Me gusta mucho tejer, soy tejedora, no experta, pero tejedora al fin. Y me pareció muy interesante hacer un paralelismo con tejer la vida, aquí lo comparto con vos.
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Me gusta mucho tejer, soy tejedora, no experta, pero tejedora al fin. Y me pareció muy interesante hacer un paralelismo con tejer la vida, aquí lo comparto con vos.
La vida es un tejido, un entramado de momentos, decisiones y emociones que se entrelazan y forman lo que somos. Al igual que el trabajo de un tejedor o tejedora, cada acción, cada palabra, cada pensamiento, es como un hilo que, al unirse a los demás, forma una obra única y compleja.
Tejer la vida es un arte que requiere paciencia, dedicación y, sobre todo, conciencia del momento presente. Cada hilo que elegimos añadir a nuestra vida puede ser visto como una oportunidad de crecimiento. Como si cada acción fuera una puntada, que, aunque a veces puede parecer aislada o insignificante, al final contribuye a la grandeza del diseño.
Si bien muchas veces nos gustaría avanzar rápidamente, como si tuviéramos prisa por ver el resultado final, el arte de tejer la vida implica un proceso de constante descubrimiento y aceptación de lo que es.
A veces, los hilos que añadimos no siguen una línea recta. La vida nos ofrece situaciones inesperadas, nudos imprevistos y espacios vacíos que necesitamos aprender a llenar. Son esos momentos de dificultad los que, en última instancia, revelan la verdadera belleza de la obra, ya que nos enseñan que incluso lo imperfecto tiene su lugar.
El tejido de la vida no se mide solo por lo que está bien hecho, sino por cómo hemos aprendido a integrar las imperfecciones en el todo. Y al igual que el trabajo de un tejedor o tejedora, a menudo no sabemos lo que estamos creando, hasta que hemos recorrido una buena parte del camino.
No podemos ver el diseño completo hasta que nos detenemos a mirar el tejido desde lejos. En cada paso, podemos descubrir nuevos patrones, aprender a valorar lo que hemos logrado y, sobre todo, recordar que la vida no es un resultado final, sino una obra en constante evolución.
Tejer la vida es un recordatorio de que el tiempo y las experiencias se tejen con delicadeza, sin prisas y sin expectativas fijas, con la certeza de que cada hilo contribuye a un diseño que solo nosotros podemos crear.
Si lo vivimos con atención y propósito, el tejido de nuestra vida será un reflejo de nuestra capacidad de aceptar, de aprender y de construir. Al final, cuando miramos hacia atrás, podemos ver cómo cada hilo, cada decisión, ha sido esencial para formar la trama de quien somos. Así, podemos entender que, aunque la vida sea un tejido complejo, lleno de incertidumbres, también está llena de belleza, si sabemos observarla con la mirada del que teje, pacientemente, cada nuevo día. Namasté. Mariposa Luna Mágica.