¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

15°
24 de Junio,  Jujuy, Argentina
PUBLICIDAD

El músico Justiniano Torres Aparicio pobló el silencio jujeño

Un recorrido por las formas musicales y lo que caracterizaba al músico y médico jujeño. Es autor de "Total Que", "Faroles de Humahuaca" y del carnavalito, "La vi por vez primera".

Viernes, 04 de abril de 2025 01:00
JUSTINIANO TORRES APARICIO | CON PACIENCIA DE ORFEBRE SUPO PULIR COMPÁS A COMPÁS.

Por Oscar Augusto Berengan

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

Por Oscar Augusto Berengan

(escritor y músico)

-colaboración especial-

Jujuy es la antesala del gran silencio americano.

Esta reflexión de Atahualpa Yupanqui sirve para decir que, si hubo alguien que supo poblar el silencio jujeño con carnavalitos, zambas, bailecitos, valses y cuanta expresión musical comarcana, rondaba el aire y el espíritu de sus paisanos; ese hombre fue, el músico y doctor en Medicina, Justiniano Torres Aparicio.

Ya desde muy pequeño, esa variada gama de formas musicales lo tiene que haber acompañado a través de un silbo, un tarareo, una nadita tal vez pero que, a él, le sirvió de invisible puente para ir puliendo –poco a poco- una íntima comunicación entre su heredad comarcana y una incipiente y especialísima vocación.

Vocación esta por traducir cabalmente las armonías de la tierra.

Eso que se ve, o no se ve, se escucha, o no se escucha, se traduce o no se traduce; quiero decir los viejos y hondos silencios del paisaje y de la raza.

Me permito recurrir a palabras de otro ilustre humahuaqueño, Horacio Medrano Rosso, para hacer breve y exacta referencia a su paisano y amigo: "…Su innata inclinación hacia el estudio y la orientación de su espíritu, hacia la disciplina de una indagación rigurosa….".

Estas son palabras que supieron captar cabalmente la impronta de su creatividad e interpretación musical. Nada menos que toda una demostración de su compromiso con lo que veía, sentía y procuraba nombrar y exaltar. Allí, en sus músicas estaban presentes el río, los cerros, sendas y pedregales, acequias, cardones y cuanto símbolo de un paisaje íntimo y a la vez de todos, cabía en las palabras de una lengua original y agonizante. Justiniano Torres Aparicio como en la "Vidala del Nombrado"r de Jaime Dávalos, citó y supo dar exacta dimensión de los sueños, las penas y alegrías de sus hermanos quebradeños.

Con paciencia de orfebre don Justiniano supo pulir compás a compás, indagando en esos silencios jujeños, hasta lograr el cabal tempo de una zamba o un carnavalito. Así lo vieron y escucharon; en medio del alborozo de sus paisanos y a través de la rueda del canto. Entrañables melodías, que a su vez iban expandiéndose hacia los altos horizontes del pedregal, para ir a refugiarse tal vez, en el oído de una zagala (pastora joven), maravillada y atenta.

Otros elementos que identificó y hermanó a sus paisanos, fueron su innata sencillez jujeña o todo ello, traducido en el prodigioso e indiano sonido del charango. En el hondo y acompasado tum- tum de la caja. En el drama íntimo y ancestral de la quena. En la guitarra solariega y adornada de poncho. En el agudo, dulce y mestizo punteo de su mandolina. Viejas y sencillas armonías de la canción criolla, nada menos. Así, al igual que don Justiniano fue y sigue siendo virtuosa y sencilla la música que en Jujuy, aún nos convoca. Todo un legado, perdurando al mismo tiempo, universal y comarcano.

A variados parajes del continente europeo, llegaron los músicos de las más afamadas y prestigiosas academias, para inspirarse en sus cantos de aldea. Hasta allí digo, se internaron renombrados compositores buscando ritmos, armonías, cadencias, timbres y coloraturas en las expresiones del canto étnico y tradicional. Compositores como Grieg en Noruega y Chopín en Polonia (por citar apenas dos nombres), quienes en gran medida basaron su prestigio en ese venero musical extraído de las periferias, para elevarlo a las alturas de la universalidad. Esto dio como resultado la aparición de las llamadas escuelas nacionales, para un nuevo y académico, lenguaje musical europeo. Lenguaje este más tarde replicado en las composiciones académicas de los argentinos: Luis Gianneo, Julián Aguirre y Alberto Williams, entre otros.

Sirva este comentario para decir que, de igual modo, músicos argentinos formados en Europa y a la vez, consubstanciados con dichas escuelas; procuraron a través de la historiografía musical, dar forma al Nacionalismo Musical Argentino. Fue así como contemporáneos de don Justiniano Torres Aparicio, tal el caso de Carlos Guastavino, hallaron una desinteresada guía y apoyo, para bucear en nuestra atmósfera musical; en esa sencilla, honda y bella canción criolla de la Quebrada y Puna Jujeña. Dicho virtuoso y fecundo contacto, Guastavino pudo traducirlo en obras como: "Bailecito" y "Muchacho Jujeño", por ejemplo. Todo ello, lejos, muy lejos tal vez de ciertos aires de "extranjería insubstancial" (concepto de Atahualpa Yupanqui) que nublan al actual panorama del "folklore" musical jujeño, probablemente, más cerca del hip- hop y la saya, que del bailecito y el carnavalito. Estos últimos, tan ligados y celebrados por todo un referente como fue y sigue siendo, don Justiniano. Cuando digo hip-hop y saya, no es con el ánimo de acallar ambas y novísimas formas musicales, sino apenas con el propósito de dejar sentado que –según convenciones universalmente aceptadas- para que una forma musical sea considerada parte del folklore regional, deben transcurrir no menos de cincuenta años de difusión y permanencia. De lo contrario las mismas correrán el riesgo de ser apenas, modas de efímera trascendencia.

Vendrán nuevas formas musicales, otras canciones impregnadas de color y sabor comarcano, pero, toda vez que un jujeño se enfrente a ese minuto alto de la noche cuando las nostalgias acuden a su memoria y una guitarra le convoque a matar saudades, su garganta endulzará lejanías con el cancionero de don Justiniano Torres Aparicio y los sones de sus zambas: "Total Que" y "Faroles de Humahuaca" o, el contagioso ritmo del carnavalito, "La vi por vez primera", abrazarán su pecho. Entonces, se acortarán distancias y sus cerros, sus valles y quebradas inundarán de presencia cada escenario, cada pieza de estudiante, cada patio, cada balcón.

Bibliografía consultada:

- "Los Caminos de la Música: Europa y Argentina", obra de autores varios - Edición conjunta del Mozarteum Argentino Filial Jujuy y Edi Unju – Jujuy 2008.

- "El Canto del Viento" Atahualpa Yupanqui – Ediciones Honneger - Buenos Aires – 1965.

-"Música Criolla Tradicional de la Provincia de Jujuy" - Compilador: Oscar Augusto Berengan, a cargo de Patrimonio Musical - Universidad Nacional de Jujuy- EdiUnju - 2011.-

 

PUBLICIDAD
PUBLICIDAD