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Deconstrucción de la violencia de género en el tejido social

Miércoles, 26 de marzo de 2025 01:01

Vivimos rodeados de múltiples formas de violencia que, en muchas ocasiones, no logramos identificar como tales. No toda violencia deja marcas visibles: hay violencias psicológicas, simbólicas, sociales, institucionales y culturales que se camuflan en lo cotidiano, en lo aceptado, en lo que "siempre fue así".

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Vivimos rodeados de múltiples formas de violencia que, en muchas ocasiones, no logramos identificar como tales. No toda violencia deja marcas visibles: hay violencias psicológicas, simbólicas, sociales, institucionales y culturales que se camuflan en lo cotidiano, en lo aceptado, en lo que "siempre fue así".

La deconstrucción es un proceso complejo que implica cuestionar y desmantelar aprendizajes sociales y culturales arraigados. Es relativamente sencillo modificar aquello de lo que somos conscientes, pero ¿cómo desmantelar lo que reside en el inconsciente colectivo y cultural? En el contexto de las violencias de género, este desafío se vuelve aún más apremiante.

Es esencial reconocer que el impacto de la violencia de género no se limita a una sola mujer; cada una de nosotras representa un entramado social. El daño nunca es únicamente individual. Un estudio sociológico destaca que la violencia de género afecta no solo a las víctimas directas, sino también a sus familias y comunidades, generando consecuencias psicológicas y sociales significativas en las generaciones más jóvenes (Instituto Nacional Electoral, 2008).

No hay deconstrucción sin conciencia. Es fundamental comprender que la justicia no debe centrarse únicamente en la dicotomía de víctimas y victimarios, sino en promover el aprendizaje y la toma de conciencia. Cuando la acción agresora es pública, la reparación también debería serlo. La Corte Interamericana de Derechos Humanos (2009) ha enfatizado que la impunidad en casos de violencia contra la mujer envía el mensaje de tolerancia hacia dicha violencia, perpetuando su aceptación social y generando desconfianza en el sistema de justicia.

Como señala Gutman (2012), muchas veces somos portadores de violencias invisibles heredadas que reproducimos inconscientemente. Desactivar estos mecanismos implica no solo observar hacia fuera, sino hacer un profundo trabajo interior para distinguir el amor del sometimiento, y la costumbre del cuidado.

No se trata de moralinas, sino de volver a mirar al otro -y sobre todo a la otra- como alguien digno de respeto, incluso en el desacuerdo. Se trata de construir argumentos, no estrategias de daño; de defender ideas, no de atacar cuerpos. Porque si no podemos dialogar sin herir, no es solo la política la que está en crisis, es nuestra humanidad.

Ejercicios para visibilizar violencias invisibles: Pensá en una situación donde hayas callado para no incomodar. ¿Qué mensaje interior justificó

ese silencio?. Revisá memes, chistes o frases virales. ¿A quién degradan? ¿Desde qué lugar? Observá tu entorno laboral o familiar. ¿Quiénes toman la palabra con libertad? ¿A quién se interrumpe más seguido? Escribí una lista de frases que escuchaste sobre mujeres en espacios de poder. ¿Qué suposiciones contienen? Preguntate: ¿hay algo que naturalicé y hoy, con otra mirada, podría considerar una forma de violencia simbólica?

Y finalmente: El otro podría ser tu madre, tu hermana, tu hija.O tu hijo viendo cómo tratamos a las demás.

Una sociedad madura no se define por sus discursos,sino por las pequeñas conductas que repite cuando nadie la mira. Ganar a cualquier precio no es poder. Es miedo.

Porque el poder verdadero no necesita herir.No se construye sobre el dolor del otro.

No hay paz en un poder sin ética. Cada acción, cada burla, cada indiferencia. . . vuelve.

Como un búmeran que no distingue culpables,nos salpica a todos, porque somos red, cuerpo común, sociedad.

Ser conscientes es el inicio. La semilla. Y aunque el camino parezca lento, es el único que puede llevarnos hacia un mundo donde nadie deba callar,justificar, o esconder su herida.

No se trata de castigar más, sino de comprender mejor y reparar. Necesitamos sanar en sociedad, sí. Sanar también es justicia.

Referencias: Corte Interamericana de Derechos Humanos. (2009). Caso González y otras ("Campo Algodonero") Vs. México. https://www.corteidh.or.cr /tablas/r29219.pdf

Instituto Nacional Electoral. (2008). Impacto psicosocial de la violencia de género en la mujer y las generaciones más jóvenes. https://igualdad.ine.mx /wp-content/ uploads/2020/11/Impacto-psicosocial-violencia.pdf.

Gutman, L. (2012). La maternidad y el encuentro con la propia sombra. Del Nuevo Extremo.

(*) Licenciada en Psicología; coach ontológico profesional; magister en Salud Pública con mención en Atención primaria de la salud; especialista en Salud Pública; facilitadora en procesos de comunicación, resolución de conflictos, expansión de la conciencia, liderazgo; coordinación de grupos y conciencia de redes; y facilitadora en entrenamientos a líderes en gestiones de oratoria y comunicación. [email protected], cel. 3884416256.

 

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