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25 de Junio,  Jujuy, Argentina
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Sopa caliente para el alma

Lunes, 08 de julio de 2024 01:04
¡QUÉ BENDICIÓN ES PODER PREPARARNOS UNA BUENA SOPITA QUE NOS CALIENTE EL CUERPO, Y NOS ARROPE EL ALMA!

La lluvia cae intensa y continua desde hace varios días y, a pesar de ser verano, la temperatura de la ciudad bajó sorprendentemente hasta los catorce grados por lo que, además, hace frío. De pronto un llamado telefónico, y el anuncio de que debo bajar con urgencia a buscar un paquete importante en la caseta de entrada a mi condominio. El paquete contiene mis últimas pertenencias que dejé en mi oficina, bueno, en mi ex oficina. Hace un par de días que estoy desempleada, me echaron, sin aviso, sin razón. En el apuro y los nervios, me olvido el paraguas, así que me mojo por completo.

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La lluvia cae intensa y continua desde hace varios días y, a pesar de ser verano, la temperatura de la ciudad bajó sorprendentemente hasta los catorce grados por lo que, además, hace frío. De pronto un llamado telefónico, y el anuncio de que debo bajar con urgencia a buscar un paquete importante en la caseta de entrada a mi condominio. El paquete contiene mis últimas pertenencias que dejé en mi oficina, bueno, en mi ex oficina. Hace un par de días que estoy desempleada, me echaron, sin aviso, sin razón. En el apuro y los nervios, me olvido el paraguas, así que me mojo por completo.

De regreso en mi departamento, no puedo dejar de temblar, a pesar de que me he cambiado la ropa y sequé mi cabello con una toalla de mano. No tengo tiempo para el secador, debo ponerme a cocinar, los niños llegarán pronto. De pie frente a la heladera abierta, decido que prepararé una rica sopa de pollo. El día lo requiere, y aunque me arriesgue a que los niños no quieran probarla, empiezo mi tarea con calma. En la ventana, millones de gotas se estrellan sin pausa, y unas enormes nubes negras cubren casi totalmente la claridad del día.

Mientras corto las verduras que encuentro en mi heladera, zanahorias, apio, media cebolla olvidada en un rincón, un zapallito verde a punto de sucumbir y las últimas dos hojas de acelga que sobraron de la tortilla de anoche, viene a mi cabeza el nombre de un libro que leí hace años: "Sopa de pollo para el alma". Una mínima sonrisa se cuela entre las lágrimas que me produce la media cebolla y el despido. Recuerdo perfectamente cuando lo leí, en mi época de estudiante. Se trata de una serie de relatos e historias inspiracionales, de fe, de resiliencia, que llenan al lector de esperanza. Esperanza de que no todo está perdido, que podemos estar mejor, que a pesar de los problemas y sufrimientos de la vida, algún día todo puede cambiar, con esfuerzo, trabajo y paciencia.

El pollo que tengo en la heladera no es tanto como me imaginaba, pero lo corto chiquitito, y decido agregarle unos fideos cabellos de ángel. Voy metiendo de a poco todos los ingredientes a la olla grande con agua que empieza a hervir. Agrego un poco de caldo en polvo, unas hojas de laurel que me trajo mi madre, tapo y espero. Los fideos quedarán para después.

Mientras la sopa se va cocinando, a fuego medio, me voy a mi biblioteca a buscar el libro. No es fácil la tarea, con los años he acumulado muchos, pero tengo tiempo, me siento en el piso y empiezo a buscar, de abajo para arriba, de izquierda a derecha. Aquí está. Lo abro y hojeo, hay párrafos subrayados, anotaciones a los márgenes, y papelitos con algunas de las frases copiadas. Tomo uno de ellos y leo:

"No importa cuántos fracasos hayas tenido, siempre puedes empezar de nuevo".

Jack Canfield

Cierro el libro y me quedo pensando en esa frase tan atinada, o destinada, para mí en tiempos difíciles, en días tristes y lluviosos como este. Entonces llego a varias conclusiones: íQué importante y útil es tener un buen libro a mano! A veces, una sola frase puede cambiarte la perspectiva que necesitas para darle vuelta al asunto. Otra: íQué bendición es poder prepararnos una buena sopita que nos caliente el cuerpo, y nos arrope el alma!, que además nos de la energía necesaria para retomar el camino y la fe. Y la última: debo recordar que las cosas suceden por alguna buena razón, que se cierra una puerta y se abren diez, que no dejemos nunca de luchar y empezar de nuevo una y otra vez. Aunque cueste verlo ahora, todo puede mejorar.

 

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