En diálogo con El Tribuno de Jujuy, el obispo César Daniel Fernández comparte su visión sobre las nuevas responsabilidades que asume, la importancia de la comunión dentro de la Iglesia y su compromiso con el bienestar de las comunidades más vulnerables en tiempos de crisis económica.
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En diálogo con El Tribuno de Jujuy, el obispo César Daniel Fernández comparte su visión sobre las nuevas responsabilidades que asume, la importancia de la comunión dentro de la Iglesia y su compromiso con el bienestar de las comunidades más vulnerables en tiempos de crisis económica.
Nacido en Buenos Aires en 1954, Monseñor Fernández fue ordenado sacerdote en 1980, desempeñándose en diversos cargos antes de ser nombrado obispo de Jujuy en 2012. Durante su gestión, se ha destacado por su fuerte compromiso social y pastoral, siendo una figura cercana a las comunidades más vulnerables.
Al asumir este nuevo rol, el obispo subrayó la gran responsabilidad que implica coordinar las actividades de la Iglesia en Argentina, resaltando el trabajo en comunión y diálogo con los demás obispos del país.
¿Qué significa este nombramiento para usted y para la Diócesis de Jujuy?
Si bien este es un nuevo rol en la Conferencia Episcopal Argentina implica mayores responsabilidades, es parte del trabajo que vengo haciendo hace mucho tiempo. Los obispos venimos colaborando en la gestión de la Iglesia argentina como lo he hecho en comisiones anteriores. Este es un acto de confianza por parte de los obispos, quienes nos han elegido para gestionar y coordinar un poco la vida pastoral de nuestro país. Vamos a trabajar en coordinación y con consenso. No se trata de mandar, sino de acompañar y servir la comunión de la Iglesia.
Antes de este cargo, ¿en qué otras comisiones ha trabajado dentro de la Conferencia Episcopal?
He trabajado en la comisión de ministerios, que se ocupa de la vida de los sacerdotes, diáconos y seminarios. También he colaborado en la comisión de misiones. Este nuevo cargo es un acto de confianza por parte de los otros obispos, y nuestra misión es coordinar la comunión y el servicio de la Iglesia de manera colegial.
¿Cree que este nombramiento es un reconocimiento a su visión y criterio pastoral?
Vamos a intentar que todo sea lo más dialogado y consensuado. La Iglesia no es un lugar de imposición; cada obispo es autónomo en su diócesis y lleva adelante su labor pastoral como cree que debe ser. Este es un servicio a la comunión, para que la Iglesia tenga algunas líneas comunes y marque las prioridades en su misión evangelizadora. Se trata de conversar y lograr los consensos necesarios, siempre trabajando con todos los obispos y pudiendo coordinar todo aquello que refiere a la vida de nuestra Iglesia.
¿Considera que este cargo le permitirá llevar la voz de las Diócesis del interior, como la de Jujuy?
Uno va con lo que tiene y con lo que es, pero claro que sí. Cada uno de nosotros trae su experiencia y su visión de la región de donde proviene. En este caso, tanto el presidente como los dos vicepresidentes somos de diferentes partes del país, de las provincias de Mendoza, Córdoba y Jujuy. Además, el secretario reside en Buenos Aires, cerca de la sede de la Conferencia Episcopal pero también es del interior del país. Desde mi lugar, llevaré la mirada de nuestra comunidad seguramente, como ocurre con todos los obispos.
En un contexto de crisis económica, ¿Qué puede aportar la Iglesia al debate social?
La Iglesia siempre ha trabajado para el bien común. Nos preocupan las angustias de todos nuestros hermanos, independientemente de su condición social. La pobreza, la falta de trabajo y la indigencia que afecta a más de la mitad del pueblo argentino son cuestiones urgentes. La Iglesia trata de aportar en los debates, instando a que se tomen decisiones que prioricen a los más vulnerables. Creo que podemos pensar en algunas prioridades y podemos también instar que busquemos entre todos la salida, creo que una de ellas es la eliminación de la pobreza. Hace muchos años que venimos viendo cómo crece.
¿Ha visto un aumento en la demanda de asistencia desde las comunidades?
Sí, ha habido un aumento sostenido en la demanda de asistencia alimentaria y otras formas de apoyo. Cada diócesis, parroquia y capilla intenta brindar ayuda dentro de sus posibilidades. La labor de Cáritas es constante y sostenida, ofreciendo lo que tenemos a disposición para nuestra comunidad. La pobreza es un problema que hemos enfrentado durante muchos años. La única manera de abordarla es con realismo, sin negarla, y ver qué puede aportar cada uno para salir adelante. Siempre buscamos intensificar la ayuda hacia quienes más sufren. Debemos ser más solidarios y trabajar juntos, para encontrar soluciones por el bien común.