Por Plinio López
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Por Plinio López
Hoy se cumplen cincuenta años del fallecimiento de Plinio Zabala, una de las figuras más relevantes y recordadas de la historia política y social jujeña del siglo XX. Abogado, deportista olímpico y político de raigambre conservadora, su figura trasciende por una donación filantrópica sin precedentes en la provincia. Falleció el 21 de agosto de 1975, dejando como herencia sus estancias para el hospital "Dr Arturo Zabala" de Perico.
Nacido en Buenos Aires el 12 de mayo de 1886, aunque otras versiones afirman que nació en Jujuy en la casa que tenía su familia en Gorriti y Belgrano, Zabala fue un hombre de múltiples facetas: un abogado que no ejerció, un deportista de elite, brilló en natación y poseía una puntería envidiable para el tiro y un político de principios inquebrantables, cuya acción final lo inmortalizó como el benefactor más generoso de la provincia.
Su vida estuvo marcada por el servicio público y una estricta ética personal. Graduado con un doctorado en Derecho en la Universidad de Buenos Aires, optó por abandonar una prometedora carrera judicial en la capital para administrar la finca "El Pongo", heredada de su familia materna, los López del Villar, de profunda raigambre en Jujuy.
Militante invariable del ideario conservador y demócrata, fue electo diputado provincial en 1930 y senador de la Nación entre 1940 y 1943, desde donde bregó incansablemente por el desarrollo vial de la provincia. También fue cofundador del Banco de Jujuy.
Sin embargo, su legado perdurable no está solo en su trayectoria pública, sino en un acto de desprendimiento monumental. El 8 de noviembre de 1974, de puño y letra, firmó un testamento que sorprendería a la provincia. En él, dispuso la donación de la casi totalidad de su patrimonio -las importantes fincas "El Pongo", "El Cadillal", "Hornillos" y "La Posta"- al hospital "Arturo Zabala" de Ciudad Perico, institución que lleva el nombre de su hermano médico.
El texto de la cláusula, citada de forma textual, deja en claro su intención: "Para que sirva de alivio a los pobres, para que mitiguen sus dolores y muerte". Un deseo filantrópico que transformó una fortuna personal en un recurso permanente para la salud pública. Inicialmente administradas por su albacea, Félix Yarade, las propiedades pasaron en 1977 a la órbita del Banco de la Provincia de Jujuy para su gestión.
La noticia de su muerte, el 21 de agosto de 1975, fue recibida con profundo pesar. La Legislatura Provincial emitió de inmediato una resolución destacando su "espíritu amplio por el progreso", mientras que el municipio de Perico lo recordó como un hombre "integrado a los intereses de su pueblo". Su sepelio, primero en Perico y luego en el panteón familiar de La Recoleta en Buenos Aires, congregó a una multitud que despidió, como dijo en su momento Oscar Rebaudi Basavilbaso, a "un caballero ejemplar, cuyo culto, después de Dios, fue el de la familia y la amistad".
A cinco décadas, el nombre de Plinio Zabala sigue vivo no solo en los anales de la historia, sino en la atención que reciben diariamente los pacientes del hospital que, gracias a su última voluntad, encontró en la tierra que él amó un sustento eterno para cumplir con su misión.