Cuando estudiaba en la Escuela de Minas, se enteró que era posible realizar intercambios culturales con otros estudiantes para vivir nuevas experiencias en el exterior del país. Y desde ese momento, la idea de viajar comenzó a tener más sentido en su mente dinámica.
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Cuando estudiaba en la Escuela de Minas, se enteró que era posible realizar intercambios culturales con otros estudiantes para vivir nuevas experiencias en el exterior del país. Y desde ese momento, la idea de viajar comenzó a tener más sentido en su mente dinámica.
Siendo adolescente, comenzó a indagar por internet las probabilidades de aplicar para una beca de estudios y, así, dar rienda suelta a esa proyección internacional que pretendía seguir como ideal, pero como en 2012 la información todavía era escasa, decidió esperar.
Fue así como Emmanuel Ángel Hugo Saiquita inició el rumbo para encontrar su destino en otro lugar fuera de Jujuy. "Ya cuando iba a segundo año, me interesó viajar y progresar en otro país", expresó el joven de 26 años que al egresar, se fue a la provincia de San Juan para continuar camino en la Ingeniería de Minas, estudiando en la universidad. A la par, dictaba clases de matemáticas, trabajaba como delivery, vendía empanadas para solventar gastos y reunir dinero a fin de lograr su gran sueño. "Investigué bastante y en mayo de 2022 tomé la decisión de volar. En ese momento el auge estaba en Andorra, pero elegí Portugal", detalló Saiquita quien se trasladó en noviembre de ese mismo año al norte de Porto.
"Compartí lugar en un hostel con otros chicos. Mi idea era conocer cómo era vivir en otro país y tener la experiencia. Una noche, los chicos habían organizado para salir pero tuve la mala suerte de perder la billetera donde tenía todo para solventarme allá", indicó. Como hacía frío, regresó al hospedaje con la preocupación de haberse quedado sin nada; no obstante, un amigo que había conocido allí, le habló sobre una posibilidad de trabajo aunque debía esperar para la confirmación. "El día siguiente era domingo y estaba con una gran depresión encima, sin saber qué iba a hacer. Hasta que mi amigo Valentín, me envió un mensaje donde me decía que tenía noticias para mí. Era una propuesta laboral y comenzaría el martes a trabajar en un restaurante", comentó.
Por siete meses se desempeñó en la cocina de aquél lugar, en el que además hacía de todo. "Ahora estoy trabajando en una fábrica de autopartes para rally y esperando que a fin de año me hagan empleado permanente", reveló esperanzado.
Establecerse en otra tierra fue una gran experiencia para quien hoy vive frente al mar. "Pienso en lo loco que fue todo y en el tiempo. Mi próxima meta es mudarme solo", contó Saiquita que se encuentra proyectando en invertir en Argentina, país que considera el mejor del mundo. "Si bien estoy aquí, levanto mi bandera nacional. Acá cada lugar donde trabaja un argentino, es un lugar donde las cosas funcionan. Nos quieren muchísimo, es más, cuando quiero socializar, salgo con la camiseta y es impresionante", confesó.
Es que luego de dos años, resulta innegable el cúmulo de vivencias que fue adquiriendo para crecer como persona en un ámbito donde día a día se aprende. "El primer año de estar aquí fue un tema relacionarme con el ciudadano local, tuve dichas y desdichas. Como estaba en la cocina, éramos todos latinos y no me costaba comunicarme. Pero me vi obligado a aprender portugués, después", expresó.
Gracias a una mentalidad independiente y del no apego familiar, no le costó desprenderse de su hogar, ya que desde los 17 años viajó solo a San Juan por estudios universitarios. "Siempre sentí la necesidad de explorar el mundo. Extraño la familia en las fechas especiales, pero no lo siento todo el tiempo y a eso lo tomo como una ventaja. Aunque como la comida jujeña, no hay", indicó este joven que vivió en el barrio Ejército Argentino de Palpalá.
Consciente de saber ubicarse en tiempo y espacio, respalda el pensamiento de Marco Aurelio al sostener como frase de vida; que los humanos no controlan lo externo, sino en cómo es que esto termina afectando a la persona.
"Creo que tener un plan y ser constante es lo que se necesita para progresar en otro país. Yo en un momento no tenía nada, empecé de cero. Los que emigramos, llevamos muchas más cosas además de una mochila y no sabemos qué nos espera pero sí podemos gestionar las emociones y que no nos vengamos abajo", reflexionó. Es que hay un tiempo establecido para cada circunstancia y en su historia, todo es una conjunción de sucesos que se fueron tejiendo para estar mejor. "Trabajar en una fábrica me abrió la posibilidad de conocer más gente y ver cómo el ambiente diferente me da una nueva mirada. Hay tres ciudades importantes como Lisboa, Porto y Braga pero cada rincón de Portugal tiene su encanto", detalló quien se acostumbró a disfrutar de la francesinha, de la salsa molho y de la picanha; sin olvidar el sabor del asado, ni de las humitas o de los tamales de su Jujuy natal.