Al mediodía, la comuna fronteriza realizó el ritual en plaza Centenario. En ese lugar se congregaron pobladores, turistas y autoridades comunales y ediles bajo un firmamento celeste y agradable temperatura.
Pasadas las 12, la "boca" de la Pachamama se abrió para que el intendente Dante Velázquez, junto a la trabajadora Ofelia Morales, con profunda devoción y de rodillas diera de comer y beber a la deidad andina.
Luego lo hicieron otros presentes. Como esto habitualmente se hace en parejas, ediles, empleados y vecinos revivieron las costumbres puneñas.
En la ceremonia hubo comidas típicas como calapurca y lagua (sopa espesa), que compartieron todos los presentes.
Luego el intendente Velázquez sostuvo: "Llegó agosto para venerar y agradecer a nuestra Madre Terra. Es un mes para que estemos todos con cordialidad, paz y armonía", sostuvo.
Luego añadió: "Agradecimos a la Pacha por todo y le pedimos que nos siga dando más oportunidades, que la vamos a cuidar y respetar, lo que depende mucho de nosotros. Pedí por nuestro pueblo", sentenció el jefe comunal.