Después de tres años, la espera llegó a su fin. Por octava vez en la historia, los Guns N’ Roses volvieron a decir presente en la Argentina, listos para escribir un capítulo más en su historia con el país. Cuando el reloj marcó las 20.55, la banda enardeció al Palacio Tomás A. Ducó. Ante ellos, una marea de fans se sacudía, con ansias de soltar la energía acumulada y demostrar su lealtad hacia el grupo.
A pura adrenalina, cinco minutos antes de lo anunciado, y cuando la noche ya se apoderaba de Buenos Aires, Axl Rose dio rienda suelta al primer himno de la noche “Welcome to the jungle”. Con lentes oscuros, remera y pantalón negro, el cantante recorría el escenario de una punta a la otra. Bajo sus pies, miles de fans saltaban eufóricos, decididos a mostrar por qué Argentina es uno de los mejores públicos del mundo.
La noche continuó con “Mr. Brownstone”, “Bad Obsession”, “It’s so easy”, “You could be mine” y “Live and let die”. Desde el fondo del escenario, Isaac Carpenter llevaba el ritmo desde su batería. En gesto de cariño y respeto al país, el músico lucía una musculosa celeste y blanca a rayas con su nombre y el número 10 en la espalda.