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La dimensión invisible: espiritualidad y salud mental

Miércoles, 19 de febrero de 2025 01:01

Hablar de salud mental es hablar de múltiples dimensiones: psicológicas, sociales, filosóficas, culturales y biológicas. Pero también es hablar de algo que a menudo se deja de lado en la discusión contemporánea: la dimensión espiritual. No visible, pero profundamente trascendente, la espiritualidad es ese puente que conecta al ser humano con un sentido de propósito, de significado y de trascendencia.

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Hablar de salud mental es hablar de múltiples dimensiones: psicológicas, sociales, filosóficas, culturales y biológicas. Pero también es hablar de algo que a menudo se deja de lado en la discusión contemporánea: la dimensión espiritual. No visible, pero profundamente trascendente, la espiritualidad es ese puente que conecta al ser humano con un sentido de propósito, de significado y de trascendencia.

Más aún, la espiritualidad es una llave poderosa para el poder. En un mundo donde muchas veces nos encontramos limitados por nuestras realidades circunstanciales, donde desde lo concreto algunas transformaciones parecen imposibles, la dimensión espiritual nos abre una nueva visión: la capacidad de ir más allá de lo posible. Nos permite imaginar, crear y sostener realidades que, desde una perspectiva meramente material, no podrían existir.

"La ciencia sin religión está coja, la religión sin ciencia está ciega", afirmaba Albert Einstein, reconociendo la interdependencia de la racionalidad y la dimensión espiritual. En la misma línea, Carl Jung advertía que la espiritualidad no es un mero accesorio de la psique humana, sino un aspecto esencial de la experiencia. Incluso Sigmund Freud, aunque profundamente escéptico, reconocía que las creencias espirituales podían tener un impacto positivo en la psique de los individuos.

Desde la psicología, Abraham Maslow, en su teoría de la autorrealización, identificó la dimensión espiritual como parte del desarrollo humano. La Journal of Religion and Health ha resaltado el papel que juegan las creencias espirituales en la resiliencia, la reducción del estrés y la capacidad de afrontamiento en tiempos de crisis. Victor Frankl, en su obra El hombre en busca de sentido, demostró cómo la trascendencia y el propósito pueden ser fuerzas poderosas incluso en las circunstancias más adversas.

Más allá de la religión: una fuerza universal

Pensar en lo humano únicamente desde el lenguaje, las emociones, la corporalidad o lo cognitivo es reducir la complejidad de nuestra existencia. Existe una dimensión que trasciende las limitaciones del mundo material, una fuerza que nos permite crear nuevas realidades y expandir nuestras posibilidades: la espiritualidad.

Es en esta dimensión donde encontramos la capacidad de transformación más profunda. Lo que parece imposible desde lo concreto se vuelve alcanzable desde una perspectiva de expansión espiritual. Es aquí donde radica su poder: la posibilidad de trascender lo establecido, de romper paradigmas y construir nuevos caminos.

Esta fuerza no se limita a la religión ni a dogmas específicos. Incluso entre quienes se declaran ateos, existe el reconocimiento de una trascendencia, de una conexión con algo más grande que el individuo. Bertrand Russell, filósofo y ateo confeso, admitía que "el hombre necesita, para su felicidad, no solo el disfrute de este momento, sino una visión de la vida que tenga sentido".

Desde la neurociencia, estudios han demostrado que la meditación y las prácticas espirituales generan cambios estructurales en el cerebro, promoviendo el bienestar emocional y la reducción del estrés. El corazón, ese órgano que asociamos con la vida y la emoción, tiene neuronas capaces de influir en nuestras respuestas afectivas y cognitivas, reforzando la conexión entre lo físico y lo trascendental.

El camino de la aceptación y la paz interior

Las creencias espirituales, la percepción de un sentido más grande, facilitan la capacidad de aceptación y la resiliencia. Cuando las personas carecen de esta perspectiva, tienden a resistirse, a luchar contra lo que es, quedándose atrapadas en el resentimiento, la victimización y la búsqueda de justicia desde un lugar de ajuste de cuentas.

En los evangelios, los fariseos representaban este tipo de desconexión: se creían justos, juzgaban a los demás y olvidaban el mensaje esencial de amor y compasión. Como bien advierte el evangelio de Mateo: "No juzguéis, para que no seáis juzgados" (Mateo 7:1).

Esta lucha interna entre el victimario y la víctima ha sido el motor de la historia humana, perpetuando ciclos de violencia y exclusión. Sin embargo, la clave está en la reconciliación del alma colectiva, en reconocer que tanto quien hiere como quien es herido comparten algo en común: la ausencia de luz, de amor, de autoestima y la influencia de patrones familiares inconscientes.

San Pablo nos dejó una enseñanza fundamental: "A los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien" (Romanos 8:28). Este principio nos invita a ver en cada experiencia una oportunidad de crecimiento, a transformar el dolor en sabiduría, a comprender que la vida fluye cuando nos entregamos al amor y al orden natural de las cosas.

Un llamado a la trascendencia

La realidad no se transforma desde la misma perspectiva en la que fue creada. Trascender significa ampliar la mirada, encontrar una visión que nos permita avanzar más allá de lo aparente.

En un mundo donde lo concreto muchas veces nos atrapa en la escasez, la limitación y el conflicto, la espiritualidad emerge como una llave maestra: una apertura a nuevas posibilidades, una vía hacia la paz interior y una fuente de poder para la transformación individual y colectiva.

Como decía Carl Sagan, un científico que, aunque escéptico, reconocía la grandeza del universo: "En algún lugar, algo increíble está esperando a ser descubierto". Tal vez ese algo sea nuestra propia capacidad de trascender.

(*) Licenciada en Psicología; coach ontológico profesional; magister en Salud Pública con mención en Atención primaria de la salud; especialista en Salud Pública; facilitadora en procesos de comunicación, resolución de conflictos, expansión de la conciencia, liderazgo; coordinación de grupos y conciencia de redes; y facilitadora en entrenamientos a líderes en gestiones de oratoria y comunicación. [email protected], cel 3884416256.

 

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